Mallorca es campeona del mundo en demorar grandes debates y posponer soluciones. ¿Ejemplos? La masificación turística, los excesos urbanísticos o las infraestructuras. La regulación comercial es otra polémica recurrente que se aplaza hasta la siguiente legislatura. Y la próxima. Y la otra. Hasta que caduca.

Cuando hace cuatro décadas abrió el primer Híper -rebautizado Pryca-, se formaron grandes atascos. Lo mismo ocurrió con El Corte Inglés, Carrefour y Alcampo. La más reciente locura consumista llegó con Fan. ¿Será la última?

Los primeros supermercados eran empresas aisladas. Hoy están integrados en grandes cadenas. Los "valencianos", los "vascos" y los "alemanes". Ferran Guijarro explica que así se llama en argot comercial a Mercadona, Eroski, Lidl y Aldi.

Han desaparecido las tiendas de comestibles de barrio y los ultramarinos. Las calles céntricas han sido colonizadas por franquicias. Antaño todo el mundo conocía al tendero que cobraba la lechuga. Contrariamente a lo que ocurría en Can Matons o Can Bauzá, hoy nadie sabe cómo se llama el dependiente que coloca jerséis o chaquetas en Zara.

Este es el estado de cosas cuando el Consell discute si son galgos o podencos, si las restricciones deben situarse en los 4.000 o en los 2.000 metros cuadrados. Otro debate trasnochado. La duda es si en el futuro habrá comercio como lo entendemos hoy. La amenaza no son los metros cuadrados sino su ausencia. Se llama Amazon, Alibaba o eBay. Es la venta por internet que quizás elimine las tiendas físicas, desertifique los centros de las ciudades, nos encierre más en casa y eluda los impuestos que nutren la maquinaria administrativa.