La investigación de los casos de corrupción es similar a una guerra: necesitas armas, soldados y suerte para ganarla.

La fiscalía anticorrupción de Balears ha iniciado, de momento en solitario, una de sus cruzadas más peligrosas y arduas: el esclarecimiento, ocho años después, de los presuntos sobornos millonarios que rodearon la adjudicación de la construcción y explotación del hospital público de Son Espases.

Para esta campaña cuenta con la munición aportada por la exconsellera Aina Castillo, que ha decidido confesar para no entrar en prisión ni por esta, ni por otras causas. Castillo asegura que Matas le ordenó amañar el concurso en favor de Juan Miguel Villar Mir, el líder de la poderosa OHL, de quien se supone que algo le habría dado, o prometido, al president del Govern para ser el elegido, cosa que, finalmente, no ocurrió.

Villar Mir desmintió ayer a Castillo y apeló a su honor de afamado constructor como garantía de honradez. A estas alturas de la película, poco vale la honestidad alegada si la fiscalía halla pruebas en tu contra. Y en eso anda Pedro Horrach por Madrid y Segovia.

OHL se apresuró a recordar que en el tema de Son Espases ellos fueron los perdedores y que siguen en su batalla ante los tribunales contra el Govern y Florentino Pérez, que se llevó el gato al agua del hospital y su explotación durante 25 años.

Curiosamente, la fiscalía interrogó a Florentino Pérez como testigo, cuando existen sospechas de que el concurso también fue engrasado en su favor.

Mucha suerte y armamento va a requerir anticorrupción para vencer a Villar Mir y al mismísimo Jaume Matas, que quizás hoy vuelva a hacerse el sordo ante Horrach.

Las grandes obras públicas han sido, y son, enormes mercados de comisiones, pero en contadas ocasiones esos sobornos salen a la luz.