BOULEVARD
Boulevard: Le Senne pide perdón en nombre de sus verdugos
El juez mallorquín Francesc Miralles sienta en el banquillo a 46 policías del referéndum, y la Audiencia de Barcelona lo llama «racional, coherente, objetivo, desapasionado y sin atisbo de contaminación»
El acto inicial del Voxdevil concluye con Vox convertido en el primer partido tránsfuga de España, porque cobija en masa a los diputados desahuciados por formaciones políticas. Dos semanas atrás, cinco indocumentados que nunca debieron profanar el Parlament expulsaban a Gabriel Le Senne. El brillante alzamiento militar se traduce en que el presidente de la cámara es ahora mismo el político mejor valorado de Balears, con el empaque suficiente para pedir perdón sin rodeos en nombre de sus verdugos.
Malraux definía al gaullismo como «el Metro de París a las seis de la tarde». Vox es un atasco en la Vía de Cintura a cualquier hora, allí recluta a sus votantes ahora estupefactos, al comprobar que sus dirigentes se enfrascan en el canibalismo de expulsarse mutuamente como si fueran emigrantes. Tendemos a otorgar a los fundamentalistas como Bin Laden el beneficio de la pureza, de ahí el asombro ante la zafiedad del asalto a Parlament, bajo la única consigna de que Idoia Ribas quería presidir algo.
La política balear ha vivido su expulsión más sonada desde 1996, cuando Gabriel Cañellas desalojó a Cristòfol Soler del Consolat para imponer a Jaume Matas, en lo que quizás no fuera el momento de mayor clarividencia del patriarca autonómico. Por lo menos, el president más longevo de Balears remataba sus desahucios, también se desembarazó de su consellera Maria Antònia Munar. El pelotón de fracasados de Vox no ha sabido disponer ni de un personaje insignificante, al que encima han agigantado. A propósito, Abascal no necesitaba readmitir al quinteto de comicastros, los letrados del Parlament habían reforzado el blindaje de Le Senne contra tránsfugas en su dictamen.
En el otro extremo de la fantochada de Vox, hay mallorquines celebrados por defender la justicia. En medio de furibundos ataques de la ultraderecha, el juez mallorquín Francesc Miralles envió a juicio a 46 policías nacionales por las cargas en el referéndum catalán del 1 de octubre de 2017, bajo las acusaciones de lesiones y atentados contra la integridad moral.
Pues bien, la Audiencia de Barcelona ha confirmado íntegramente la decisión del magistrado nacido en el pueblo palmesano de Sant Jordi. La instancia superior no solo avala los 46 procesamientos, sino que destaca la gravedad de la conducta represora y atribuye al instructor criterios «racionales, coherentes, objetivos y desapasionados, sin atisbo de contaminación política o ideológica, que es más de lo que se puede decir del contenido de algunos recursos».
No solo destacamos la conducta del titular mallorquín del juzgado de Instrucción número siete de Barcelona porque en Palma se hubiera absuelto entre lágrimas a los 46 policías, y a 460 si hiciera falta, sino para advertirles contra la duplicidad del PSOE. Los humanistas de este partido consideran adecuada la violencia ejercida, y trasladada a vídeos muy preocupantes. A propósito, los policías procesados no serán juzgados si prospera la Ley de Amnistía. ¿Por qué no les preguntan su opinión sobre el texto legal impuesto por Puigdemont?
Hablando de socialistas, y reconociendo que Iago Negueruela le salvó el cargo a Le Senne al proponer un informe de los letrados antes de materializar la expulsión, ahora tienen un pequeño problema intrafeminista con la asesoría sexual no solicitada de Damiana Massutí, su portavoz en Felanitx, a la alcaldesa popular Catalina Soler. Estamos a la espera de un pronunciamiento de las grandes intelectuales de género del PSOE, pero entretanto ofrecemos una solución tan prosaica como infalible. Basta lanzar la canción Necesitas un buen polvo, con lo cual se resignifica esta expresión y pasa a ser tan inofensiva como llamar «zorra» a alguien.
Después de entrevistar al brillante menorquín Eduardo Robsy, bajo el titular de que «Los extranjeros no compran ahora segunda vivienda, sino la principal», entendí que cualquier político suspirara por su asesoría como ha hecho Pedro Sánchez. El problema es que en aquel 2022 dimitía como director general de Vivienda y Arquitectura del Govern de Francina Armengol, y se autoacusaba de «iluso». En concreto, «vi que estaba muy limitado en cuanto a recursos, lo cual no me permitía hacer mi trabajo».
En la foto que hoy nos ilustra, la pujanza de la festividad más importante de Mallorca se traslada a los mínimos detalles. El restaurante Bar Porrón de Manacor pone un cuaderno de sugerencias a disposición de sus clientes, para que las aportaciones contribuyan a mejorar el fogueró del próximo Sant Antoni.
Reflexión dominical taurómaca: «Después de la izquierda caviar, el franquismo de salón».
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