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Pere Salvà: «O nos salva la inmigración o nos vamos a la jubilación a los 75 años»

«La pandemia ha demostrado los excesos del turismo de masas y la gran dependencia hacia él» - «Por una cuestión resolutiva convendría que Mallorca fuese una Área Metropolitana»

Pere Salvà, en el despacho de su casa de Sant Jordi (Palma), durante esta entrevista.

El coronavirus ha trastocado prácticamente todos los ámbitos de la sociedad. Pere Salvà, catedrático de Geografía Humana y profesor emérito de la UIB, es uno de los grandes expertos en los cambios rurales o los efectos del turismo sobre la economía, y recibe a Diario de Mallorca en su domicilio para hablar de las consecuencias de la pandemia en diferentes niveles como la inmigración, el crecimiento rural o la sostenibilidad.

Pere Salvà destaca que el coronavirus «nos obliga a cambiar de modelo de turismo», y que la inmigración tendrá un papel clave sobre todo para el tema de las pensiones. La pandemia también incidirá en cambios a nivel territorial, con una ciudad, Palma, que pierde y perderá peso de población en favor de los pueblos, por lo que el geógrafo vaticina una proliferación de los ‘pueblos dormitorio’ como Marratxí, Llucmajor o más recientemente Santa Maria. Así, el coronavirus no solo afecta a la economía, también «provocará un cambio de comportamiento social», augura.

¿Qué diferencia al coronavirus de otras pandemias anteriores, con un colapso mundial que contrasta con el momento de la medicina más avanzada?

Hay una cuestión de concepción. En el mundo occidental no se pensaba en un problema de la medicina sin solución, y ha habido un virus que en el siglo XXI nos ha demostrado que no teníamos defensas. Aplicamos exactamente lo mismo que se hizo en la epidemia de la gripe de hace cien años: mascarillas, distancia social y confinamientos. El problema es el gran aumento de la urbanización, de la concentración de población y de la movilidad, y una falta de concienciación de que lo habíamos superado todo. 

Según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo), hasta el 28 de abril hubo un 63% más de muertes que la media entre los mayores de 74 años. ¿Se puede seguir hablando de ‘El siglo de los centenarios’ con pandemias y epidemias cíclicas que atacan en gran parte a los mayores?

Posiblemente se tendría que revisar, pero creo que sucederá igualmente, los centenarios tienen defensas fuertes dentro de lo que cabe. Además, en Balears no salen los extremos de mortalidad como a nivel estatal, nos movemos en unas 8.000 muertes anuales, así que las provocadas por el coronavirus representan entre un 5% y un 7%, son niveles bajos. 

«Con la situación actual y la crisis económica se dará una bajada de la natalidad»

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Desde 1975 en Balears se ha pasado de casi tres hijos por mujer a apenas 1,2, y además se convierten en madres unos cuatro años más tarde. ¿La crisis económica y social ahondará más en la baja natalidad, con una desincentivación para tener hijos ante la falta de ingresos?

Posiblemente sí. En el inicio del confinamiento pensábamos en un hipotético aumento de la natalidad si estábamos encerrados poco tiempo y la economía repuntaba, pero con la situación actual y la crisis económica se dará una bajada de la natalidad.

Por contra, ¿un futuro ‘boom’ económico aupado por las ayudas de la UE podría venir acompañado de otro ‘baby boom’, como en los años 70?

Cada gran repunte de la inmigración ha supuesto un baby boom, ya que suele ser gente joven -quitando a alemanes e ingleses, que en gran parte es una inmigración residencial- que concibe sus hijos aquí, y no es que tenga más de la media, pero los tiene aquí. Esto pasó en Balears en los 70 con la inmigración peninsular, y del 1994 al 2008 con una inmigración extranjera. Por lo tanto, si vuelve a haber otro gran aumento de la migración, no hablaría de un baby boom, pero sí de un repunte importante de los nacimientos.

«O nos salva la inmigración o nos vamos a la jubilación a los 75 años»

¿Qué papel tendrá la inmigración, que ha supuesto el 75% del crecimiento absoluto de Balears en los últimos 40 años?

Será un punto clave. Los inmigrantes laborales vienen en busca de una mejor vida, así que cuando hay una crisis económica tienen la esperanza de una pronta recuperación y resisten siete u ocho meses. Si no ven perspectivas de mejora, buscarán otros enclaves, por lo que la tendencia anual de crecimiento poblacional puede verse revertida si, sobre todo antes del verano por la fuerza del turismo, no hay una reactivación económica. De hecho, ya ha habido un efecto importante en la inmigración laboral que reside en Balears: han disminuido un 80% las remesas que envían a sus familias que viven en su país de origen, especialmente en el caso de los marroquíes y latinoamericanos. Por lo tanto, ahora son todavía más dependientes de nuestro futuro laboral.

La nacionalidad británica es la cuarta con más peso poblacional en Balears y uno de los grandes países emisores de turistas. ¿La coyuntura de la pandemia y el Brexit provocará un cambio en esta relación?

