Todavía tiene muchos años de fútbol en sus botas, pero Pierre Webó (Camerún, 1982) ya empieza a ser todo un veterano. Y la experiencia le está sentado bien. El delantero cumplió anoche doscientos partidos en Primera División, ochenta y seis de ellos en las filas del Mallorca, de la mejor manera. Un cabezazo tras un saque de esquina magistral de De Guzmán da los tres puntos a los rojillos. Su entrada en el 56 había dado aire a los suyos y mucho más mordiente al ataque, que con el gol de Pereira inició la remontada.

Hace poco más de siete años que el delantero debutó en la Liga como futbolista de Osasuna. Quizá en ese momento no lo sabía, pero el rojo le acompañaría en buena parte de su carrera en España. El 14 de septiembre de 2003 se estrenó en el antiguo El Sadar en un choque ante el Atlético de Madrid. No marcó, pero su equipo se impuso a los colchoneros (1-0). El africano llegó al conjunto pamplonica tras proclamarse campeón en tres ocasiones de la Liga uruguaya defendiendo el escudo del Nacional de Montevideo. Ése era su gran aval, a pesar de que antes de irse a Navarra disputó media temporada en el Leganés, en Segunda División A. Llegó al Mallorca después de cuatro temporadas en un Osasuna que hasta había disputado competiciones europeas. No costó ni un euro, aunque las lesiones provocaron que solo jugara quince partidos. Eso sí, anotó cinco tantos en un equipo en el que brillaba Güiza –fue pichichi con 27 goles– y Arango –anotó 12–.

Pero a pesar de que jamás partió con la vitola de titular, en los dos cursos siguientes ha acumulado más de treinta partidos por temporada. Su garra, sacrificio y fuerza fueron valorados por Gregorio Manzano, que siempre elogió su habilidad en los remates de cabeza. No es para menos.

Durante este verano el Mallorca le ha puesto el cartel de transferible, entre otras cosas porque su ficha es de las más altas de la plantilla, pero al final se quedó. Laudrup lo asumió y poco a poco se ha ido haciendo un hueco en el equipo. En Mestalla cuajó una sensacional actuación en el brillante triunfo de los bermellones (1-2). El técnico danés le dejó ayer en el banquillo, pero quizá en Zaragoza deberá reconsiderar su decisión. Se lo está ganando porque, de momento, se sale con la suya.