La mañana del lunes 31 de agosto Paulo Pezzolano aterrizó en Palma procedente de Montevideo. Las crónicas periodísticas destacaron que había llegado el quinto refuerzo del Real Mallorca para la presente temporada, la solución de urgencia para ocupar la posición de mediapunta. Pero para una familia de inmigrantes uruguayos residente en la isla había mucho más. Aquella jornada volvieron a unirse después de cuatro años y medio de separación. Julio Pezzolano y Laura Suárez –los padres–, y Maria Cecilia y Julio Fabián –los hermanos–, se reencontraron con el menor de la familia, Paulo, que se había quedado en Uruguay jugando al fútbol mientras el resto de la estirpe había ido emigrando a Mallorca de forma escalonada en busca de un futuro mejor.

Laura Suárez, Julio Fabián Pezzolano y el nuevo futbolista bermellón accedieron a conversar con DIARIO de MALLORCA sobre su vida en la isla, las 24 horas de infarto en las que supieron que Paulo vestiría la camiseta rojilla este año y la emoción del reencuentro. La cita tuvo lugar el pasado jueves en el hotel Palas Atenea, donde el fichaje mallorquinista pernocta a la espera de encontrar una casa.

Julio Fabián Pezzolano fue el primero que cruzó el atlántico, hace ahora cuatro años y medio. "Quería venir a España a probar suerte, como muchos compatriotas, y elegí Mallorca porque aquí ya residían los suegros de mi hermana María Cecilia. Llegué un 30 de abril, cogí un autobús y me bajé en el Polígono de Son Castelló. Hice entrevistas en unas cuantas empresas y el día dos de mayo ya estaba trabajando", explica Julio. "En Uruguay tenía trabajo y llegué aquí con un buen currículum y experiencia como instalador de sistemas de ventilación y aire acondicionado, así que no fue difícil", añade el uruguayo.

Un año después llegó Maria Cecilia, de 31 años, y al cabo de unos meses los padres, Julio y Laura Suárez. "Vinimos de visita y nos gustó Mallorca. Nuestra hija nos propuso que nos quedáramos aquí para probar suerte ", explica la madre.

Es la clásica historia de inmigración, pero en este caso desprovista de hambre o desesperación. La familia Pezzolano Suárez cuenta con pasaporte comunitario por su ascendencia italiana y en Montevideo formaban parte de la clase media acomodada. "No vinieron por necesidad", aclara Paulo Pezzolano.

Con toda su familia emigrada, el nuevo jugador del Mallorca ya se ganaba la vida como futbolista profesional, pero su salto a Europa todavía estaba lejano. "Hace algunos años estuve a punto de jugar en Turquía, pero la propuesta no se cerró. Incluso llegué a vivir un mes en Madrid porque mi representante me dijo que había posibilidades de jugar en la Liga española, pero tampoco cuajaron", señala Paulo, que a los 27 años ya estaba ante una de las últimas oportunidades de jugar en Europa.

La noticia llegó durante la cena

La vida de esta familia transcurría con normalidad en la isla. Laura regentaba una cafetería en San Agustín que curiosamente traspasó hace una semana "porque necesitaba descansar". Su marido, Julio, trabaja como encargado en el Capuccino de Puerto Portals. De madrugada, solían reunirse para ver los partidos que Paulo jugaba con el Liverpool de Montevideo a través de Internet. Su rutina dio un giro de 180 grados hace una semana.

"El sábado por la tarde estaba jugando un torneo de pádel en el colegio La Salle. En ese momento vino mi padre y me dijo: ´Me acaba de llamar Paulo. Se viene a jugar al Mallorca´. Fue una tremenda sorpresa, nadie se lo esperaba. Eran las cinco y todavía faltaban algunos flecos por cerrarse. La confirmación llegó por la noche. Nos habíamos reunido todos en casa para cenar. Sobre las diez mi hermano llamó y nos confirmó que ya estaba hecho", cuenta Julio Fabián, de 29 años y empleado en una empresa de instalación de aire acondicionado. Laura interviene: "Recuerdo que nos pusimos todos a llorar. Fue un momento impresionante. Muchas veces había pensado que Paulo jugaría en Europa. ¿Pero en Mallorca? Imposible. Ha sido increíble".

