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Teodor Suau: «Estoy convencido de que el Papa Francisco también dimitirá»

Teodor Suau (Palma, 1947) es la máxima autoridad de la catedral de Mallorca como Deán Presidente del cabildo hasta 2025. Canónigo desde hace más de dos décadas, autor de decenas de libros, se ordenó hace más de medio siglo y piensa que «los sacerdotes mallorquines somos malos de entender y de llevar» 

Teodor Suau

Teodor Suau / B. Ramon

Matías Vallés

Matías Vallés

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Es usted el consejero delegado de la Catedral?»

Así lo llamarían en una empresa privada. No tengo vocación de ejecutivo, pero la Catedral compatibiliza la dimensión empresarial gracias al turismo con la evangelizadora.

La Catedral es una máquina de recaudar.

La Catedral gana mucho dinero, y ni me entusiasma ni nos avergonzamos de ello, pero todo el que entra en el único gran edificio palmesano que se sigue empleando para lo que fue concebido se ha de llevar una experiencia de Dios. La belleza es la puerta del misterio.

¿La Catedral se cae?

Jovellanos decía que «la catedral de Mallorca siempre se está cayendo». Es un edificio imposible, pero no se ha caído nunca.

El Museo del Prado está muy enfadado con la Catedral.

Lo sabemos, y lo llevamos perfectamente. Querían los rimmonim de la Torá hebrea que nunca habían salido de Mallorca y se lo negamos, los tenemos muy celosos. El estado de Israel se ha ofrecido a comprarlos pagando mucho dinero, por lo que hay un peligro de robo. Los tenemos vigilados.

Usted era procapilla de Barceló.

Sí. Hubo tantas presiones para llevarla adelante que solo faltó un cóctel Molotov. Lo digo porque las reacciones a la capilla de Barceló son las mismas que al traslado del coro por parte de Gaudí. Le pusieron dos explosivos al obispo Campins, llamaron ateo y masón al arquitecto, hoy vienen de Japón para visitar el resultado.

¿Todos los sacerdotes mallorquines son de Més?

En absoluto. El clero secular es siempre una muestra de la sociedad que lo rodea, en pecados y virtudes. Por tanto, los sacerdotes se inclinan hoy más hacia la derecha. A cambio, mi generación efectuó una contribución notable a la libertad y a la lengua.

¿Ha leído la ley de condena del catalán redactada por Vox?

Estoy muy preocupado. Al margen de Vox, nuestra lengua pierde terreno a marchas forzadas, pese a que es un elemento clave de nuestra convivencia.

El obispo Jesús Murgui les soltó que «no logro comprender a los sacerdotes mallorquines».

Y Teodor Úbeda llevaba treinta años en Mallorca cuando dijo que «nunca os entenderé». Somos malos de entender y de llevar. Participamos poco de la genética mallorquina, que aborda la revolución sin quitarse el sombrero. Los sacerdotes de Mallorca somos poco claros y muy individualistas, cada uno hace lo que quiere.

¿Tendrá Mallorca algún día un obispo mallorquín?

Los ha habido, pero un Nuncio dijo que «los informes de un sacerdote mallorquín sobre otro son siempre malos».

¿Algún menor de cuarenta años va a misa?

Algunos, pero la mayoría tienen setenta y ochenta. La descristianización de Mallorca ha sido meteórica y galopante en los últimos cincuenta años. No lo sabemos tramitar, porque Dios es más necesario que nunca para la gente de hoy.

Un día me dijo que fuera con cuidado con los líos en que me metía.

Es lo que me digo a mí, quien ama la justicia, corre el peligro de molestar. Has de elegir entre denunciar y contemporizar, te expones. ¿Vale la pena? Sí, porque es una manera de saber quién eres y de conocer a tus enemigos. Sobre todo en Mallorca, que siempre tiene bien marcado el listón de la mediocridad, y donde son despiadados con quienes se lo saltan.

Para mí que el Papa Francisco se nos va.

Se nos va por la edad, y estoy convencido de que dimitirá, como su predecesor. Entonces se verá si Francisco, de quien soy partidario, ha sido un accidente o ha cambiado a la Iglesia.

Estadísticamente, hoy no se le hubiera ocurrido a usted hacerse sacerdote.

Este es el problema, que no se me hubiera ocurrido, y habría pasado de largo de una cosa extraordinariamente buena. Estoy muy contento de haber dedicado mi vida a la plegaria y el estudio, de haber vivido los tiempos en que la policía venía a escuchar los sermones y confundía «ecumenismo» con «comunismo». Teníamos la sensación de ser protagonistas, de haber llevado a cabo una transformación de la sociedad.

Se quitan ustedes tantos vicios, que solo les queda la vanidad.

Jajaja. Nos queda el poder, que es normalmente ficticio, pero que a veces se traduce en la voluntad de controlar a personas, y entonces es un cáncer aunque cuente con la vacuna del Evangelio.

¿Nos salvaremos todos?

Me gustaría decirte que sí, pero eso incluye a Hitler. Se salvará todo aquel que haya vivido de cara al amor.

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