Las agresiones a las enfermeras de Baleares crecen un 87,4% en el último año

El Col·legi Oficial de Infermeres revela que si en 2021 se produjeron 143 ataques al colectivo, en 2022 estos crecieron hasta los 268

Una imagen de archivo de una concentración en Son Llàtzer por una agresión a un sanitario.

Una imagen de archivo de una concentración en Son Llàtzer por una agresión a un sanitario. / DAVID MARTÍNEZ

I. Olaizola

I. Olaizola

No está muy claro si el imparable aumento de las agresiones a las enfermeras durante el ejercicio de sus labores asistenciales obedece a que ahora estas profesionales se animan a denunciar más los ataques sufridos o a que los tres años y medio de pandemia han avivado la irritabilidad de los ciudadanos.

Pero lo cierto es que las agresiones a este colectivo han crecido un 87,4% en el último año. En números absolutos, los 143 ataques registrados en 2021 han aumentado hasta los 268 sufridos el año pasado, según registros del Consejo General de Enfermería (CGE) correspondientes al Sistema Nacional de Salud confirmados por Rosa González, vocal de enfermería del trabajo del Col·legi Oficial de Infermeres i Infermers de les Illes Balears (COIBA).

«Una de las hipótesis que barajamos para justificar este aumento es que las enfermeras se han plantado y se están preguntando hasta cuándo tienen que aguantar estas agresiones y han comenzado a denunciarlas dándoles más visibilidad», baraja Rosa González.

«Estamos formadas en habilidades de comunicación y sabemos ser empáticas con los pacientes, pero todo tiene un límite», añade.

Otra de las posibles explicaciones a este aumento exponencial de las agresiones al colectivo de enfermería de las islas podría encontrarse en la pandemia, en la factura psíquica que esta ha pasado al conjunto de la población.

Y así lo cree la responsable de enfermería del trabajo del Col·legi de Balears. «Pensamos que también puede haber causas multifactoriales detrás de este aumento. Una de ellas que tras la pandemia la población en general está más irritable y tolera menos las demoras en la atención. O que haya usuarios que piensen que tienen más derechos de los que en realidad les corresponden», sopesa Rosa González.

Consultas, admisión y Urgencias

Sea por los motivos que sean, la responsable del COIBA revela que el ámbito más habitual de estas agresiones es en las consultas, en las de los centros de salud por encima de las consultas hospitalarias.

El segundo lugar más conflictivo serían los servicios de admisión y los puntos de información. Y ya los servicios de Urgencias quedarían relegados al tercer lugar en cuánto a agresividad manifestada contra estas profesionales que velan por la salud de los ciudadanos.

Sobre el tipo de agresiones. González admite que en el COIBA carecen de un registro pormenorizado de las mismas pero sí habla de multitud de situaciones. «Hay manotazos, insultos, amenazas, empujones... Un paciente puede quedarse mirándote fijamente durante un rato y luego empezar a gritarte», enumera.

Son situaciones, subraya, que nadie debe soportar nunca, y menos cuando se encuentra trabajando como enfermera. Por eso desde el Col·legi de Infermeres se presta asesoría jurídica a todas aquellas profesionales que quieran denunciar estos hechos.

Con el número de colegiada

Unas denuncias que, revela, cuenta con una nueva herramienta: el interlocutor policial sanitario. Un agente que ayuda a las enfermeras a interponer la denuncia que, añade la vocal del Col·legi, que ahora puede hacerse sin tener que facilitar ni el nombre ni el carnet de identidad de la denunciante, basta con consignar su número de colegiada. «Solo tendrá que dar sus datos personales cuando comparezca ante el juez. Esto da tranquilidad a las denunciantes», sostiene González recordando que una agresión a un sanitario está más duramente sancionada porque está tipificada como un delito de atentado a la autoridad o contra un funcionario en el ejercicio de sus funciones.

Ya por último, el COIBA también ofrece asesoría psicoemocional a las agredidas que, si en un primer momento creen que la agresión no les ha afectado en demasía, días o semanas más tarde si pueden darse cuenta de que su impresión inicial era errónea.

«Pueden darse cuenta de que duermen mal o que empiezan a sentir ansiedad cuando acuden a su puesto de trabajo o que, simplemente, se sorprenden mirando a su espalda constantemente», concluye Rosa González.

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