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Las plantillas turísticas asumen que toca trabajar «a destajo» este verano

La caída de ingresos durante los dos últimos años hace que esta temporada se busque sumar todas las horas posibles y renunciar a días libres

Este verano se espera una llegada masiva de turistas sumada a una falta de personal. B. Ramon

«Este verano no va a haber nadie en el sector turístico que vaya a trabajar ocho horas diarias y disfrutar de dos jornadas libres a la semana», subraya un responsable sindical de las islas, mientras que otro reconoce que las plantillas de la planta hotelera o de la restauración van a tener que desarrollar su actividad «a destajo». Pero casi nadie se va a quejar de ello, se añade. Porque los asalariados dedicados a esas actividades han pasado los dos últimos años sufriendo un notable recorte en sus ingresos debido a las restricciones aplicadas durante la pandemia, y la práctica totalidad se enfrentan a esta temporada turística con la intención de elevar al máximo sus retribuciones, ampliando jornada y renunciando a alguno de sus días de descanso, con la ventaja de que la escasez de personal que están sufriendo las empresas hacen que éstas sean especialmente partidarias de solventar sus problemas de esta manera, según se afirma.

UGT y CC OO llevan tiempo lamentando el impacto que las sobrecargas de trabajo tienen para la salud de los trabajadores (las islas son la autonomía con la tasa de accidentalidad laboral más alta de España debido precisamente a los siniestros de carácter leve, muchos de ellos relacionados con los sobreesfuerzos), pero algunos de sus representantes señalan que durante este año este mensaje no es bien recibido por la mayor parte de los trabajadores, de ahí que se vaya a optar por «mirar hacia otro lado» siempre y cuando la ampliación del horario laboral se haga por acuerdo con el trabajador y sea compensada respetando la legalidad. O lo que es lo mismo, se pague con el correspondiente importe económico o con la compensación contemplada mediante la prolongación del contrato, es decir, por cada cinco días libres a los que se renuncie, siete más de vacaciones pagadas a finales de la temporada.

Sin embargo, desde ambas organizaciones sindicales se subraya que en el caso de que la prolongación de jornada venga impuesta por la empresa pese al desacuerdo del empleado, o no se compense adecuadamente, se presentará la correspondiente denuncia ante la Inspección de Trabajo, y en este sentido se apunta que ya se tiene sobre la mesa algún caso de estas características.

Pero en general, se reconoce que este verano va a haber pocas peleas por ese motivo. Uno de los representantes de los trabajadores de hostelería recuerda que durante 2020 y buena parte de 2021, la mayoría de los asalariados del sector han tenido que salir adelante afectados por algún expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) o cobrando la prestación extraordinaria que se creo para el caso de los fijos discontinuos, a lo que hay que sumar que la temporada turística del pasado ejercicio no se inició hasta junio, lo que provocó que fuera más corta de lo habitual.

Eso ha provocado que los ingresos que este colectivo ha recibido durante los dos últimos ejercicios hayan sido notablemente más reducidos de lo que venía siendo habitual, con muchos casos en los que se ha tenido que echar mano de los ahorros familiares.

Eso explica que este año se acuda al trabajo con ganas de resarcirse y de ganar «todo el dinero posible», con una predisposición general a hacer todas las horas extras que proponga el empresario.

Eso es algo que este año le va a ir muy bien a las empresas, que llevan meses quejándose de que no encuentran al personal cualificado necesario para afrontar un verano que se vaticina como de récord por lo que a cifras de visitantes se refiere.

Hay que tener en cuenta que desde las patronales vinculadas a la restauración, el ocio nocturno o incluso el comercio se llevan semanas dando la voz de alarma respecto a la escasez de trabajadores con la cualificación adecuada para hacer frente a las tareas que se les encomiendan, en parte por las resistencias que muestran algunos antiguos empleados residentes en la península a trasladarse hasta Balears debido al elevado precio de los alquileres.

Desde las organizaciones sindicales se señala que hay establecimientos turísticos, especialmente en el caso de las pequeñas empresas hoteleras de las zonas norte y del levante mallorquín, que se encuentran con que la plantilla de la que finalmente disponen es inferior a la prevista.

Eso lleva a vaticinar que este hecho, sumado a las bajas por enfermedad o accidentes leves que habitualmente se producen cada verano, va a hacer que en algunos momentos del verano algunos trabajadores vayan a tener que asumir en solitario funciones que en teoría deberían de desarrollarse en equipo, mediante las citadas prolongaciones de jornada o renuncia a una de las jornadas de libranza semanal, con la correspondiente compensación.

El temor, según se reconoce, es el impacto que todas estas circunstancias van a tener sobre la salud de muchos trabajadores a lo largo de una temporada estival que se reconoce como anormal.

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