Siguiendo la senda de sus dos últimos antecesores, el obispo de Mallorca, monseñor Sebastià Taltavull, se solidariza sin matices con las víctimas de la pederastia sacerdotal en la diócesis mallorquina. Tras conocerse ayer sábado la renuncia forzosa como sacerdote del que fue durante más de una década párroco de Selva, Antoni Cano Oleo, de 75 años, considerado culpable por el Tribunal Eclesiástico de haber absuado sexualmente de menores en el ejercicio de su cargo, la Iglesia mallorquina hacía público un comunicado expresando su apoyo a las víctimas del ya excura.

"El Obispado de Mallorca quiere manifestar públicamente su proximidad a las víctimas de estos abusos y pide sincero perdón", destacaba la nota oficial difundida por la diócesis. Añadía que, como institución, "desde el primer momento se ha adherido a la doctrina de tolerancia cero ante los abusos a menores" por parte de sacerdotes, "impulsada por el papa Benedicto XVI y continuada por el papa Francisco". Precisamente ayer, el Pontífice forzó la renuncia del cardenal Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington (EE. UU.), también acusado de pederastia, en lo que supone una decisión de calado dentro de la Iglesia católica.

Con Cano ya son tres los curas mallorquines que han sido sancionados eclesiásticamente por pederastia. El primero fue el expárroco de Can Picafort, Pere Barceló,Pere Barceló que cumple una pena de seis años en la cárcel de Segovia tras haber sido condenado paralelamente por la Justicia civil; y más recientemente el exprior del santuario de Lluc, Antoni Vallespir,Antoni Vallespir al que se la ha prohibido oficiar misas en público y tener el menor contacto con niños. El todavía religioso tiene recurrida la sentencia ante el Vaticano.

El Tribunal Eclesiástico de Mallorca ha concedido veracidad a las denuncias interpuestas contra Antoni Cano, si bien no ha desvelado cuántas víctimas hay. Sí se sabe que la principal es un antiguo monaguillo del pueblo de Selva, en donde Cano fue rector en los años 80. Este hombre relató un sinfín de agresiones sexuales mientras era un niño, asegurando que el presbítero en ocasiones incluso le drogaba para conseguir sus fines sexuales. El caso llegó a un juzgado de Inca, pero fue archivado por prescripción. La investigación eclesiástica siguió su curso, y en 2015 se prohibió a Cano como medida cautelar el ejercicio público del ministerio. Suspendido desde entonces, el acusado solo podía celebrar la eucaristía en la intimidad, sin poderse acercar a ninguna parroquia.

En el comunicado hecho público por la diócesis de Mallorca, se explica que "una vez finalizada la investigación previa, este caso se encontraba en fase de proceso administrativo penal". Se añade que entremedias Cano "solicitó la dispensa del ejercicio público y privado del ministerio", que "le ha sido concedida por la Congregación para la Doctrina de la Fe". El cardenal mallorquín Luis Ladaria está al frente de la misma en Roma y ha participado en el proceso administrativo penal, que "queda finalizado" con el "abandono" de Cano.

Según fuentes eclesiásticas, Antoni Cano tenía asumido que sería expulsado de la Iglesia tras concluir el procedimiento disciplinario interno iniciado contra él hace tres años: antes de conocerse la resolución, pidió su secularización, ahora ya efectiva. De este modo evita la condena canónica y en determinados ámbitos puede vender una salida más digna, ya que la pena impuesta hubiera sido la más grave para un miembro del clero.

La Audiencia de Palma absolvió el pasado mes de enero a Cano de un delito de abusos sexuales a una niña en 2015, al considerar que no había suficientes pruebas de cargo para condenarle. No obstante, el Tribunal Eclesiástico de Mallorca sí le ha considerado culpable de abusos sexuales a menores, aunque no ha trascendido si también por esta causa.