El fútbol está plagado de historias como la de Pierre Webó, futbolista que no cuenta para nadie en la pretemporada y al que se quiere quitar de encima al precio que sea. Webó que se niega a abandonar la isla –su elevada ficha primó para él sobre cualquier otra consideración– y se queda a la espera de una oportunidad. El internacional camerunés, viejo zorro él, sabe que la temporada es larga y que tarde o temprano le llegará su oportunidad. Su entrega en los entrenamienos haría el resto.

Y lo ha conseguido. Poco a poco ha ido convenciendo a Laudrup, que ya lo tiene como el tercer punta del equipo, prácticamente titular en los desplazamientos. Ayer entró por Cavenaghi a falta de poco más de media hora y se metió al público en el bolsillo nada más entrar. Técnicamente es limitado, pero las ganas que le pone al asunto contagia a sus compañeros de tal manera que el equipo sufre como una subida de adrenalina. Webó marcó el gol de la victoria sobre el Levante a seis minutos para el final y lo celebró con unos aficionados que, en una pancarta, reclamaban la presencia del camerunés como titular. Si Serra Ferrer no opina lo contrario en el mercado de invierno, Laudrup ha encontrado en Webó el refuerzo que necesitaba. Ayer le dio los tres puntos a un Mallorca que ya suma catorce y se planta en la zona noble de la clasificación. Verlo para creerlo.

Por una vez, el resultado hizo justicia a lo que se vio sobre el terreno de juego. El Mallorca fue mejor que el Levante de principio a fin. Lo que ocurre es que el fútbol no entiende de justicias o injusticias, sino de goles. Y el electrónico indicaba que el conjunto de Luis García iba por delante en el marcador desde el minuto 26 por un gol de Stuani, un delantero que lleva el peligro en la sangre. Fue un quebradero de cabeza para la defensa rojilla. El punta del Levante se elevó más que nadie en un centro desde la banda, sobre todo más que el menudo Ratinho, y sorprendió a Aouate. El Mallorca era mejor, combinaba bien y acosaba la portería de Reina. Al Levante le sostenía su orden y la veteranía de Ballesteros, Sergio y compañía. Nada más.

Se llegó al descanso con la mínima ventaja del Levante y con el colegiado Muñiz Fernández consiguiendo poner de los nervios a los jugadores del Mallorca. El árbitro asturiano protagonizó una de esas acciones que sacan de quicio a los jugadores. Se disponía a centrar Nsue un balón a la olla cuando a Muñiz no se le ocurre otra cosa que pitar el final del primer tiempo. Los rojillos acuden todos a una a protestar al árbitro, que lo único que consiguió fue una bronca del respetable. Hay decisiones arbitrales incomprensibles, y la mencionada es una de ellas.

Laudrup confió en los mismos para la segunda parte. No había motivo para cambiar. El equipo estaba jugando bien. Era cuestión de tiempo que llegara el gol del empate. Y llegó de los pies del mejor hombre sobre el terreno de juego, Pereira, que se estrenó como goleador en Primera tras recibir un centro con la cabeza de Nsue. Obtuvo premio el francés a su buen partido, generoso en el esfuerzo, bien plantado sobre el campo, atrevido en el uno contra uno y valiente a la hora de disparar. Pereira, un portento físico, estuvo listo al esperar el bote de la pelota para rematar a un Reina vendido.

Era el minuto 63. Webó hacía siete minutos que había sustituido a Cavenaghi, uno de esos delanteros que si no marca parece que no ha hecho nada, o dicho de otro modo, que sólo parece destacar si golea. No es el caso, o al menos no lo fue ayer. El punta argentino no sólo marca, sino que sabe crear espacios como nadie.

Una vez batido, el Levante no encontró razón de ser en el campo y se dejó ir. A falta de quince minutos, Laudrup cambió el dibujo, dijo entrada a Joao Víctor por Víctor, adelantó a De Guzmán y Webó quedó como único punta. El Levante se daba con un canto en los dientes con el empate. Pero al final, el que sólo se dedica a defender lo acaba pagando. Webó, poco menos que un apestado hace dos meses, colocó al Mallorca en una nube.