El recurso más explotado en el debate parlamentario en esta legislatura es el de la “herencia recibida”. El copyright no es de José Ramón Bauzá, pero la ha convertido en su frase fetiche para el contraataque a sus adversarios en la oposición. El presidente se escuda en “la herencia recibida” de Francina Armengol y Biel Barceló para justificar desde los impopulares recortes o la subida de impuestos a las prospecciones petrolíferas. Por contra, ante el nuevo legado de corrupción mayúsculo con sello de Jaume Matas -Son Espases-, Bauzá no se siente el legítimo heredero del testamento.

En su día, su antecesor socialista Francesc Antich también recurrió al tópico para restregar el cuatrienio de los fastos -2003 a 2007- a Rosa Estaràs, obligada a sustituir a Matas en el banquillo opositor. Mientras el expresidente cumple su primera pena de prisión en Segovia por corrupto, su sucesor se sirve del dique de contención reforzado a conciencia para protegerse de todo lo relacionado con la ‘legislatura maldita’. En la calculada estrategia, la amnesia es la piedra angular. Desde el minuto cero en el ‘nuevo PP’ impera una línea roja con el ‘viejo PP’ de Matas, y por ende de Gabriel Cañellas. Paradojas de la política, él fue el primero que aleccionó a Bauzá para que pusiera un ‘cordón sanitario’ hacia el expolítico ahora condenado y su herencia envenenada.

Así las cosas, el estallido del que se presume como mayor caso de corrupción hasta la fecha en Mallorca para nada quita el sueño a Bauzá. Al presidente no le ha pillado con el pie cambiado, fue puntualmente informado de que Aina Castillo confesó a principios de abril ante el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach el amaño de toda la adjudicación del hospital. Bauzá ha tenido tiempo de sobra para medir las repercusiones. Si afloran las comisiones millonarias que pudieron sobrevolar sobre Son Espases, no le afectará electoralmente, están convencidos en su entorno.

De hecho, el trago fue mucho peor para la exconsellera, que mostró en petit comité nerviosismo y una gran preocupación cuando debía decidir si se pasaba al bando de los ‘arrepentidos. Los perjuicios para la imagen del PP la atormentaban. Nada que ver con el Consolat, donde se toman este caso con mucha calma.

Quizás así se explica que nada más destaparse la investigación judicial en marcha, el martes la diputada ‘popular’ María José Bauzá instara sin rodeos a Anticorrupción a “llegar hasta las últimas consecuencias, afecte a quien afecte”. A continuación, defendía que “por lo que nosotros conocemos, la adjudicación tiene los informes preceptivos”. Su exjefa Castillo, que la tuvo codo con codo en la Conselleria mientras se gestaba el amaño, ha confirmado los peores augurios sobre la putefracción que presidió el proceso.

“Para Bauzá, Jaume [por Matas] está amortizado, y por eso mismo todo lo que tenga que ver con él. Todo lo que huela a Matas es pasado, y ya está, no hay más. No escucharás ninguna declaración pública en su contra, basta un diplomático desmarque”, corrobora la maniobra un dirigente ‘popular’.

Hasta el momento, Bauzá se ha desvinculado de Matas “sin ensuciarse las manos” -prosigue la fuente-. “No se reniega de él, la táctica es no hacer sangre, que todo pase desapercibido, Bauzá no viene de esa época y por eso le resulta más fácil”, remacha. De hecho, el expresidente “se dio de baja voluntariamente como afiliado cuando supo que le íbamos a expulsar”, asegura el núcleo duro que hoy controla el partido, no sin cierta satisfacción.

El PP no piensa actuar igual ahora contra Castillo, pese a la gravedad de los hechos de los que se ha autoinculpado. La exconsellera de Salud sigue como militante en la agrupación de Santa Maria del Camí. Y aplicando la misma estrategia que el PP con Matas, a día de hoy su marido Julio Martínez continuará como hombre fuerte en Cort. Que haya sido conocedor durante años del fraude que rodeó la construcción de Son Espases “no le inhabilita” para gestionar los asuntos públicos de los palmesanos, le defiende un compañero de siglas.

El que fuera la mano derecha de Matas en la Conselleria de Sanidad -mal que le pesara a Castillo-, Sergio Bertrán, que al parecer también ha admitido las irregularidades, continúa con su carné de afiliado y en su puesto de hombre fuerte de la CAEB. “Si en lugar de gerente de la patronal lo fuera de un sindicato o de un partido en la oposición el PP ya estaría exigiendo a gritos su dimisión, es una vergüenza”, protestaban ayer por separado un diputado socialista y otro de Més.

“Nuestro código ético dice que hay que suspender de militancia temporalmente si se imponen medidas cautelares”, recordaba también ayer el secretario general del PP balear, Miquel Vidal. No es el caso de Castillo ni Bertrán, que tampoco han pedido la baja por su cuenta. Con todo, “que quede bien claro, todos los que se demuestre que han sido corruptos, a la cárcel”, subrayaba Vidal.

En esta historia, de la que solo asoma la punta, el único que ya no milita en el PP es Javier Rodrigo de Santos, al haber sido condenado en firme por otros casos. También él y sus corruptelas están más que saldadas en opinión del PP.