El Gordo cae en Can Picafort | Ildefonso Bernal: “He tenido un accidente y pensé después de lo malo, toca venir algo bueno. Y ahí lo tienes”

“¿Sabes que es que te cambia la vida? Pues, nos ha cambiado la vida”, sentencia toda nerviosa una de las hijas, Carmen Bernal. La familia ha sido agraciada con dos décimos del primer premio

Ganadores del Gordo de Navidad en Mallorca: El vídeo de la alegría desbordada en Can Picafort

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

En la Cervecería Barrilito la euforia y la alegría campan a sus anchas. No es para menos. El Gordo de Navidad, el 88008, ha sido vendido en este punto de venta pero la historia que esconde explica la inmensa felicidad de la familia agraciada. Ildefonso Bernal es el padre de familia que ayer a las 19.30 de la tarde mandó a su yerno Ezequiel al “Barrilito” a por dos décimos. Las instrucciones eran claras: “el número que al azar te saque la máquina y luego lo repites”. Dicho esto, apurando los últimos minutos para hacerse con décimos para el sorteo, Ezequiel adquirió las dos papeletas. Vino mi yerno porque yo estoy recién operado. “Teníamos lotería pero me dio un pálpito. Cuando vi el número dije es más feo que una mierda pero luego me consolé que era cosa del azar y que en el bombo están todos los números”. Su ilusión con estos dos décimos de El Gordo, confiesa Ildefonso Bernal, “es quitar las niñas de trabajar”.

Llevan muchos años viviendo en Can Picafort pese a que son de Cádiz, de hecho, los móviles no paraban de sonar y las videoconferencias con su familia de Cádiz no paraban para vivir juntos la alegría de ser agraciados con El Gordo por partida doble. “Tenía la sensación que sería mi año”, admite. Trabaja en las hamacas en la playa de Can Picafort. “Se me cayeron y me rompí el femur. Llevo más de un mes y pico arrastrándolo. Así que pensé después de lo malo, toca venir algo bueno. Y ahí lo tienes: El Gordo”, celebra.

Ezequiel se quita méritos pero fue él quien obedeció las instrucciones de su suegro. “A las siete y media de la tarde me mandó al Barrilito para que jugar lotería de Navidad. El que toque y el que toque, lo vuelves a repetir. Estábamos en casa y empiezo a oírle gritar Ezequiel, Ezequiel. Pensaba que era que tenía que ir a quitar la lavadora pero cuando he bajado me ha dicho que nos había tocado El Gordo”, relata Ezequiel. “Este yerno que no se le escape”, sueltan los allí congregados. “Tienes los gastos de la boda pagados”, interviene Ildefonso Bernal.

“¿Sabes que es que te cambia la vida? Pues, nos ha cambiado la vida”, sentencia toda nerviosa una de las hijas, Carmen Bernal, novia de Ezequiel y una de las primeras en llegar al Barrilito. Trabaja en ses Torres, en el momento de salir el primer premio estaba sirviendo el bufet, pero se ha quitado el delantal y corriendo se ha ido a Can Picafort a reunirse con los suyos y brindar por este doble décimo que les cambiará la vida.

Estaba trabajando en ses Torres y me han dicho que había tocado en Can Picafort. He llamado a mi madre que me ha remitido a a mi padre. Lo he llamado y me ha dicho suelta el delantal y vente que nos ha tocado. Pensé que era uno y luego me ha dicho que llevaba dos. Estoy en shock. ¡Nos han tocado dos décimos!”, cuenta Carmen Bernal que la euforia del momento le ha regalado una nueva promesa y es que por unanimidad han decidido que “habrá boda”. “Este año nos vamos de boda”, celebraban tanto en el bar como en Cádiz ya que en todo momento vivían la felicidad a través de las videollamadas. ¿Qué piensa hacer con el premio? “Estamos de alquiler y lo primero es comprarnos la casa. Tengo previsto mañana ir a trabajar. No me lo creo. A mi jefe le he dicho me voy”, relata toda nerviosa.

Nieves Bernal es otra de las hijas. “Estaba trabajando en el Mercadona, ha venido mi padre y me ha dicho dame un abrazo. Yo ya venía que algo pasaba y me ha enseñado el décimo. Me tiembla todo. Pensaba seguir mi trabajo pero mi jefa me ha dicho que eran unos momentos para celebrar la alegría en familia. Estoy muy agradecida”.

Mari Carmen García, la madre de la familia, estaba en el médico y cuando le han avisado que habían sido agraciados con El Gordo ha dejado la consulta y se ha marchado a Can Picafort para celebrar la inmensa alegría con los suyos.

Maria Garcia trabaja en el bar Lito. “Vender El Gordo es un gran alegría porque repartes felicidad. Da la casualidad que el bar se había traspasado este año y los nuevos dueños han podido repartir El Gordo”. Es un bar con suerte porque a los dos meses de tomar las riendas del establecimiento ya repartieron un premio de la Primitiva y en 2008 se vendió otro Gordo con el número 03347.

Como no puede ser de otra manera, la alegría en Can Picafort ha contagiado a los vecinos que al ver la fiesta en el Barrilito eran muchos los conductores que se sumaban a los cánticos de “oé, oé” y a los toques de claxón para dar la enhorabuena a los agraciados.