Otro testigo clave del caso Cursach se ha desdicho hoy en el juicio de las gravísimas acusaciones que lanzó en su día contra varios agentes de la Policía Local de Palma. El hombre, que tuvo condición de testigo protegido en la fase de instrucción, ha negado haber visto "coger sobres de dinero" a los policías acusados, pese a que en sus comparecencias anteriores señaló que cobraban mordidas de varios locales a cambio de tratos de favor. Su testimonio ha dejado en el aire los cargos por cohecho que todavía pesan sobre algunos imputados, por los que la Fiscalía reclama importantes penas de prisión. En multitud de ocasiones ha apelado a su desmemoria para no ratificar el contendido de sus declaraciones judiciales, en las que lanzó gravísimas acusaciones también contra políticos y empresarios. "No lo recuerdo", ha señalado hasta la saciedad, apelando a un tratamiento médico que está siguiendo como causa de su desmemoria. El tribunal le ha llamado la atención varias veces y estudia ahora abrir una causa contra él por falso testimonio, como han solicitado algunos abogados defensores.

Durante dos horas y media, el testigo protegido 16 durante la fase de instrucción del caso ha dicho no recordar buena parte de las acusaciones que formuló en su día. El hombre, que según han explicado los abogados defensores declaró una quincena de veces en la investigación, señaló a varios agentes de la Policía Local de Palma por cobrar "entre 200 y 1.000 euros" a cada establecimiento nocturno para retirar las sanciones y hacer la vista gorda con sus irregularidades. Llegó a decir que había visto al jefe de esa unidad, Gabriel Torres, "coger sobres", en alusión a estos sobornos. Hoy, en las primeras preguntas del fiscal, se ha retractado. "Nunca le he visto coger sobres de dinero. Eran con papeles", ha afirmado, apuntando a cuestiones burocráticas y no al pago de mordidas.

Respecto al resto de acusaciones que lanzó entonces, el testigo ha apelado en todo momento a su falta de memoria. Tanto que la presidenta del tribunal, Samantha Romero, le ha llamado la atención varias veces hasta amenazarle con una acusación de falso testimonio. "Aquí no estamos ni para pasar por tontos ni para perder el tiempo", "no se escapa a nadie que usted dio muchos detalles en sus declaraciones judiciales y está recurriendo todo el tiempo al 'no lo recuerdo', le ha dicho en diferentes momentos.

Las defensas han preguntado con insistencia sobre su relación con los agentes del grupo de Blanqueo, el juez Penalva y el fiscal Subirán, ahora investigados por sus presuntas irregularidades en la investigación. También ha dicho el testigo no recordar detalles sobre sus comparecencias judiciales. Aunque ha admitido que en aquella época tenía una causa abierta por un delito de robo, ha negado haberse prestado a testificar en el caso Cursach a cambio de un trato de favor en aquel proceso judicial. Ante la insistencia de los abogados sobre cómo se producían sus declaraciones, ha llegado a reconocer que en ocasiones eran charlas que luego los investigadores redactaban y le daban a firmar.

Una de las defensas ha pedido al tribunal que se abra una investigación contra el testigo por falso testimonio. A petición del fiscal Juan Carrau, la sala le ha pedido que aporte la documentación médica sobre el tratamiento que sigue para valorar esta posible acusación. El testigo ha aportado unos documentos que las partes han examinado.

En directo

Última actualización 14:09

Muchas gracias por su atención. Siga toda la actualidad en www.diariodemallorca.es

"Visto para sentencia", proclama la presidenta del tribunal, Samantha Romeroi. Después de 36 sesiones a lo largo de cinco meses y medio, concluye el juicio del caso Cursach.

Sbert, a los fiscales: "Creo que su disertación final debería emitirse en los programas de derecho. Deberían hablar de este caso en las universidades de la abogacía. Los que están fuera de aquí no saben lo que ha pasado. Seguimos siendo la mafia, seguimos siendo los malos. Pero ustedes han podido comprobar cómo somos", concluye.

"He estado 20 años a las órdenes de Bartolomé Cursach, hemos creado una empresa con 1.800 trabajadores. A él lo han arruinado y a mí también. Aceptamos la disculpa de todo el dolor que nos han hecho". Se dirige al fiscal Herranz para agradecerle sus palabras. "Tenemos que aprender a vivir con esta situación y así lo superaremos, nunca se podrá olvidar. He vivido el terror. Hice poner cámaras en mi casa, porque tenía miedo de que tiraran droga al jardín de mi casa. El terror, el miedo, la pena, la sinrazón, el odio... Todo eso te invade y dejas de ser tú", añade.

"Las lágrimas se han acabado. No creía en la justicia. En 2017 ya dije que estaban contaminados", asegura sobre Penalva y Subirán. "Estuve a punto de suicidarme. Tenía la mano en la barandilla de un puente", revela Sbert.

