Hubo una vez, hace 200.000 años, que las sargantanas viajaban de una isla a otra sin mojarse las patas. Ocurrió durante el Cuaternario, cuando el nivel del mar descendía hasta facilitar el paso desde Malgrat a sa Porrassa, y de allí a sa Dragonera. La alternancia de glaciaciones con periodos interglaciales incrementaba la superficie de tierra emergida o, por el contrario, la anegaba.

Cuando la temperatura era más benigna, las aguas subían once metros por encima del nivel actual. En la última glaciación (hace sólo 25.000 años) la cota descendió 110 metros en comparación a hoy. Quizá por aquellas fechas tuvo lugar la última excursión de las sargantanas. Desde entonces, las lagartijas de distintos islotes no han vuelto a verse las caras.

Las correrías de estos reptiles las investiga el equipo de la profesora de Genética en la Universitat de les Illes Balears, Misericòrdia Ramon, integrado por José Aurelio Castro, Antònia Picornell y Bàrbara Terrasa.

Balears aloja dos especies endémicas -no se dan en otra parte del mundo-. La Podarcis lifordi sólo se halla en Menorca y en algunos islotes de Mallorca, pero no en esta isla. Los investigadores creen que desapareció cuando desembarcaron los romanos y las comadrejas que éstos transportaban en los barcos.

La otra especie endémica campa en las Pitiusas. En términos generales, es más pequeña y dispone de escamas más grandes y puntiagudas. Su nombre: Podarcis pityusensis. Luego hay otras lagartijas sin pedigrí procedentes de Italia y África. Las murallas de Palma, Cala Rajada o Formentor guardan reptiles que según los especialistas no se diferencian mucho de la sargantana pitiusa.

El caso es que nuestras Podarcis lifordi y Podarcis pityusensis presentan entre sí múltiples diferencias: coloración, número de escamas o medida de alguna parte del cuerpo (cabeza, cuello, cola y extremidades). Este hecho ha enloquecido a los taxónomos, que han descrito multitud de subespecies cuando en realidad -apuntan los investigadores de la UIB- se trata de la misma sargantana pero con distinto aspecto.

El equipo de Misericòrdia Ramon rebate a los taxónomos mediante el estudio del ácido desoxirribonucleico (ADN) mitocondrial, el único que se hereda por vía materna, y por tanto, el que permite reconstruir el árbol genealógico de las sargantanas. Entre las regiones del ADN mitocondrial, los investigadores han secuenciado el citocroma ´b´ (Cytb), y de su información se apunta que Balears se partió hace 5,7 millones de años. Durante la crisis mesiniana, el promontorio se separó en dos grandes bloques de tierra, la gran Gimnesia y la gran Pitiusa. Entonces las poblaciones de una misma especie de lagartijas quedaron aisladas y sólo durante la época glacial, cuando el agua descendia, volvieron a reencontrarse.

De esta manera se explicaría que la Podarcis lifordi, que habita en Menorca y en algunos islotes de Mallorca, presente mucha más variaciones genéticas que la pituyensis, cuyo hábitat ha sido más homogéno y sus ´excursiones´, por tanto, más aburridas. Misericòrdia Ramon afirma que la variabilidad genética de los reptiles de Mallorca sólo se entiende bien por la introducción (accidental o no) de algunos individuos foráneos, o bien, porque entran en contacto con otra población de los islotes cercanos durante un breve espacio de tiempo. Un corto periodo de tiempo donde el agua decreció hasta 130 metros con respecto a la actualidad. Hace 200.000 años Mallorca y Menorca estaban conectadas, al igual que Eivissa y Formentera. Y las lagartijas viajaban sin mojarse las patas.