Sánchez rescata al PSOE balear y Prohens recibe un baño de realidad

Ganador | Los populares son la fuerza más votada pero empatan a tres diputados con los socialistas, solo dos meses después de las autonómicas

Nacionalista | Sumar es la tercera fuerza, coloca a un candidato de Més en el Congreso y arrebata el cuarto escaño que el 28M asignaba al PP

Colista | Vox pierde uno de sus dos escaños de 2019 y queda relegado a cuarta fuerza

Victoria agridulce del PP balear en las generales, un escaño por debajo de lo esperado.

Victoria agridulce del PP balear en las generales, un escaño por debajo de lo esperado. / B. Ramon

Matías Vallés

La primera plaza en las elecciones generales era insuficiente para el PP de la recién investida Marga Prohens. La victoria incontestable en las autonómicas de dos meses atrás debía traducirse en la consolidación de un cuarto diputado para los populares de Baleares, a fin de revalidar su superioridad respecto a la izquierda en mayo. El guion no se ajustó a lo previsto.

El PP ha vuelto a ser la fuerza más votada de Baleares, pero por un margen muy inferior al esperado. Se daba por descontada la voladura del PSOE (2) - PP (2) - Podemos (2) - Vox (2), pero no en la geometría PP (3) - PSOE (3) - Sumar (1) - Vox (1). El marcador conlleva un retroceso de las posiciones de la derecha, a pesar de una inversión del liderazgo cifrada en más de veinte mil votos a favor de los populares sobre los socialistas.

El sabor agridulce de la victoria del PP se advierte al comparar la distribución de las generales con la jerarquía establecida el 28M. En una traslación automática de las autonómicas, se obtenía un reparto de PP (4) - PSOE (3) - Vox (1). La semana pasada, Génova se dirigió a sus huestes de Palau Reial para presionarles, porque el cuarto diputado distaba de estar garantizado. Vuelve a demostrarse que los populares han manejado unos sondeos excelentes, porque el partido ganador se ha quedado a veinte mil votos de quedarse con la tercera acta de los socialistas.

Una de las contadas ventajas de la superpoblación eleva a Baleares a la condición de la novena provincia en número de diputados, con un total de ocho. Esta holgura facilita la entrada en juego de los partidos minoritarios, aplastados por la Ley d’Hondt en las circunscripciones con tres o cuatro parlamentarios. De ahí los dos diputados que se han repartido Sumar y Vox, invirtiendo el orden previsible y sobreviviendo a la pujanza del bipartidismo.

En aplicación de sus resultados en las autonómicas, Més debía quedarse como siempre a las puertas del Congreso, además de conformarse con la cuarta posición frente a la ultraderecha moderada. En otra sorpresa de las generales, los nacionalistas colocados bajo el paraguas de la fuerza estatal Sumar encumbraban al primer diputado ecosoberanista de la historia. Se fortalece de este modo la figura de Vicenç Vidal, uno de los políticos más sorprendentes de la historia reciente de la comunidad. Con un empellón adicional, le hubiera arrebatado un segundo escaño a la candidatura socialista de Francina Armengol.

Aunque puede presumir de su segunda victoria en dos meses, el 23J deja un regusto amargo en el paladar de la recién inaugurada Marga Prohens. Ha recibido su primer baño de realidad en la figura de Feijóo. En el reparto ideológico, se ha limitado a arrebatarle un diputado a sus socios de Vox, un partido ridiculizado por su entreguismo en unos pactos en los que la ultraderecha moderada se ha preocupado especialmente de la situación personal de los firmantes.

En una lectura estricta de los números, Baleares no se ha reconvertido en la comunidad de derecha radical que prescribían los conservadores y los progresistas amilanados. El empate a cuatro del bibloquismo devuelve a la comunidad a las igualadas del mismo rango en las dos victorias de Zapatero, que curiosamente ha brillado en la campaña del 23J a una altura estelar.

El PSOE se ha desquitado parcialmente de su estrepitoso resultado en las autonómicas, con la misma candidata. La recuperación del tercer diputado a cargo de Armengol, en pugna con los populares y con Sumar, plantea sin embargo un dilema a la expresidenta. Si se atribuyó sotto voce el descalabro de las regionales a la transformación de la cita de mayo en un plebiscito de Sánchez, cómo explicar ahora que la situación haya perdido dramatismo una vez interpelado personalmente el presidente del Gobierno en unas generales. Es más fácil concluir que el secretario general del PSOE supera en tirón a su baronesa balear.

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El partido más comprometido por el balance de las generales es Vox. No solo es la única formación que ha sufrido estrictamente la pérdida de un diputado, sino que desciende de la tercera a la cuarta plaza en solo dos meses. La resaca será angustiosa para sus altos cargos, más allá de volverse a demostrar las enormes limitaciones de Jorge Campos como candidato. Su «puedo tener un papel decisivo» en el Congreso debió comenzar por garantizar una representación en condiciones. El entreguismo de la ultraderecha moderada al PP balear deberá equilibrar dos tentaciones. La centrípeta impulsará a solicitar una renegociación del Acuerdo PP/Vox para el Gobierno de las Illes Baleares. La inclinación centrífuga impulsará a buscar acomodo en el seno de los populares, la configuración del Ejecutivo madrileño decidirá la pulsión ganadora.

La limitada victoria del PP balear se mide con mayor exactitud al señalar que su objetivo silencioso no consistía únicamente en amarrar el cuarto diputado que se les ha escapado. El impulso adicional que los populares han experimentado habitualmente en las generales les permitía soñar con un quinto congresista. De hecho, ya lo obtuvieron en 2000 y 2011, fechas de las respectivas mayorías absolutas de Aznar y de Rajoy.

La expresidenta socialista de Baleares fue el único líder autonómico español derrotado en mayo y que aceptó el reto de reivindicarse en unas generales. Esta postura es inédita entre los expresidents del PP balear. Ninguno de los cuatro políticos conservadores que han asumido el cargo hasta la fecha han intentado después un salto a la cámara baja. En cambio, Francesc Antich precedió en el Congreso a su sucesora.

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El senador Vidal se convierte en un diputado híbrido, que en campaña ha tenido que conciliar sus dos almas. El diputado nominal de Més no permite olvidar que las posturas a la izquierda del PSOE experimenten su primer retroceso en una década. Desde la eclosión de Podemos en 2014, las posturas netamente progresistas habían coronado dos diputados en cuatro elecciones generales. El retroceso del sector se neutraliza con el fin de una maldición, en un archipiélago que se resiste a una adscripción ideológica invariable.