OPINIÓN

Calviño oculta su supermercado

Acto electoral del PSIB con Nadia Calviño en Palma

Acto electoral del PSIB con Nadia Calviño en Palma / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

El coraje de Silvia Intxaurrondo, al desnudar las vergüenzas del periodismo madrileño ante Núñez Feijóo en RTVE, ha paralizado la campaña. La lección de deontología eclipsa la visita a Mallorca de la española con más ansiedad por ser presidenta del Gobierno, también llamada Nadia Calviño en su calidad de hija del equivalente a Tezanos en la televisión pública felipista.

La ambición de Calviño supera a la de su máxima rival Yolanda Díaz, relegada en el escalafón de las infinitas vicepresidencias tras el cierre de Pablo Iglesias por vacaciones. Nadie se llevaría las manos a la cabeza si cualquiera de las dos antagonistas alcanzara La Moncloa, pero esta aprobación solo garantiza sus candidaturas, porque el 99,99 por ciento de los aspirantes en condiciones al palacete se pierden por el camino.

Dado que la vicepresidenta económica solo trabaja para sí misma, sorprende que todos los méritos que desgrana Calviño sean atributos de Yolanda Díaz, así los salarios mínimos como las reformas laborales. «Hay que rechazar de plano el trumpismo» de los datos manipulados, pero el currículum gubernamental de la número dos de Sánchez impulsa a votar a Sumar.

Luce Calviño el toisón de ministra socialista de derechas, con los antecedentes ilustres de Miguel Boyer o de Pedro Solbes. Un compungido Francesc Antich le trasladó al vicepresidente económico de Zapatero que perderían las elecciones en Balears por culpa de las medidas conservadoras adoptadas por el Gobierno. La réplica fue terminante, a quién le importan unas malditas autonómicas cuando se está hundiendo el planeta.

Calviño compra en el supermercado más barato de España. En Mallorca tampoco desveló el dato no contrastado y por tanto trumpista del establecimiento donde se han abaratado los precios gracias a sus medidas. Tampoco aclaró si esa bajada súbita solo tiene lugar cuando se acerca al local la vicepresidenta del Gobierno, y si en la rebaja juega algún papel la presencia siempre intimidatoria de los guardaespaldas vicepresidenciales. Es duro comprobar que una ministra no puede descargar las labores domésticas sobre su pareja.

Tras exprimir los datos macro, Calviño ha llegado en Palma a la conclusión de que «Sánchez representa a la gran mayoría de la población», una presunción que ahora mismo solo materializa Carlos Alcaraz. No consta que la vicepresidenta visitara ningún supermercado en su viaje relámpago a la isla, su discurso numérico demuestra que la solución a los problemas de los españoles no puede limitarse a un listado de índices económicos. O de la compra.

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