El Informe PISA sacude cada tres años los telediarios de este país y de esta comunidad con titulares sonrojantes que nos sitúan siempre ´a la cola de todo´ en materia educativa, a nivel nacional y especialmente autonómico.

En diciembre de este año se hizo público el informe referente a 2012 y los datos de rendimiento confirmaron que Balears sigue en los últimos puestos, aunque ha registrado una leve mejoría respecto al anterior informe. En cuanto a competencia lectora, los estudiantes de las islas quedan terceros por la cola, con 476 puntos, 12 por debajo del promedio estatal. En ciencias Balears obtiene el peor resultado del país, con una puntuación de 483, lo que deja al archipiélago a trece puntos de la media. En cuanto a la competencia matemática, los alumnos isleños lograron el cuarto peor resultado del país, con una puntuación de 475, lejos de los 484 de media española, pero 21 puntos por encima del resultado de 2009.

Estos son, en frío, los datos de rendimiento. Pero el último informe de la OCDE para España tiene 242 páginas y analiza el peso de múltiples variables, centrándose este año en la competencia matemática. Se trata de una investigación profunda y que da para muchas reflexiones y de hecho el blog del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) sigue ahora, medio año después de su publicación, colgando entradas reflexionando sobre distintos aspectos del informe. Porque si de verdad se quiere intentar mejorar los resultados hay que fijarse en todas las variables y no quedarse solo con el titular dramático.

Desde el INEE se han centrado ahora en analizar cómo afecta el tipo de ocupación de los progenitores a los resultados de sus hijos. Y afecta. Y mucho. Balears tiene las tasas más elevadas de población sin educación secundaria y sin educación superior del país (la tasa de escolarización en ESO ronda el 60% y la de abandono temprano es del 29,7%), lo que dificulta el acceso de estos isleños a según qué tipos de puestos de trabajo. Además, el tipo de mercado de trabajo y la estacionalidad tampoco favorecen que haya un mayor porcentaje de habitantes con trabajos cualificados. Con todo, el archipiélago es rehén de un círculo vicioso en apariencia difícil de romper. El informe divide las posibles ocupaciones en básicas (peones, limpiadores...); manuales semicualificadas (trabajadores agrícolas y pesqueros, operarios...); no manuales semicualificadas (administrativos, trabajadores de cara al público) y cualificados (directivos, jueces, profesionales...).

Según esta clasificación, el informe calcula que en España hay un 5% de alumnos con padres en los niveles más básicos de ocupación, porcentaje en que Europa baja al 2%. En cuanto a las ocupaciones cualificadas, en España representan el 44%, 15 puntos menos que en la OCDE.

En Balears, los directivos representan un 8% de las familias y los profesionales, un 12,2%. Sus hijos superan los 500 puntos en las evaluaciones de matemáticas. Los trabajadores en ocupaciones básicas suponen casi un 21% de las familias y sus hijos no llegan a los 450 puntos. Los descendientes de operarios de instalaciones de y maquinaria (el 4,8% de los padres) están entre los 450 y los 500 puntos.

Casi dos cursos de diferencia

"Hablamos de una diferencia de 100 puntos, son casi dos cursos", explica Bartomeu Cañellas, ex director del Institut per a l´Avaluació i Qualitat del Sistema Educatiu (IAQSE) de la conselleria de Educación e investigador del Institut de Recerca i Innovació Educativa (IRIE), quien subraya la importancia del nivel de estudios de los padres y especialmente el de la madre: "Hay una correlación muy fuerte entre esta variable y los resultados", confirma. El salto se detecta especialmente entre los puestos cualificados y la categoría inmediatamente inferior.

"Hay una tendencia, si el padre no tiene estudios más allá de Secundaria, lo habitual es que los hijos tampoco sigan: es una cadena". Recuerda que hay más factores que influyen en el rendimiento, como las expectativas de esperanza de vida escolar (tanto del alumno como de sus familias) o el número de libros en el hogar.

Este experto en evaluación, recientemente jubilado, señala que la escuela debería compensar estas diferencias y que los resultados demuestran que hay fallos, pero recuerda que años atrás Balears obtenía unos indicadores de resultados académicos mediocres, pero muy buenos en lo que se refería a equitatividad. "Pero en los últimos años se han estropeado cosas que sí funcionaban", lamenta, aludiendo a los recortes que han hecho desaparecer algunos mecanismos de compensación: "La brecha se va haciendo más profunda".

