­En el mes de abril de 2006 unos toxicómanos del poblado de Son Banya llevaron a cabo un robo. Encontraron el escondite donde los traficantes guardaban el dinero y se lo llevaron todo. Se trataba de los beneficios que escondía el clan de La Paca. Los traficantes reaccionaron de inmediato. Sus primeras sospechas se centraron en un individuo de nacionalidad paraguaya, que no tenía nada que ver con el robo. Este individuo fue torturado durante horas, hasta que se descubrió que no estaba implicado en el caso. Este paraguayo presentó una denuncia ante la Policía. Fue así cuando Pepote Gómez entró en el caso. La víctima iba acompañada de otras dos personas. Les aconseja que busquen a un abogado y les entrega la tarjeta de su compañera, la letrada María Ángeles López Calderón. La abogada se comprometió a negociar con La Paca. Si la traficante pagaba el dinero, las tres víctimas se marcharían de Mallorca. Así, nunca podrían ratificar la denuncia sobre las torturas y el caso quedaría archivado. A cambio de esta maniobra, el clan debía indemnizarles con 400 millones de las antiguas pesetas.

Las tres víctimas se marcharon a Alicante, mientras su abogada iniciaba la negociación. Y para presionar a Francisca Cortés Picazo, la letrada utilizó a su novio policía. El inspector, según declaró probado la sentencia, se entrevistó varias veces con la matriarca del poblado. Le aconsejó que era mejor que pagara el dinero que le pedían. De lo contrario, los paraguayos volverían y ella sería detenida y condenada. Una de estas conversaciones fue grabada por una hija de la traficante, una prueba que fue clave para su posterior detención. La Paca accedió a pagar hasta 100 millones de pesetas, que facilitó en dos entregas. En la primera, el policía acompañó a su novia hasta el poblado y allí le entregaron 50 millones. La segunda parte la recibió personalmente el inspector en una bolsa.

De los cien millones de pesetas las tres víctimas paraguayas recibieron una ridícula cantidad. La abogada se comprometió a ingresarles cada mes una cantidad.

Pepote Gómez no se conformó con este dinero. Fue exigiendo más a La Paca, hasta que se cansó de ser extorsionada y entregó la cinta con la conversación a otro inspector de Policía. Era la prueba definitiva de que el jefe de Atracos era un policía corrupto. Durante meses se le estuvo siguiendo. Pocos policías de Jefatura conocían esta investigación. Finalmente fue detenido y días después Pepote Gómez ingresó en la cárcel. La Audiencia le impuso nueve años de prisión.