OPINIÓN
Feijóo pasa por Mallorca sin mentir
No sé adónde voy mañana», dudó Feijóo el lunes en su tormentosa entrevista en RTVE, y por supuesto iba a Mallorca, también llamada Ninguna Parte sobre todo en Madrid. Llegó con una hora de retraso, para que entienda en qué consiste depender de Aena o porque el Uber lo desvió a Magaluf en lugar de la Playa de Palma. «Sánchez no ha venido» componía una expresión extraña en boca de Marga Prohens, porque su jefe tampoco estaba presente.
En realidad, Feijóo no llegaba con una hora sino con dos semanas de retraso respecto de la proclamación de Prohens, que ya se temía un segundo plantón. El inminente presidente del Gobierno advirtió seriamente a su subordinada de que no se le ocurriera proclamar la independencia de Balears.
Feijóo, llegó, vio y no mintió. Cabe imaginar la instalación de cierta decepción en la audiencia popular, mil veces más motivada que la socialista, ante este incumplimiento del ritual protocolario. El líder del PP repitió en media docena de ocasiones que «faltan cinco días para las elecciones», una verdad de calendario. Arriesgó más al conjurar que «nunca antes hubo comunistas en el Gobierno». Olvidaba que Aznar nombró al Josep Piqué a quien Feijóo resucitó en Barcelona y a Anna Birulés, pese a la militancia de ambos en Bandera Roja, a la izquierda de Bildu.
Le ha costado siete visitas, pero Prohens ya ha aprendido que a Feijóo no se le besa. Debe limitarse a aproximar las mejillas a su presidente como hizo ayer, un air kiss o beso al aire. En el prólogo, Marí Bosó es un político de primer nivel a quien Dios no llamó por los senderos de la oratoria para fanáticos, otra virtud a anotarle.
El triunfador de la noche fue Antoni Costa, que saludó con una reverencia digna de Hugh Jackman la aclamación por la supresión del Impuesto de Sucesiones, una muy sabia medida populista que mide la arrogancia del Pacto de Progreso Salvavidas. Ahora bien, la peligrosa demagogia de Prohens al afirmar que el dinero de los impuestos «lo tiene Armengol», no solo es una falsedad que le hubiera reprochado Silvia Intxaurrondo, sino también una desproporción con filo de bumerán.
La única figura a destacar es Feijóo, pronto le llamarán guapo como a Sánchez. Le convendría despojarse de la fijación con un presidente socialista que le resta votos. También es erróneo aunque no mentiroso sentenciar que «el sanchismo es la inexperiencia», cuando lleva cinco años y más de cien leyes en el poder. No importa, Feijóo se permite alardear de ignorancia en «creo que es consellera la de Sanidad». Ya gana hasta los debates donde no tiene rival, se ha convertido en irrenunciable, irrebatible, casi imbatible. Por increíble que le parezca.
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