Una gran parte de los británicos residentes en Balears vendieron sus propiedades en Inglaterra para hacerse su residencia aquí. Con esto se evidencia el gran problema de los ingleses que viven en enclaves mediterráneos, que no pueden volver a su país de origen. Además, ya aparecen, especialmente entre los alemanes y austriacos, los birresidentes o trirresidentes, es decir, personas con viviendas en Balears, pero también en Italia o Grecia, por ejemplo. Con su actitud contraria al turismo de masas, alquilaban su residencia en Balears y se iban a un lugar más tranquilo.

«Aplicamos exactamente lo mismo que se hizo en la epidemia de la gripe de hace cien años: distancia social, mascarillas y confinamientos»

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¿Han pasado factura los años del turismo de masas?

Totalmente, la pandemia ha demostrado la gran dependencia y excesos del turismo de masas; aquí siempre se ha priorizado la economía sobre la salud y la demografía. Antes de la pandemia ya se decía que en este siglo se revertiría esta situación, y la covid lo ha mostrado: las propuestas deben poner por delante a la salud y la población. 

Por lo tanto, aboga por otro tipo de modelo turístico.

La sociedad está cada vez más concienciada de que no podemos seguir con la congestión que suponía este modelo turístico. En los años 70 ya se hablaba de la gran concentración del turismo en el verano y en general no tenemos experiencia turística en otros sectores. Aquí el turismo nos ha dado de comer, así que no hemos necesitado innovar, y el coronavirus nos obligará precisamente a esto. Se ha echado en falta una palabra famosa hoy en día, la resiliencia, es decir, el poder de resurgir de situaciones desfavorables como la actual. También necesitamos un cambio de imagen para cambiar de modelo. Esta imagen de saturación en verano nos lleva a un turismo barato y degradado, algo que se ve aupado por los medios de comunicación, centrados en el turismo de alcohol. 

Usted destaca en algunas publicaciones la problemática de la soledad de las personas mayores, un hecho sin duda agravado con el confinamiento.

Es uno de los grandes problemas de este siglo. A partir de los 80 años, aproximadamente hay el doble de mujeres que de hombres en Balears. Esto crea una mujer que vive sola, y que hoy en día es una mujer que no ha trabajado porque ha sido ama de casa, por lo que depende mayormente de las pensiones que tenían sus maridos, que en muchos casos eran las mínimas. Además, hasta los años 70 los hijos se hacían cargo de los padres en mayor medida, ya que la mujer se encargaba de ello. Ahora trabajan las dos unidades familiares, así que se dificulta el cuidado de los padres.

«Aquí el turismo nos ha dado de comer, así que no hemos necesitado innovar, y el coronavirus nos obligará precisamente a esto»

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Ha llegado a cuestionar la sostenibilidad futura de la jubilación antes de los 75 años. ¿Lo será con el envejecimiento poblacional actual y el alto paro juvenil?

Si no cambia el modelo actual con la baja natalidad, dependeremos de la inmigración, y solo funcionará si tienen los mismos derechos y obligaciones que nosotros. O nos salva la inmigración o nos vamos a la jubilación a los 75 años. Por otro lado, sorprende que si tenemos medio millón de lugares de trabajo haya tantos jóvenes en paro. Hay personas que se forman cuatro años, y después el empresario prioriza el que le cueste menos dinero. Para fomentar el cambio de modelo turístico y social, se necesita formación, pero también una concienciación de los empresarios.

¿El coronavirus aupará la realidad de los ‘pueblos dormitorio’?

La pandemia nos ha hecho ver que las ciudades no pueden estar tan concentradas. Hoy existe un gradual retorno a la ‘España vacía’ de gente que vivía en la ciudad, y posiblemente los censos de población de los municipios baleares crezcan y proliferen los ‘pueblos dormitorio’, con el problema de que aunque vivan en el pueblo, muchos seguirán comprando en la ciudad.

¿Podríamos llegar así a una Área Metropolitana de Palma, parecida a la de Barcelona?

Es una cuestión que ya existía en los años 70. Por un tema resolutivo convendría que Mallorca fuese una Área Metropolitana para reequilibrar así el territorio o mejorar la gestión de servicios básicos como la salud. No cada municipio puede tener hospitales, pero sí una mayor accesibilidad a ellos, y aquí coge mucha relevancia el transporte público.

«El problema de Palma es que se piensa a corto plazo, a cuatro o cinco años vista, lo que impide las transformaciones»

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¿Esta descongestión y la falta de turistas influenciarán en el fenómeno de la gentrificación?

En el centro de Palma ha habido una gran disminución de pisos turísticos, pero hay muchos propietarios que están esperando a ver cómo se presenta el verano. La gentrificación expulsa a población autóctona de la ciudad por la especulación, pero también se da ya en los pueblos, con la transformación de propiedades tradicionalmente del campesinado con un uso agrario en simples residencias.

¿Con ciudades más descongestionadas puede llegarse a una extensión de la peatonalización urbana?

Aquí entra una idea ya extendida, que es la medio ambientalización de la ciudad pero nada funcionará si no hay una intensificación de transportes urbanos pequeños y sostenibles, como autobuses eléctricos. Si peatonalizamos la ciudad pero construimos parkings no solucionas el problema, ya que seguirá habiendo una entrada importante de vehículos. Los modelos de ciudad se deben pensar a medio plazo -15 o 20 años como mínimo-, y el problema de Palma es que se piensa a corto plazo, a cuatro o cinco años vista, lo que impide las transformaciones.

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