Lluís Ballester, profesor de la UIB del área de Pedagogía y Didácticas Específicas, confirma la perversión del círculo en el que se encuentra el archipiélago, aunque señala que hay maneras -sencillas, de eficacia probada y no muy costosas- de intentar quebrarlo. Entre los factores que no ayudan a mejorar la situación están los relacionados con el sistema productivo de las islas, por un lado; y por otro, la concienciación de las familias sobre la importancia de la formación.

Respecto al mercado laboral, Ballester señala una característica que complica la situación: la estacionalidad. El investigador ha constatado que al coincidir el principio del curso con el final de la temporada y el fin de las clases con el arranque de unos meses de mucho trabajo se propicia que las familias no puedan dedicar toda su atención y energía a la vida escolar de sus hijos. Ballester habla de "padres ausentes".

El académico indica que el nivel formativo de la población de Balears ha subido nueve puntos en los tramos más elevados, pero sigue habiendo un "grupo muy importante de ciudadanos en el nivel más bajo", algo que no sólo se explica por la llegada de inmigración sin titulación.

En contraposición a nuestra comunidad, Ballester explica el caso de Galicia que tiene las tasas más bajas de abandono prematuro debido a un hecho clave: el empresariado exige mínimo una titulación de Secundaria o de FP para contratar. Así, cree que el "sector empresarial de las islas tiene mucho que ver con este asunto".

Elevar el nivel formativo general es algo que a nivel nacional va sucediendo, aunque sea muy poco a poco, pero Balears va "muy retrasada" ya que aquí parece que "se estimula el abandono y los padres son conscientes", lamenta el experto, que admite que el panorama "se ve negro", pero señala que hay cosas que sí se pueden hacer, atacando al otro factor antes mencionado: el trabajo con las familias.

En Castilla y León se ha impulsado un programa de trabajo con las familias para mejorar su concienciación sobre la importancia de la educación y sobre cómo dar apoyo a sus hijos durante el proceso formativo. "Y Castilla y León ha conseguido mejorar mucho su posición en PISA en los últimos diez años", apunta Ballester, que subraya que estos programas tienen una larga tradición en el país referencia en términos educativos: Finlandia. Es "un elemento más que contribuye a sus buenos resultados", añade.

El investigador asegura que con planes de competencia familiar bien hechos ("de forma efectiva, coordinada con el centro educativa, basada en la coparentalidad, de forma estable y con presencia en el tiempo") en menos de dos años se podría constatar una mejora de los resultados académicos: "Estos planes funcionan y su coste es ridículo en comparación con su impacto", concluye.

Cañellas también aporta posibles ideas. El objetivo general es emprender acciones para detener la sangría del abandono escolar temprano y elevar el nivel formativo del archipiélago. Y para ello propone iniciativas que están a la orden del día en otros países como Canadá, como ofrecer becas a la gente que está trabajando sin titulación para que pueda así volver a estudiar. El profesor ya jubilado recuerda que Margarita Nájera en su etapa de alcaldesa del Calvià impulsó un plan similar: "Era una de sus obsesiones".

El que fuera director del IAQSE menciona otras posibles acciones, como programas de formación para padres o planes de refuerzo para los niños con más dificultades fuera del horario ordinario, como el programa PROA, desaparecido hace dos cursos debido a los recortes presupuestarios.

"Medidas facilitadoras como las que existen en otros países", resume Cañellas, que cree fundamental dar una atención más individualizada y cercana a los alumnos que tengan más dificultades.

Vicente Rodrigo , presidente de la federación de asociaciones de padres y madres de alumnos FAPA, coincide con los académicos en la necesidad de conseguir que las familias, tengan la formación que tengan y se dediquen a lo que se dediquen, sean conscientes de la importancia de la educación ya que ése "es el germen del cambio social". Considera que las APAs son ideales para transmitir ese mensaje a todas las familias, "ya que se hace entre iguales y se puede llegar a todo el mundo".

En su opinión, la generación de sus abuelos sí era muy conscientes e hizo lo posible e imposible para que sus hijos estudiaran y a ser posible que llegaran hasta una universidad que para muchos de ellos estuvo fuera de su alcance en su momento.

"Se hizo un gran esfuerzo a partir de la Transición y la escuela avanzó hacia la equidad", sostiene, pero "en los últimos tiempos se ha roto un poco esa dinámica". Rodrigo considera necesario recuperar mecanismos de compensación desaparecidos durante estos años de ajustes (e incrementarlos) "para que el alumnado llegue donde pueda llegar según sus capacidades y venga de donde venga".