Familia Morell de la Torre de Canyamel Group: la fórmula para conservar el patrimonio

Torre de Canyamel Group nada a contracorriente, con un crecimiento «discreto» ha restaurado sus propiedades, las explota como hoteles y mantiene su legado agrícola ligado a la fortaleza del siglo XIII

Luis Morell, Presidente de Torre de Canyamel Group: “Nuestro acuerdo es unidad, respeto y profesionalidad”

Guillem Bosch

Myriam B. Moneo

Myriam B. Moneo

Y llegado el momento, crucial, Gabriel Morell Font dels Olors lanzó la pregunta a sus siete hijos. Cuatro hombres y tres mujeres. «Lo hizo de forma individual. Quería saber qué nos interesaba más: dividir el patrimonio entre todos o mantenerlo. Sin intervención de los otros, cada uno dijo que quería mantener la unidad. Gracias a esa idea primigenia de mi padre y la voluntad de todos» nació Torre de Canyamel Group.  

Luis Morell, presidente de Torre de Canyamel Group, en el Art Bar de El Convent de la Missió, antiguo refectorio del monasterio, en Palma.

Luis Morell, presidente de Torre de Canyamel Group, en el Art Bar de El Convent de la Missió, antiguo refectorio del monasterio, en Palma. / Guillem Bosch

Fue sin duda una decisión de calado la que resume Luis Morell (Palma, 1940), el quinto de los hermanos y presidente de la compañía, a lo largo de una conversación trufada de fino humor cuando se le pregunta por la historia que hay detrás de una compañía discreta que ha logrado conservar, restaurar y profesionalizar su patrimonio. Discreta hasta para crecer. Cuatro son los hoteles en manos de la familia: El Convent de la Missió, Can Simoneta, Pleta de Mar y Fontsanta, con 120 habitaciones en total y todos cinco estrellas solo para adultos. Dos restaurantes —el origen del negocio en los años sesenta— y dos fincas agrícola-ganaderas, y, por supuesto, la Torre de Canyamel, conforman su legado.

Vista de Can Simoneta, en Canyamel, Capdepera, el primer hotel del grupo abierto en 2005.

Vista de Can Simoneta, en Canyamel, Capdepera, el primer hotel del grupo abierto en 2005. / Torre de Canyamel Group

Quizás el seny que reinó en la familia Morell llegado aquel momento crucial procede de la fortaleza del siglo XIII de origen islámico. «Es una torre de refugio y vigilancia. Entraba la gente del valle de Canyamel y allí se quedaba durante el peligro de la invasión» en la época de la conquista de Mallorca por Jaime I. «Yo he visto cómo los payeses vivían dentro de la torre», cuenta Morell sobre la casa fortaleza convertida en centro artístico y cultural que está en manos de su familia desde principios del siglo XIX. Su bisabuelo compró la finca a los Villalonga Escalada.

«Nos pusimos de acuerdo de forma natural». Afirmación de un abogado jubilado hace tres quinquenios. A sus 83 años rememora que se lo pasó «muy bien» durante su carrera en Zaforteza Abogados. «Empecé con el padre, José Zaforteza Calvet». A los Morell no les hicieron falta mediadores para adentrarse en el rumbo hotelero. «Nos pusimos de acuerdo de forma natural», sostiene el letrado. «Todo se ha hecho con activos y el dinero de todos los socios». 

Restauración de la torre

«Somos once socios». Fallecieron los dos hermanos mayores, Pedro y Francisco, y se incorporaron los seis sobrinos. «Tenemos un consejo de administración con siete consejeros familiares de dos generaciones y dos más externos (somos seis mujeres y tres hombres)», enumera Morell. Fue en 1999 cuando constituyeron las sociedades de Torre de Canyamel. ¿La fórmula que imperó? «Acuerdo y unidad. Respeto y profesionalidad» porque, como recalca el presidente del grupo, «la gestión directa está en manos de profesionales». 

La Torre de Canyamel alberga exposiciones y conciertos.

La Torre de Canyamel alberga exposiciones y conciertos. / Torre de Canyamel

El padre de los hermanos Morell, Gabriel, que fue director provincial del Instituto Nacional de Previsión (a cargo de la seguridad social), fue quien empezó a poner en marcha la restauración de la Torre de Canyamel. «Salía de trabajar de la oficina y se hacía los 82 kilómetros para después regresar a Palma». Aquellos primeros trabajos estuvieron a cargo de José Ferragut. Corría el año 1965. El arquitecto se ocupó de que se respetara la estructura original de la torre, eliminando añadidos interiores y exteriores por las numerosas remodelaciones a lo largo de los siglos, según recoge la Asociación Amigos de los Castillos.

