Acostumbrados a los contratiempos, en la época de la Covid-19 su fuerza de voluntad y sacrificio para generar empleo y realizar servicios necesarios para la sociedad se ha visto, si cabe, todavía más reforzada. Tampoco les queda otra. Ellos son el pequeño autónomo, motor de una economía que fluctúa al son que marca la nueva crisis económica. Olvidados en muchas ocasiones, pero combatientes siempre.

"Evidentemente se me ha pasado por la cabeza cerrar el negocio, es una opción que he barajado, y como yo, muchos otros compañeros, pero hay que intentarlo. Son muchos años ya luchando y tirar ahora la toalla tampoco es una opción". Pedro Francisco Gil resume el sentir del trabajador por cuenta propia. Este mallorquín es propietario de Sin Rumbo Mallorca (www.sinrumbomallorca.com), una pequeña empresa de alquiler de embarcaciones y organización de excursiones situada en el Port d'Andratx. Lo que debía ser un año cargado de proyectos y donde tenía puestas todas sus ilusiones, pronto se fue al traste.

"Nuestra actividad en el sector náutico empieza a generar ingresos precisamente en el mes de marzo, justo cuando el mundo entero se paraliza", sostiene este joven palmesano: "Lo que no ha cesado es el pago por la cuota de autónomo y el del alquiler de los amarres, todo eso ha seguido su cauce habitual sin que nadie se preocupe por nosotros". Con la actividad totalmente parada, los gastos no han dejado de llegar: "Teníamos terminantemente prohibido salir a navegar con clientes hasta hace solo unos días, el Govern no ha luchado por nuestros intereses y se evidencia una gran descoordinación entre el Gobierno central y las comunidades".

El náutico es, junto a la hostelería, uno de los sectores que más ingresos genera en la isla durante los meses estivales, por ello desde el entorno naval no se entiende el grado de despreocupación que ha habido hasta la fecha.

"Hay una incongruencia que somos incapaces de entender y que está conduciendo a la economía náutica hacia la destrucción. Existe mucha insensatez y falta de conocimiento de nuestro sector, por ejemplo, ¿qué sentido tiene no poder salir a navegar más allá de las 12 millas? ¿Nos contagiaremos por rebasar esa distancia?", critica.

Otro de los puntos calientes se focaliza en la normativa que ha permitido la navegación de recreo para particulares ha permitido la navegación de recreo para particulares desde hace ya varias semanas y no así para el alquiler de embarcaciones. "Existen unas discrepancias rotundas en cuanto a las habilitaciones que hay para unos y otros pese a tratarse del mismo tipo de embarcación. Al particular se le deja salir a navegar por simple devoción, mientras que al empresario no se le ha dejado. Eso lo único que incrementa es el chárter pirata y te hace plantearte si vale la pena seguir trabajando acorde a la ley", censura.

Pese a los numerosos baches que Gil se ha encontrado en el camino, nadie ha impedido que siga mostrándose esperanzado. "Este enero me volqué en un proyecto para la creación de una escuela de náutica. Aunque doy la temporada casi por perdida en lo que al alquiler de embarcaciones se refiere, sí espero poder generar algún ingreso durante los últimos meses del año. El 80% de los clientes con los que trabajo son mallorquines y peninsulares, así que con un poco de suerte, también se moverá un poco el producto durante los próximos meses", sentencia.

Damnificados por la crisis

Balears concluyó 2019 con 90.509 afiliados a la Seguridad Social de trabajadores autónomos, lo que supuso un incremento interanual del 1,8%. Los daños del coronavirus en el mercado han calado de lleno en este sector del mundo laboral, siendo uno de los más damnificados por la crisis. Solo en el mes de marzo se tramitaron más de 300.000 solicitudes de cese de actividad en todo el territorio nacional. Pese a que durante mayo los datos reflejan una suma de autónomos, cuyo mayor crecimiento se ha producido precisamente en Balears, solo se trata del espejismo de una realidad basada en la ya conocida temporalidad.

Las tiendas de souvenirs no son ajenas a la dura temporada que les espera. Regalos Tikal, situada en el palmesano barrio del Terreno y especializada en la venta de marroquinería, lleva más de 35 años luchando al pie del cañón. Nasija Mohamed regenta el pequeño negocio familiar. "Pese a que desde el pasado 4 de mayo, con el inicio de la fase 0, ya teníamos permitida la apertura de la tienda, no fue hasta el día 18 que nos pusimos manos a la obra. Sin turistas no hay ventas y sin ventas, lógicamente, tampoco hay ingresos", señala resignada. "Tenemos la suerte de contar con una clientela habitual en el barrio que se acerca a la tienda a comprar producto mallorquín, como espardenyes o avarques menorquinas, pero se hace difícil sobrevivir solo con eso", descubre.

Es momento de tomar decisiones. "Esta dichosa pandemia, si algo nos ha enseñado es que la relación con los clientes ha cambiado. Ahora estudiamos la posibilidad de implementar el negocio a internet. Sabemos que hay que actuar si no queremos arruinarnos. Si hace solo unos meses esa idea no se nos pasaba ni por la cabeza, ahora la vemos como una herramienta clave para incrementar las ventas y conseguir que el negocio sobreviva", señala Nasija.

Los altos alquileres que pagan este tipo de negocios no ayudan en estos momentos y la mayoría de tiendas dedicadas al turismo se encuentran ahora mismo al borde de la quiebra. Volver a reactivarse resulta complicado si el extranjero no llega a la isla. "Lo único que nos está salvando el mes es la venta de lotería, puesto que somos también una administración, aun así también ha habido un gran bajón y todavía faltan muchos sorteos que reactiven el negocio. Esperamos que con la Quiniela y la Lotería Nacional nuestro cliente regrese, pero somos conscientes de que ellos tampoco van a tener el mismo dinero con el que invertir", indica.

