Zapatero era el novio que toda madre querría robarle a su hija. Hoy es el cuñado engorroso que sólo recita obviedades –"El terremoto ha sido duro", ayer en Lorca–, que presume de tecnócrata –si citas el I+D+i en un mitin, como hizo ayer en Inca, estás fundido– y que nos obliga a dudar de la agudeza matrimonial de nuestros hermanos.

Tras la prejubilación de Zapatero, suenan anacrónicos los tibios gritos de "presidente, presidente" que se jaleaban ayer en Inca. De Lorca a Mallorca –el líder socialista llama "Palma de Mallorca" a la isla–, la gira de despedida de ZP se adentra en zonas de catástrofe. En sólo tres años, se ha deshecho la empatía superlativa de 2008 en el Palma Arena, poco antes de que el PSOE obtuviera más votos que el PP en Balears, por primera vez en un cuarto de siglo. Ayer, la Emma Thompson mallorquina, también conocida como Aina Calvo, reconocía que "esto no está ganado". Está perdido, por tanto y dado que las elecciones no contemplan el empate.

El momento más cruel de la ruptura amorosa es la evocación del vínculo que un día nos unió. Zapatero, ya no nos llenas. Ni emocionalmente ni físicamente, porque el aforo del pabellón de Inca resultó inabordable. El hechizo se ha disipado, y no se recompondría ni aunque retirara las tropas de ese país asiático donde no viven los líderes de Al Qaeda. El actual presidente del Gobierno puede presumir de haber generado alguna vez la plenitud, porque Aznar no nos llenó nunca y Rajoy tampoco nos llenará jamás. Por cerrar el repaso presidencial, González nos llenó demasiado y Suárez nos llenó demasiado tarde.

Zapatero se contonea todavía con la cadencia de Obama, pero se pronuncia con la torpeza de Osama. Garantiza que "la gente no va a votar a quien se alegre del paro", pero omite que la gente tampoco votará a quien gobernaba mientras el desempleo se multiplicaba. Cuando confiesa que "opté por reducir el salario de los funcionarios", la atmósfera se hace gélida y la suerte parece echada. Entonces, se rehace como un felino y vaticina una victoria in extremis. A juego con su leyenda, porque el 14-M de 2004 ganó en la madrugada del sábado al domingo. Salvo que ahora Rubalcaba no aspira a entronizarle, sino a sucederle.

El presidente del Gobierno citó a "Xisco" con tanta avidez como si fuera su salvavidas o su pareja de hecho. El susodicho recibió a su líder con el uniforme de ciclista. Antich recordaba a un Hombre G, que debió redondear su atuendo con una toalla playera. Parece el eterno aspirante al Consolat de la Mar, y eso que ha vivido ocho años allí. Alguien debió comentarle que las cifras no generan ilusión, de ahí la tibia recepción a su discurso. En un rapto de audacia, fue el primer participante provincial en un mitin que interpela a su presidente sobre una cuenta pendiente de 240 millones de euros. Así de dramática es la situación económica.

Francina Armengol ha recuperado la sonrisa cuando está a punto de perder Mallorca. Entre el semblante risueño y el photoshop que le ha robado una década a sus fotografías, anoche parecía la Beatriz Montañez que acompaña al Gran Wyoming en El intermedio. El rejuvenecimiento se ha propagado a sus neuronas, por lo que evocó nostálgica la primera visita de Zapatero a Palma en las primarias de 2000. En aquel momento, ninguno de los participantes en el mitin de ayer hubiera soñado con ocupar hoy parcelas de poder. Y mucho menos con estar en trance de perderlas.

Si Francina hubiera gobernado el Consell con la contundencia de su intervención de anoche, sus perspectivas serían muy otras. Demasiado tarde, la política exige madrugones pese a la sangre fría de Zapatero. Armengol y Calvo se prodigaron los arrumacos y besos al aire de las rivales. La alcaldesa de Palma señaló que "llegamos bregados", aunque "breados" hubiera sido más exacto. Con sus aires de alumna aventajada, se olvidó de citar con todas sus siglas al enemigo común, llamado PP. Debe elucubrar sobre una coalición con Mateu Isern.

El senador Xavier Ramis fue el anfitrión de Inca. Cometió el error mayúsculo de celebrar el advenimiento de Zapatero "tras la reciente visita de Felipe González". Olvidó que "los dos presidentes" a quienes glosó al alimón se odian a muerte. Ramis no hará carrera en Madrid, ni hizo nada para merecerla.