LA CONTRACRÓNICA

Aitana y Alexia: demasiados 'balones de oro' para el Lyon

El apetito de Bonmatí se fundamenta en las adversidades que forjaron su crecimiento, porque los títulos que atesora han saciado, de sobras, las expectativas que tenía de niña

Alexia y Aitana Bonmatí celebran el segundo gol del triunfo del FC Barcelona frente al Olympique de Lyon.

Alexia y Aitana Bonmatí celebran el segundo gol del triunfo del FC Barcelona frente al Olympique de Lyon. / AP

Joan Domènech

La ambición y la venganza siempre tienen hambre, dice un proverbio danés. Está contrastado que a Aitana Bonmatí Conca le sobra la ambición, pero se desconoce si ese deseo de venganza planeaba por su cabeza en el reencuentro con el Olympique de Lyon. Lo que sí sabe la futbolista del Barça es que las dos finales perdidas ante las francesas no iban a volver nunca, y que la tercera ya serían demasiadas.

El apetito de Aitana se fundamenta en las adversidades que forjaron su crecimiento, porque los títulos que atesora han saciado, de sobras, las expectativas que tenía de niña. No desprecia ni una migaja la futbolista azulgrana, que va de la mano con sus compañeras para devorar todos los banquetes a los que acuden, ninguno tan delicioso como una Champions League, el título más grande.

Una de ellas es Alexia Putellas SeguraPertenecen las dos a la misma generación de mujeres futbolistas, aunque les separan cuatro años (26 y 30), que crecieron en la oscuridad de la noche, en los intempestivos horarios, en la tierra de los campos pedregosos. Las dos son, ahora, las sucesivas ganadoras del Balón de Oro, el The Best, las mejores jugadoras de Europa a juicio de la UEFA. Demasiado poder enfrente, ellas dos juntas, para que el Olympique de Lyon las pudiera derrotar tres años después de la primera vez en la que se las encontraron.

"Hemos cambiado mucho", acertó a analizar Aitana, con su característica afonía más acentuada de tanto que gritó el primer gol. Y el segundo, mientras perseguía a una Alexia desatada, sin camiseta, medio desnuda, gritando ante la grada culé la pizca de gloria que le deparaba el destino en la triste temporada por la lesión de rodilla que la condujo a ser suplente en la final.

No les ha saciado el apetito la colección de títulos en una época de opulencia. Ganada a pulso