Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Boulevard

Cambio climático, vende tu casa a un sueco y vete a Suecia

Las mansiones que se construyen para que los mallorquines no puedan vivir en ellas deberían pagar impuestos que sufraguen las depuradoras, igual que en la comunista Nueva York

Para que los mallorquines paguen lo mismo que un extranjero, hay que triplicar el precio de las casas en la isla.

El nuevo Pacto de Progreso tampoco ha aclarado por qué permite que se construyan casas en las que pueden vivir los suecoalemanes pero no los mallorquines. A la espera de una explicación detallada, la mejor operación para un aborigen consiste en venderle su vivienda a un sueco mientras haya demanda, y largarse después a Suecia para huir del cambio climático sahariano que se abate sobre la isla.

Así que llegue el verano, el comprador sueco cargará con la hipoteca y el calor insoportable. Mientras tanto, el mallorquín avisado y avispado disfrutará en Escandinavia de una temperatura que en solo un lustro igualará a la que disfrutábamos en la isla hace décadas. No hemos de resignarnos a ser los perdedores históricos, el cambio climático puede convertirse en nuestra primera victoria.

Mientras sigamos por aquí, Mallorca padece un problema de depuradoras. También tenemos la solución. Los compradores de las mansiones, que se construyen para que los mallorquines no puedan vivir en ellas, deberían abonar para dicho fin un 3,9 por ciento del precio de la vivienda.

Parece un saqueo de matriz comunista, hasta que se advierte que dicho porcentaje ha sido impuesto por el ayuntamiento de Nueva York a quienes adquieren una propiedad en Manhattan. La cantidad recaudada servirá para renovar el renqueante Metro neoyorquino. Admitamos que el Govern se lo regalaría a los hoteleros que especularon con Thomas Crook, pero se capta la idea.

Ahora que Podemos vota lo que diga Vox, los observadores de izquierdas desde el exterior del Govern atribuyen los precios obscenos de la vivienda en Mallorca a la voracidad capitalista y demás zarandajas. Se insinúa que las autoridades no interrumpen la sangría por su actitud lacayuna. Un discurso muy aburrido, a la par que falso. Los responsables de Vivienda no resuelven los problemas habitacionales porque los desconocen. Así de sencillo.

Verbigracia, la ciudad de Vancouver situada en la dictadura canadiense aplicó un impuesto del quince por ciento a las compras de residencias a cargo de extranjeros. Ya imbuidos de estalinismo, lo elevaron al veinte por ciento. ¿Por la fe en Carlos Marx, que en gloria esté? Error, porque los hijos del gobernador de la región le preguntaron a su padre cuándo diablos podrían emanciparse de la casa familiar.

La vivienda para quien la padece. Es indispensable que el conseller y el director general del ramo hayan sufrido el trauma en sus carnes. Colocar en ambos puestos a desahuciados podría pecar de tremendismo, aunque nadie conoce mejor que ellos las tribulaciones residenciales. Como mínimo, los altos cargos deben ser víctimas de la gentrificación, aquel término introducido en los felices sesenta. (No estamos leyendo esto para sufrir sus sermones de Wikipedia).

La vivienda social suena bien, sobre todo cuando las autoridades empiecen a programarla en Son Vida o en Puerto Portals. Sin embargo, algún correctivo habrá que introducir en los precios disparatados. Por un principio de igualdad elemental, Mallorca ha de ser tan cara para los extranjeros como para los mallorquines. Dado que el ímpetu económico de los primeros triplica fácilmente a los nativos, la solución es elemental. El precio de una casa se multiplica por tres si la adquiere un suecoalemán.

Este concepto también revolucionario puede entenderse como el precio ajustado o asustado de la vivienda. Enfrentados al dilema del coste por triplicado, los buitres inmobiliarios que nunca han recibido una denuncia por acoso se verán obligados a bajar las tarifas para que sean apetecibles a los extranjeros, y los mallorquines podrán competir. Y como sé que el caso de Vancouver les ha emocionado, les añado que se complementa con un impuesto a viviendas vacías, otro a las propiedades de lujo, y un tercero a las transmisiones patrimoniales por encima del medio millón de euros. Aquí no se atreven.

Reflexión dominical futurológica: "La bola de cristal nunca miente, porque solo es un catalizador de mi clarividencia". (Onofre Garcías, Elige bien tus recuerdos).

Compartir el artículo

stats