El sector crítico con el presidente de l'Obra Cultural Balear (OCB), Josep de Luis, está analizando seriamente provocar la convocatoria de unas nuevas elecciones y que sean los cerca de 4.000 socios de la histórica entidad los que diriman la grave situación que vive la junta directiva. Los fuertes enfrentamientos entre la cúpula y el viaje del presidente a Barcelona con su mujer y su hijo, cargado a la entidad y desvelado ayer por este periódicodesvelado ayer por este periódico, son el detonante para que se mueva ficha y haya una nueva convocatoria electoral. Consideran que las explicaciones ofrecidas ayer públicamente por el presidente, de que cargó el viaje porque visitaban al hijo de Jordi Cuixart que es de la misma edad que el suyo, no justifican el que endosara la factura.

Ayer, De Luis, a raíz de la publicación en este diario del viaje y de la guerra civil interna que se vive en la OCB, remitió una carta a los socios de la entidad donde pide "disculpas sinceras si alguna de mis actuaciones haya podido perjudicar a l'Obra". También, el presidente de la OCB comprende "que pueda sorprender el concepto de la factura (del viaje con su familia), pero entiendo que si alguien tenía dudas al respecto la vía para esclarecerlas era la interna, no filtrando a la prensa y haciendo un daño irreparable a la OCB". Acto seguido se pone a disposición de los socios para ofrecer todo tipo de explicaciones.

Josep de Luis y su junta directiva tomaron posesión de los mandos de l'Obra hace escasos cinco meses. Durante este tiempo los enfrentamientos, la guerra de guerrillas entre ellos y las conversaciones subidas de tono y gritos han sido la constante en todas sus reuniones. La batalla interna se sucede, principalmente, entre varios miembros de los críticos que están con la vicepresidenta, Cati Eva Canyelles, y la secretaria, Pepi González, con el presidente De Luis y su tesorero, Jaume Fiol.

De Luis aseguró ayer que los críticos le han bloqueado hasta cinco facturas de sus viajes. En la OCB se necesitan tres firmas de las cuatro autorizadas para ordenar un pago y De Luis y el tesorero Fiol solo son dos. Al negarse a firmar el resto, el pago de las facturas automáticamente queda bloqueado. Las facturas son básicamente de sus viajes y el presidente aseguró que ya ha dado órdenes a la agencia de viajes de que los abonará de su bolsillo y que únicamente cargó una en la que también viajó con su familia. De Luis, insistió ayer que ningún miembro de su directiva le ha pedido explicaciones por esta factura que contaba con el beneplácito del tesorero, su hombre de confianza Jaume Fiol. De igual modo, recuerda que la factura de su viaje "no está pagada y si la junta considera que no actué de forma correcta se puede rectificar".

Personas ilustres de la OCB mostraron su dolor por la situación que está viviendo la histórica entidad cultural. Creen que esta situación de enfrentamiento total solo se puede solucionar con la convocatoria de elecciones y que salga una nueva junta directiva que lleve otra vez la paz a l'Obra. Los consultados también creen que De Luis nunca tendría que haber cargado una factura de un viaje con su mujer y su hijo a la entidad.

Ante esta situación, el sector crítico está analizando la posibilidad de forzar en la próxima reunión de la junta una votación para que se convoquen elecciones. Creen que esta guerra interna no pude prolongarse mucho más en el tiempo y la mejor fórmula para acabar con la disputa encarnizada es que los cerca de 4.000 socios vuelvan a votar.

De Luis no quiere elecciones

Josep de Luis considera que convocar elecciones "el mismo año que las autonómicas sería muy perjudicial para la entidad". Además, añade que él entiende que si se produce una dimisión en masa de una parte importante de la junta directiva tampoco tendría necesidad de convocar nuevas votaciones de los socios.

El presidente de la OCB considera que se está haciendo un buen trabajo y la entidad está impulsando más iniciativas que nunca, todo ello a pesar de las fuertes tensiones internas.

Uno de los principales problemas de la junta directiva de la OCB fue que se intentó confeccionar una lista única con personas llegadas desde diferentes sectores de la entidad y del mundo cultural y lingüístico. Se fue a buscar a gente para confeccionar una cúpula y muchos de ellos ni se conocían de antemano. El resultado ha sido que este desconocimiento y la falta de confianza ha desembocado en una auténtica guerra civil.