Manuel March cubrió con la segunda venta de Son Galcerán la indemnización a la que ha sido condenado

El nieto de Joan March cobró cuatro millones más por la histórica finca de Son Galcerán

Manuel March.

Manuel March. / j.f.mestre. palma

La condena impuesta por una jueza de Madrid a Manuel March, el nieto menor de Joan March, por vender dos veces la emblemática finca de Son Galcerán, en Valldemossa, no tendrá mucho efecto en su economía. Y ello se debe a que el heredero de la finca que en su día perteneció al archiduque Luis Salvador, al romper el primer acuerdo de venta y aceptar la segunda oferta, ganó un beneficio extra de cuatro millones de euros.

Además, tampoco devolvió los 2,4 millones de euros que recibió como adelanto de un fondo de Luxemburgo, vinculado a un empresario venezolano con el que acordó la venta de la finca de Valldemossa por ocho millones de euros. La jueza ha condenado a Manuel March a devolver estos 2,4 millones de euros, que en realidad nunca debió quedarse, más el pago de una indemnización por daños y perjuicios de 300.000 euros. Sin embargo, los cuatro millones que ganó de más, al vender la propiedad por doce millones, cubren de sobra esta indemnización que ha fijado la sentencia. Es decir, aún siendo condenado, la ruptura del primer acuerdo de venta que alcanzó con el fondo de inversión de Luxemburgo le ha resultado muy rentable. Teniendo en cuenta que esta ruptura, de pronto, le permitió cobrar cuatro millones de más que no tenía previsto, la indemnización que ha fijado la magistrada de Madrid apenas va a tener efecto en las cuentas económicas del descendiente de Joan March.

Son Galcerán, escenario de grandes encuentros culturales

Salón de la finca de Son Galcerán, en Valldemossa.

Salón de la finca de Son Galcerán, en Valldemossa. / EFE

Manuel March, que reside con su pareja en Madrid, decidió poner a la venta esta finca en el año 2021. Esta propiedad, en la que en su momento contó con la visita de la emperatriz Sissi de Austria (invitada por su primo Luis Salvador) fue una herencia que recibió al morir su hermano. Son Galcerán fue durante muchos años el escenario de grandes encuentros culturales, impulsados por los herederos de March.

El propietario puso a la venta la finca, pero las ofertas tardaron en llegar. La negociación se realizó a través de una empresa intermediaria, que logró a un posible cliente: la sociedad Son Galcerán, propiedad de un empresario venezolano y vinculado a un fondo económico de luxemburgo. El acuerdo inicial, que aceptó Manuel March, fue de ocho millones de euros. El comprador, ante el interés por adquirir la finca, pagó un adelanto de 2,4 millones. Este pago se concretó en un contrato escrito. Al mismo tiempo, se acordó una fecha concreta para acudir ambas partes al notario, para ratificar la venta y entregar el resto del dinero acordado.

Notario

Lo cierto, y así ha quedado probado en la sentencia, es que Manuel March no asistió nunca a esta cita ante el notario. Aunque alegó que su pareja estaba enferma y no podía asistir a la cita, lo cierto es que poco antes había recibido una oferta de compra mucho más elevada. Esta vez el interesado era un empresario suizo, que estuvo dispuesto a pagar doce millones. Ante esta situación, Manuel March alegó toda una serie de excusas para dar por roto el primer acuerdo y llegó incluso a acusar al empresario venezolano de no cumplir los términos del contrato. Fue la excusa para no devolverle el dinero, aunque ahora tendrá que hacerlo porque la jueza le da la culpa de la ruptura unilateral del acuerdo, que se detalló en un documento escrito.

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