Guillem Aguiló, el médico xueta que no pudo ejercer en Mallorca

Laura Miró rescata en un libro la figura del primer graduado en Medicina de la isla de apellido converso

VÍDEO | Laura Miró, profesora e historiadora: "Guillem Aguiló tuvo que servir como médico en el ejército fuera de la isla"

Redacción

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Laura Miró Bonnín (Palma, 1992) ha vuelto a incursionar en la temática xueta para rescatar la memoria de una figura desconocida, Guillem Aguiló i Forteza, el primer médico xueta que tuvo Mallorca. La profesora e historiadora acaba de publicar ‘L’admissió d’estudiants xuetes a l’Institut Balear. El cas de Guillem Aguiló i Forteza’ (Lleonard Muntaner editor), que ha sido reconocido con el XXII Premi Alexandre Ballester de ensayo. 

«Leyendo las cartas de Marià Aguiló me di cuenta de que se intercambiaba muchas con su primo, Guillem Aguiló. En ellas le contaba los problemas que tenía para ejercer como médico en Mallorca por el hecho de ser xueta», introduce Miró sobre el estigma y las discriminaciones que sufrió durante siglos la comunidad xueta de la isla (desciendes de judíos conversos).

Guillem Aguiló aprovechó el derribo de algunas barreras que se levantaban para quienes tenían un apellido xueta. En 1835 el Estado suprimió las cláusulas de pureza de sangre, por lo que a partir de ese año los xuetes podían acceder a unos estudios secundarios que tenían vetados. Un año después, en 1836, nació en Mallorca el Institut balear, el primer centro de estudios preparatorios para la Universidad que abría en la isla. Eliminada la traba de la pureza de sangre, Aguiló pudo matricularse. 

La salida del ejército

Después de completar su formación se marchó a Barcelona para convertirse, en 1846, en el primer graduado en Medicina xueta de Mallorca. Sin embargo, el estigma pervivía. «Los primeros años después de graduarse trabajó como médico ayudante en la isla, una especie de practicante. Pero tenía muchas dificultades porque era xueta y pocos mallorquines querían ponerse en sus manos. Se dio cuenta de que aquí le resultaría difícil ejercer, así que en 1848 se presentó a unas oposiciones para ser médico en el ejército. Fue pasando por diversos batallones fuera de la isla e intentó volver a Mallorca más de una vez, pero siempre hubo trabas», explica Miró. 

La sociedad mallorquina era entonces un entorno muy hostil para los xuetes porque pervivía «un estigma popular» que en la práctica les excluía de numerosos ámbitos. «La gente justificaba su marginación en mitos y leyendas como que eran los asesinos de Jesús», destaca esta historiadora, que se sorprende porque a día de hoy siga habiendo «mucho desconocimiento» en torno a esta cuestión. 

«No sé si ese estigma popular pervive hasta hoy día. A veces hago rutas guiadas por el centro histórico y mucha gente me dice que ignoraba la realidad de los xuetes. Para empezar a romper el estigma fue muy importante la publicación en 1966 de un libro, ‘Els descendents dels jueus conversos de Mallorca. Quatre mots de la veritat’, de Miquel Forteza. Incluía un listado en el que demostraba que no solo eran judíos conversos los habituales quince apellidos, si no que estaban más extendidos de lo que la gente se pensaba», subraya Miró.

Finalmente Guillem Aguiló no llegó a poder ejercer nunca en Mallorca. Pesó el apellido y también una muerte prematura, a los 39 años. «Intentó en diferentes ocasiones y por diferentes medios obtener una plaza en Mallorca, pero fue en balde. Solo regresó a la isla durante algún breve permiso, como cuando fue padre, nada más», manifiesta la autora. 

Influencia familiar

Es el cuarto libro que Miró publica sobre la cuestión xueta en Mallorca, ámbito en el que se ha especializado por que siempre ha estado presente en su familia. «Soy xueta, y era un tema un poco tabú en casa. Hablaba de ello con mi abuela y me decía que me callara. Pero ahora lo ha normalizado, así que el objetivo está en parte cumplido», celebra.

«Pienso que ha habido mucha gente en Mallorca que lo ha vivido como un trauma, pero no pasa nada por hablar de este tema. De hecho, es más positivo que negativo. Y a veces me han dicho que ya se ha escrito mucho sobre esta cuestión, pero no es cierto porque siempre encuentras cosas nuevas», concluye Miró. 

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