Ocho meses de viaje hasta llegar a la costa de Baleares: la ruta argelina atrae a cada vez más subsaharianos

Cruz Roja constata que suben las entradas de personas nacidas más allá del Magreb, más vulnerables

Victoria Avellà, directora de Salud, Emergencias y Medio Ambiente de la Cruz Roja Baleares.

Victoria Avellà, directora de Salud, Emergencias y Medio Ambiente de la Cruz Roja Baleares. / Guillem Bosch

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Llegar a Argelia, llegar a Baleares, llegar a la península, llegar a Francia o a otro país europeo... y después comenzar, como se pueda, esa nueva vida tan soñada. Emigrar desde África hasta Europa es un viaje arriesgado que tiene varias fases, cada una con sus riesgos. La ruta que conecta Argelia con Baleares está empezando a ser utilizada por cada vez más personas de origen subsahariano como vía para llegar hasta España (y de ahí, a Europa).

Hasta hace escasamente un par de años las personas migrantes que desembarcaban en las costas de Baleares eran casi todas de origen argelino. Pero la tendencia está cambiando, según reflejan las cifras y como apuntan entidades como Cruz Roja, que constatan un aumento progresivo de la llegada de personas del África subsahariana, que por tanto cuando alcanzan el archipiélago llevan detrás un periplo mucho más largo. Y mucho más duro: los focos suelen centrarse en lo que vemos más, en la peligrosidad del viaje en patera, pero el camino desde el África occidental (desde Mali, Burkina Faso o República de Guinea) implica hacer muchos kilómetros y atravesar desiertos y muchas penurias (que no todos superan: la travesía a pie también se cobra sus víctimas).

«Algunos están ocho meses de viaje o más solo para llegar a Argelia», explica Victoria Avellà, responsable autonómica de Salud, Socorros y Emergencias de la Cruz Roja.

Cree que aún no se puede hablar de una tendencia de bajada en cuanto al número de llegadas de pateras y defiende que habrá que esperar un poco más para ver si las cifras continúan descendiendo o si este año simplemente han bajado como consecuencia de una meteorología más adversa. En cambio, en lo que sí ve una tendencia clara es en la diversidad de nacionalidades de las personas que llegan: cada vez llegan menos argelinos y más personas de origen subsahariano.

En 2019 el 100% de los migrantes que atendieron eran argelinos. En 2020 fueron el 98%, y este 2023, a la espera de que acabe el año, ya ha bajado al 58%: el 40% restante venían de países de otros países del África subsahariana (un 2% residual es de otros países, como India).

Este hecho cambia la manera de actuar de los equipos de primera intervención de Cruz Roja. Según narra Avellà, cuando tienen constancia de que en una patera han llegado mujeres, niños y/o personas de origen subsahariano, dimensionan de otra manera los equipos ya que las necesidades de intervención sociosanitaria «son mayores».

Además, al no haber acuerdo de devolución con muchos de los países emisores de los migrantes que están llegando estos últimos años se les ofrece entrar en el circuito de atención humanitaria, lo que supone trasladarlos a la península al no haber aquí un centro de este tipo. Cruz Roja se encarga de gestionar estos traslados cada vez más habituales.

Respecto al aumento de menores no acompañados, desde la entidad constatan un incremento aunque sus cifras no coinciden exactamente con las del Consell, algo que Avellà cree que puede deberse a que algunos que viajan con un familiar no directo o un conocido finalmente son considerados menores no acompañados aunque en realidad no hayan viajado solos.

La responsable de Emergencias señala que los equipos han observado que estos menores no acompañados son cada vez más jóvenes, especialmente los que vienen de países más allá del Magreb. Y mientras crece el número de menores que vienen no acompañados, baja el de niños y jóvenes que llegan con su familia.

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