Los psicólogos y los sociólogos lo tienen claro, la relación entre el consumo de pornografía y la violencia sexual es evidente y la clave para luchar contra ello es una buena educación afectivo-sexual.

Así lo han explicado este viernes María Dosil, profesora en la Universidad del País Vasco; Lluís Ballester, investigador social y profesor de la UIB; y el psicólogo y sexólogo clínico Alejandro Villena durante la jornada sobre 'El impacto social y en las relaciones de la pornografía. Un enfoque sociológico, clínico y psicológico' que ha tenido lugar en CaixaForum de Palma.

Según Ballester, la industria del porno es tan "bestial" que llega a los jóvenes antes de los 12 años debido al acceso que tienen al móvil. "Se trata de un inicio sutil, pero precursor del imaginario sexual", desgrana, para además añadir que uno de los canales de difusión son los videojuegos. ¿Las claves de este acceso? En palabras del profesor de la UIB han sido los cambios tecnológicos que se empezaron a producir en 2008, ya que las tecnologías de cuarta generación "permitieron el consumo gratuito e ilimitado de la pornografía", lo que, señala, provoca cambios en las percepciones y actitudes de estos consumidores cada vez más jóvenes.

En "la nueva pornografía", como así la describe Ballester, no se ve un vínculo seguro entre los participantes, ni se ve consentimiento, ni tampoco un placer compartido y ello genera impactos sobre la conducta, ya que uno de los efectos de esta industria es la reducción de la satisfacción sexual, lo que en ocasiones deriva en buscar contenidos violentos "porque ya no se satisfacen", puntualiza.  

Según el investigador, la pornografía "engancha" tanto que los consumidores "llegan a percibir que sin wifi no hay activación sexual", lo que deriva en que 50.000 jóvenes de Baleares presentan un consumo problemático de pornografía. En este sentido, Ballester asegura que la mejor prevención es la educación afectivo-sexual. En ello coincide con María Dosil, que la califica como "fundamental".

La profesora de la Universidad del País Vasco ha profundizado durante su ponencia sobre la socialización de género y el impacto de la misma en la pornografía. Así, ha destacado que nos encontramos en una sociedad en la que "creemos que estamos educados en la igualdad", pero que a la hora de relacionarnos "nos es difícil identificar la violencia". En este sentido, Dosil ha resaltado que la socialización "perpetúa la masculinidad hegemónica", lo que hoy en día se ha desplazado" hacia la satisfacción del deseo del hombre cosificando a la mujer e hipersexualizando todo", lo que supone un problema evidente de cara a las relaciones.

Lo que ocurre, por lo tanto, según ha explicado, es que "la pornografía hace que se construya una vida sexual desde la virilidad para complacer al hombre, dejando de lado el deseo de la mujer", siendo evidente la relación entre el consumo de esta industria y la violencia sexual.