Aquella década de la explosión turística en Mallorca la familia Morell incursionó en la restauración. Fue su hermano Francisco, continúa el abogado, quien fundó Porxada de Sa Torre. Otro de sus hermanos, Gabriel, «hacía cuentas» dice entre sonrisas. Pedro, el primogénito, puso «el empeño en los temas financieros».

Al tradicional restaurante junto al a torre llega sobrassada casera y corderos ternasco de la finca familiar de Els Olors, en Artà, y con su propia leña se asa la lechona. Antes, los Morell ya habían puesto en marcha la Cafetería El Arenal de Canyamel. Su hermana María «se ocupó de la restauración de la torre y de la cafetería de la playa». A renglón seguido nombra a Francisca y a Victoria, la benjamina. «Si no fuera por mis hermanas se habría caído todo. Yo era el que entonces no hacía nada. Trabajaba en lo mío». 

La casa de vacaciones

A aquellas «primeras piedras» que ya enrumbaban la continuidad del legado familiar se sumó en 2005 la apertura de Can Simoneta, en Canyamel, tras la muerte de su padre. Era la casa para las vacaciones familiares. «Se había construido al lado del mar para un hermano de mi abuelo que enfermó, un sacerdote que había estado en Roma». El objetivo era «conservar el espíritu del lugar». La apuesta, arriesgada. Hace veinte años al turismo rural no se le hacían ojitos en Mallorca. «Hubo un cierto escepticismo. Algunos hoteleros me decían que no iba a funcionar». El exalumno de la Universidad de Deusto tira de dotes diplomáticas —fue cónsul de Ecuador y vicecónsul de Grecia— y no añade nada más. La familia optó por profesionalizar el proyecto. «Los grandes hoteleros lo han hecho ellos mismos. Nosotros hemos preferido tener buenos equipos». 

"Hubo un cierto escepticismo con Can Simoneta. Algunos hoteleros me decían que no iba a funcionar"

En esa misma finca agrícola «que en origen tenía un millón de hectáreas», a doscientos metros de Can Simoneta, se inauguró en 2017 Pleta de Mar. 

Recepción del Pleta de Mar, la tradición conjuga con el arte.

Recepción del Pleta de Mar, la tradición conjuga con el arte. / Torre de Canyamel

Antes, en 2012, se unió a Torre de Canyamel el Fontsanta, en la Colònia de Sant Jordi. «Nos encargaron la remodelación y la gestión». Se aprovecharon «los baños que ya existían» en el espacio natural protegido de la playa de Es Trenc para inaugurar un hotel con el único spa de aguas termales en Baleares. Es propiedad de Isabel Oliver, esposa de Francisco Morell, cuya familia lo adquirió en 1916. 

El hotel Fonsanta, en la Colònia de Sant Jordi , con 37 habitaciones, es el que más plazas suma.

El hotel Fonsanta, en la Colònia de Sant Jordi , con 37 habitaciones, es el que más plazas suma. / Torre de Canyamel

El desembarco en Palma llegó con la adquisición, en 2014, del 50 % de El Convent de la Missió, propiedad que los Morell comparten con el arquitecto Antoni Esteva, su diseñador. El establecimiento en el edificio del siglo XVII abrió en 2005. Fue uno de los primeros hoteles boutique de Ciutat que se completa con el restaurante a cargo del chef estrella Michelin Marc Fosh.

«Nos gustaría que la tercera generación haga lo que quiera y que les vaya bien»

Los Morell nadan a contracorriente. Representan la antítesis del lamento mallorquín del siglo XXI en una tierra que es testigo de cómo su historia se la lleva el viento. O cómo se enreda la madeja con la entrada de fondos de inversión en el sector hotelero. 

«Nosotros hemos tenido la suerte de tener el patrimonio». Sobre el futuro, Luis Morell no dicta sentencia. «Nos gustaría que la tercera generación haga lo que quiera y que les vaya bien», zanja.

El presidente de este grupo hotelero sui géneris opina que en estos tiempos de saturación turística «es cierto que todo se tiene que moderar. Hay que atemperar los excesos».

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