Arte
¿Fue nazi la Bauhaus? Una exposición en Weimar descubre a sus siniestros "colaboradores"
La muestra recuerda a alumnos como el austríaco Fritz Ertl, quien diseñó las falsas bañeras de Auschwitz, el campo de exterminio en que murieron varios de sus antiguos compañeros
De los 1.400 alumnos que tuvo la escuela, hasta que la desmanteló el nazismo, 900 siguieron en Alemania. Y, de éstos, 188 ingresaron como militantes en el partido nazi, el NSDAP
Gemma Casadevall
La Bauhaus, el movimiento artístico y arquitectónico alemán identificado con la vanguardia y la modernidad al que Adolf Hitler obligó al exilio o la deportación, tuvo también sus “colaboradores” e incluso cómplices entusiastas del nazismo. Una exposición que este miércoles se inaugura en Weimar, cuna de la escuela, revela los vínculos de ciertos alumnos que optaron por seguir en el Tercer Reich, mientras maestros como Josef Albers, Walter Gropius, László Moholy-Nagy y Ludwig Mies van der Rohe emigraban a Estados Unidos.
“El camino a seguir tras el desmantelamiento de la escuela, en 1933, no fue igual para todos. Está bien documentada la vida de quienes se exiliaron. También la de quienes fueron deportados y murieron en Auschwitz. Pero durante años se supo poco de quienes colaboraron o trabajaron en el diseño de las llamadas ‘bañeras’ del campo de concentración, en realidad crematorios”, a El Periódico de Catalunya, del mismo grupo editorial que este diario, la profesora Anke Blümm, comisaria de la exposición “Bauhaus y el nacionalsocialismo”.
Son, en realidad, tres muestras -”Batalla política en torno a Bauhaus, 1919-1933”, “Proscritos, confiscados, adaptados 1930/1937” y “Existencias vitales en la dictadura, 1933-1945”-, repartidas en tres edificios, Neues Museum, Bauhaus Museum y Schiller Museum. “En Weimar no hay un espacio suficiente para tanto material, así que decidimos repartirlos en tres”, argumenta Blümm. En total reúnen 450 piezas, muchas de ellas cedidas por museos europeos y de Estados Unidos, correspondientes a una escuela que revolucionó la arquitectura, el diseño y las artes plásticas.
A través de la realidad virtual se recrea la legendaria exposición sobre la escuela inaugurada en el MoMA de Nueva York de 1938. Pero también se reflexiona sobre aquello que se obvió hasta ahora, como es el colaboracionismo de sus alumnos con el nazismo.
“La mejor manera de hacerse una idea de la dimensión de lo que ocurrió está en la estadística. De los 1.400 alumnos que tuvo la escuela, hasta que la desmanteló el nazismo, 900 siguieron en Alemania. Y, de estos, 188 ingresaron como militantes en el partido nazi, el NSDAP”, prosigue la comisaria. Algunos lo harían por supervivencia o por creer que adaptarse era el único camino para evitar la inhabilitación profesional. “Nadie estaba obligado a ingresar en el partido”, advierte Blümm, quien recuerda que hubo quien, como el escultor Heinrich Basedow, había ingresado ya como militante en 1930.
“Hay muchas circunstancias distintas en ese grupo de los 900 que siguieron en el país”, concede la comisaria. Estarían quienes no emigraron porque su situación familiar o económica no se lo permitía o porque no tenían los contactos necesarios en Estados Unidos u otras partes del mundo. Pero también existieron los “fanáticos entusiastas” de Hitler y el movimiento de masas que arrastró al delirio colectivo. Y también alumnos como el austríaco Fritz Ertl, quien diseñó las falsas bañeras de Auschwitz, el campo de exterminio en que murieron varios de sus antiguos compañeros.
“Fue un grupo muy heterogéneo”, insiste Blüm, investigadora de la Fundación Klassik Weimar, quien ha compartido el comisariado de la exposición con la profesora Elizabeth Otto, de la Universidad de Buffalo (Estados Unidos, y con el profesor Patrick Rössler, de la Universidad de Erfurt (Alemania).
Sus trabajos arrancan de los estudios preliminares iniciados en 2009, durante el 90 aniversario de la Bauhaus, y ampliados en 2019, con su centenario. En Weimar se celebraron seminarios centrados en los vínculos con el nacionalsocialismo. La de ahora es la primera exposición que brinda la posibilidad de “entender esa otra perspectiva, menos favorecedora y más crítica”, en palabras de Blüm. Es decir, fuera del ámbito académico y abierta al visitante común.
Weimar, cuna de la escuela y ciudad amada por Hitler
La elección de Weimar no es causal. No solo por ser la ciudad donde se instaló la república de entreguerras de ese nombre, de 1919 a 1933 o por ser ahí donde Walter Gropius fundó su escuela Bauhaus. La fundación Klassik Weimar lleva a cabo una intensa labor para estudiar con perspectiva crítica el pasado de una ciudad que, recuerda Blüm, “fascinó a Hitler”, huésped habitual del mítico Hotel Elephant.
La situación actual preocupa a Blüm, habitante de Weimar. La ciudad pertenece al “Land” de Turingia, donde la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) podría convertirse en primera fuerza en laseleccioness regionales del próximo septiembre. Su líder es Björn Höcke, cabecilla de su ala más radical, al que actualmente se juzga por usar en público consignas nazis. “Es estremecedor”, resume la profesora, sobre la disposición de tantos electores a darle el voto a ese partido, en una ciudad y un “Land” donde sigue tan presente a dónde condujo el nazismo.
A la inauguración seguirá la apertura al público el jueves, día 8 de mayo, en que en Alemania se conmemora la Capitulación del Tercer Reich o Día de la Liberación del nazismo. También ese día se abre un nuevo museo sobre los 20 millones de trabajadores forzosos que tuvo el nazismo, adscrito al centro de documentación del que fue el campo de concentración de Buchenwald, en las afueras de Weimar.
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