Durante los dos meses que las administraciones de todo el país permanecieron cerradas al público, Loterías y Apuestas del Estado facturó una media de 120 millones de euros menos por semana. La vuelta a la 'nueva normalidad' todavía dista mucho de la realidad. "Los autónomos de las administraciones somos conscientes de que esta crisis empeorará aún más la situación del sector, puesto que la profesión ya arrastra un bajón desde hace años. Se prevé un 50% menos de ventas este año", zanja.

El negocio inmobiliario vive en vilo la crisis sanitaria y económica que azota a todo el mundo. El coronavirus ha dejado en el aire la firma de muchas operaciones y ha frenado la compraventa de viviendas. La incertidumbre se cierne sobre un sector que en los últimos años ha experimentado un importante dinamismo, con un peso muy importante en el crecimiento económico de España. Home Finder Mallorca (www.homefindermallorca.com) es una pequeña inmobiliaria de la isla que lleva más de 25 años trabajando en el sector.

"Mi mercado depende muchísimo del turismo. Un tanto por ciento muy elevado de mis clientes buscan en Mallorca su segunda residencia y estimábamos que en Pascua iba a haber mucho movimiento porque muchos compradores aprovechan esas fechas para acercarse a la isla y cerrar la transacción de alguna vivienda. Con la llegada del coronavirus, lógicamente, todo eso se paralizó", explica Piers Lloyd-Cox, propietario del pequeño negocio.

Reajuste de precios

Una de las lecciones más evidentes que ha dejado la crisis es la necesidad de apostar por la tecnología. La Covid-19 ha impulsado la transformación digital de la que el sector llevaba años hablando, pero que muchas empresas inmobiliarias no terminaban de llevar a cabo. "El tiempo que me ha dado esta cuarentena lo he aprovechado en casa para reciclarme. Todo el tiempo del que antes no disponía lo he volcado ahora en reinventarme, estudiar el mercado, el uso de las redes sociales para implementar el marketing y ponerme al día con las leyes que está creando el Gobierno para acelerar la venta de viviendas. El sector inmobiliario es muy potente en internet y, sin la posibilidad de que el cliente pudiera ver la casa, había que encontrar vías para enseñársela. Pese a todo, vender una vivienda por FaceTime -videollamada en directo-, se presume casi imposible hoy en día. El comprador necesita sentir, vivir y oír lo que tiene a su alrededor y una cámara eso todavía no lo proporciona", relata.

Este sector se verá especialmente castigado por la crisis, ya que se prevé un desplome de las ventas de hasta el 25% y un especial castigo para el mercado de segunda mano, del que viven la inmensa mayoría de las agencias. "Está claro que va a haber un reajuste de precios, pero las estimaciones indican que, pese a que las ventas caerán con fuerza durante los próximos trimestres, el mercado comenzará a recuperarse en la primera mitad de 2021", estima el joven autónomo.

El espíritu emprendedor se ha puesto una vez más a prueba en estos casi tres meses de estado de alarma. Una situación excepcional que no se contemplaba en ningún plan de negocio y que ha obligado a los autónomos a adaptarse a las nuevas necesidades del cliente. Es el caso de Ana Cortés, mallorquina que posee un pequeño negocio Mandana en la calle Fábrica de Santa Catalina. "Todo sobrevino de manera muy rápida, de un día para otro las barreras del negocio no se podían levantar. Supongo que pasas por diferentes estados, de la frustración inicial a la comprensión, hasta llegar al optimismo que muestra ahora hablar del futuro", explica.

Desde el día 1 de la fase 0, la pequeña tienda de abalorios y alta bisutería artesana reabrió sus puertas. "Aunque en el negocio empecé trabajando casi únicamente el aluminio, a lo largo de los siete años de vida que tiene siempre me he ido reinventando. En los últimos meses algunos de los objetos que más vendía eran pequeños bolsos y carteras artesanas. Así fue como, a dos días de reabrir el negocio, se me ocurrió la idea de fabricar mascarillas de tela para estos tiempos que corren y la acogida no ha podido ser más buena", señala.

"Tomé patrones que vi por internet y me puse manos a la obra. Ha habido una gran demanda y hasta me he visto saturada por las peticiones durante los días en los que el Gobierno exigió su uso para salir de casa", destaca. "Los motivos mallorquines, como la 'tela de llengo' es uno de los más demandados, pero trabajo con todo tipo bajo petición", indica. "Ahora vienen muchos clientes pidiéndome una mascarilla a juego con el bolso. ¡No te puedes ni imaginar la cantidad de gente que se lleva el pack completo!", reconoce entusiasmada.

Esta pequeña autónoma reconoce que la idea de fabricar mascarillas le ha ayudado a sobrellevar de la mejor manera el fuerte varapalo que ha supuesto para su negocio la crisis del coronavirus. "El alquiler del local, los gastos de autónomo... Todo eso no ha dejado de llagar, mientras que ha habido casi dos meses de cero ingresos en la tienda. Las ayudas que aportan al autónomo resultan insuficientes, pero no nos queda otra que adaptarnos. Ahora estoy intentado pedir los 2.000 euros que ofrece el Govern, analiza.

Fuerza, ganas, ideas e ilusión no les falta a ninguno de ellos. El coronavirus no ha podido por el momento con sus pequeños negocios y, con más o menos optimismo, otean el futuro en busca de nuevos ingresos. Para todos ellos las ayudas "han sido insuficientes" y el turismo "una necesidad" para reactivar su economía. El pequeño autónomo, en muchas ocasiones olvidado, sigue mostrándose combatiente. Tampoco les queda otra.