Seis meses atrás, el hermano y un grupo de amigos mallorquines había creado en Facebook la página Todos queremos que el papa Pezzolano venga a jugar a Mallorca, en la que colgaron videos con las mejores jugadas del futbolista. "Aquello lo hicimos en plan de broma. Nunca creí realmente que Paulo vendría", cuenta Julio.

De hecho, el futbolista fue el primer sorprendido. "Mi representante Juan Figer me dijo que había una oferta para ir a Rusia y otra para jugar en Inglaterra. También me dijo que había una tercera opción. Era la del Mallorca, pero no me la quiso contar porque sabía que mi familia estaba aquí y no quería que me hiciera ilusiones. No me desveló la oferta hasta el sábado, cuando ya estaba casi todo cerrado. Fue una alegría impresionante", relata Paulo.

Esta familia uruguaya sigue digiriendo el inesperado reencuentro, pero no esperan un cambio radical en su vida. "Hace muchos años que estábamos separados. Es lo que tiene emigrar, que pierdes las raíces. Ahora lo más bonito es que volvemos a ser una familia unida", explica Julio Fabián. "Económicamente hay que trabajar igual que antes, en eso no va a cambiar nada", añade el hermano.

Aseguran que tampoco va a variar el hecho de que Paulo juegue en Primera División. "Escucharemos las críticas buenas y no haremos caso de las malas. Esto es fútbol y ya estamos acostumbrados", asegura Laura, que está convencida de que su hijo "va a demostrar lo gran futbolista que es".

El día de su presentación, el consejero delegado del club, Javier Martí Asensio, le definió como "el mejor futbolista que juega en Uruguay". "No exageró", afirma rotundo Pezzolano. "Me fue muy bien en mi país. Con el Liverpool jugamos la Copa Internacional por primera vez. Pero ahora hay que demostrarlo en la cancha. Ahí se verá lo que soy", señala el zurdo ante el asentimiento de su madre y de su hermano.

Defensa de Gonzalo Castro

Paulo parece muy seguro de sí mismo. No teme la falta de adaptación al fútbol español, un mal que afecta a muchos jugadores sudamericanos. Y niega que su compatriota y compañero de equipo, Gonzalo Castro, se haya visto afectado por ese problema. "Lo poco que he entrenado con él lo he visto muy bien. Es cierto que los uruguayos estamos acostumbrados a un fútbol más lento y físico. Pero el único problema que ha tenido el ´Chori´ han sido las lesiones", subraya el futbolista. Julio Fabián también sale en defensa de Castro: "Lo he seguido estos años y es un excelente jugador. La temporada pasada dio muestras de su clase".

Estos días el futbolista bermellón está explorando la que será su ciudad al menos hasta el próximo mes de junio. "Lo primero que enseñé a mi hermano cuando llegó a Mallorca fue el Polígono de Son Castelló porque es el primer sitio que yo visité y es donde están los trabajadores. Es importante que vea eso", dice Julio Fabián.

La familia Pezzolano Suárez está plenamente asentada en Mallorca y no está en la cabeza de nadie regresar a su país. "Ser emigrante significa ser de dos tierras. Yo intenté volver y estuve siete meses en Uruguay. Pero me faltaba parte de Mallorca. Siempre tienes esas ganas de volver. Pero cuando lo haces, te falta tu otra tierra", explica el hermano mayor. "Yo ya lo tengo todo aquí. Mi esposo tiene a su padre en Uruguay y eso le tira, pero nosotros ya somos mayores y aquí estamos muy tranquilos", cuenta Laura.

De su país de origen echan de menos "la idiosincracia de la gente", pero hay algo que no cambiarían por nada: la seguridad. "Lo que más me sorprendió al llegar a Palma es que la gente sacaba dinero de los cajeros en plena calle y no pasa nada", explica Laura. Paulo interviene. "En Montevideo eso no lo puedes hacer. Aquí veo coches aparcados en la calle de noche. Si haces eso allí te rompen los cristales. También hay muchos asesinatos; la gente entra en tu casa y puede matarte solo para robarte el reloj", explica el futbolista.

Ahora el mediapunta bermellón espera la llegada de su novia a la isla, con la que se va a casar en breve. A la espera de triunfar en el Mallorca, su hermano y un grupo de amigos de la isla están buscando un local para fundar una peña que llevará el nombre de Paulo Pezzolano.