Habla también Sbert. "Nuestros padres nos han inculcado unos valores que hemos transmitido a nuestros hijos. El respeto, el compromiso con tu familia y que la Policía, la justicia, los fiscales eran buenos. De pronto nos encontramos en prisión. Aparece San Antonio [dice sobre su abogado] y me dice que no ve ningún delito y que cree que estamos ante la tormenta perfecta: un juez, un fiscal y un periódico que les daba altavoz", afirma. "Yo he perdido mi trabajo. Destruyeron las empresas que construimos con el señor Cursach. Estoy arruinado, pero absuelto. El que más alegre estaba de estar ante la Justicia era yo. Nosotros no hemos hecho daño a nadie", asegura.

Habla ahora Carlos Tomás, otro de los policías absueltos, que carga contra los agentes del grupo de Blanqueo de la Policía Nacional entre lágrimas. También apoya al policía condenado por acosar a Sonia Vivas.

Interviene también Rafael Amengual, otro de los policías absueltos. "Nunca hice nada delictivo. Me buscaba la vida como cualquier otra persona y siempre he mantenido el uniforme limpio", afirma. "A mi padre le prometí que limpiaría el nombre mi familia y ahora creo que por fin lo podré limpiar. Y mi padre, ahí donde esté, lo verá", dice entre lágrimas. "Espero que nunca más vuelva a pasar lo que ha pasado con nosotros. La Policía Local puede volver a llevar la cabeza bien alta", concluye.

La presidenta del tribunal escucha emocionada y secándose las lágrimas las declaraciones de los acusados.

También toma la palabra Jaime Nadal, funcionario del Ayuntamiento de Calvià absuelto. Habla de su paso por el proceso como una "selva oscura". "Como servidor público, ese grupo organizado pretendió arrebatarme lo único que poseo: el trabajo bien hecho y la credibilidad delante del administrado. Se me pretendió arrebatar de cuajo un trabajo de 30 años", afirma. Agradece la labor de los fiscales y de sus abogados.

"Estirando de ese hilo, aquí ha salido ese interés político en vilipendiarnos", añade Franco, que relata las consecuencias personales que ha tenido para él y su familia. "Soy policía desde hace 28 años y estaba cansado de decirles a detenidos que en el juzgado se aclararían las cosas. Hasta hoy había prometido que no volvería a decirlo. Creo que ahora lo podré volver a decir".

Interviene también otro Feliciano Franco, policía que también ha acabado absuelto: "Se nos acusó de cosas que se han demostrado inciertas. Rozaba lo grosero", señala. Acusa al Ayuntamiento de "connivencia" y apunta a la regidora Angélica Pastor. "¿Por qué? Mi opinión es que son ocho años de legislatura de un pacto de progreso que sacó un rédito impresionante de fustigarnos públicamente en la plaza de Cort", sostiene. También defiende a Rafael Puigrós, condenado por el acoso a Sonia Vivas.

Prosigue Torres: "A riesgo de que el tribunal me riña, diré que hoy en día hay un gran profesional en prisión. Rafael Puigrós está condenado por una investigación que hicieron el mismo equipo. Se merece una revisión de su condena".

El otro policía acusado renuncia a la última palabra. Sí lo hace Gabriel Torres, exjefe de la Patrulla Verde que ha sido absuelto. "Todos volveremos a creer en la Justicia y ustedes son los responsables. Hemos pasado siete años y medio muy duros", afirma. Apunta a intereses espurios de uno de los policías que ha sido testigo de las acusaciones. "Vicente Gómez quería mi plaza y la forma ha sido esta", sostiene. "Hubo otro incidente. Un día vino Subirán con un alto cargo del PSOE que tenía un problema de ruidos de aires acondicionados en su casa. Le traté exquisitamente. Le expliqué el procedimiento. Le puse uno de los mejores técnicos en mediciones sonométricas. A los cuatro o cinco meses empezó a llamarme para ver qué había de lo suyo. Apareció en el cuartel y empezó a hacer quejas un día tras otro, diciéndonos de todo. Al cabo de dos semanas, Subirán fue al despacho del intendente jefe Antonio Vera. Estaba fuera de sí. Vera me llamó para que fuera con el expediente. No dijo de todo y cuando salió, nos dijo: 'Soy un perro de presa y cuando muerdo no suelto'". "Yo fui a prisión nueve meses y medio, estuve tres años y nueve meses suspendido de empleo y sueldo y el que hizo la medición estuvo un mes en prisión. Esta fue la mordedura del fiscal".

Gabriel Mayol, uno de los policías aún acusados, hace uso de su derecho a la última palabra: "Creo que volveré a creer en la justicia. Estaba totalmente decepcionado. Yo no lo pasé tan mal como lo ha pasado mi esposa, que es trabajadora del juzgado. Durante toda la instrucción, en los pasillos, los instructores le hablaban de mí. Eso me dolió mucho. Ha tenido que venir a verme a prisión a Palma, a Logroño y a Castellón. Por lo demás, quiero agradecer a la gente que ha trabajado mucho para defendernos y que saliera a la luz todo lo que nos ha pasado. El ministerio fiscal nos han dejado... No sé cómo agradecérselo. Realmente es para quitarse el sombrero".

"El tribunal ha actuado con rigor y escrupuloso cumplimiento de la legalidad. Me he tenido que emplear a fondo pero lo único que he pretendido es que todo el mundo pudiera defenderse", expone la presidenta del tribunal, Samantha Romero.

Concluye Oliver.

Ver más