MÚSICA CRÍTICA

Wahnfried en Muro

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Wahnfried es el nombre que recibe la casa en la que residieron los Wagner en Bayreuth, la ciudad, sede del teatro en el que durante poco más de un mes, en verano, se ofrecen los títulos más significativos del compositor.

Seguramente en Whanfried, Richard Wagner reunía a sus amigos e invitados a sesiones de música de cámara, en las que presentaba al piano o con pocos instrumentos sus últimas creaciones o recreaba las más antiguas, siempre en un formato camerístico. Y es que la música del compositor alemán, si bien podemos pensar que está creada para una orquesta numerosa, también funciona en formato reducido.

Pues en ese criterio se basó el concierto que el pasado viernes pudimos disfrutar en la iglesia del Convent de Santa Anna de Muro, organizado por el Centre Wagnerià, que dirige Santiago Pérez y al que deberíamos apuntarnos todos los amantes de la ópera de la isla.

En este concierto, incluido dentro del Festival Miquel Tortell, pudimos escuchar adaptaciones para piano solo, piano y violín y piano y flauta además de las cinco canciones del ciclo sobre poemas de Mathilde Wesendonck. ¿Los intérpretes? La mezzosoprano Begoña Gómez, la violinista Ana Rodrigo, el flautista Enrique Sánchez y el pianista Jesús López.

Si bien conocía sobradamente las cualidades artísticas del miembro de la sinfónica, el siempre impecable Enrique Sánchez, los demás participantes fueron un verdadero descubrimiento. Error por mi parte el no haber escuchado antes de esa velada a ninguno de ellos, pues realmente merecen atención, ya que son intérpretes de primera.

Begoña Gómez estuvo espléndida en esas cinco piezas cortas que Wagner compuso a partir de unos textos de la poetisa alemana. Exquisita dicción, afinación impecable y musicalidad plena.

Ana Rodrigo nos acercó las armonías wagnerianas que se esconden en el Preludio de Tristán e Isolda y en el Coro de Peregrinos de Tannhäuser, en el que colaboró el flautista substituyendo a los violoncellos de la obra original. Un flautista que, por otra parte, ofreció una versión de uno de los momentos más inspirados de toda la historia de la música: La muerte de Isolda. Gran Sánchez.

Y todo ello, con un enorme, sí enorme, pianista: Jesús López. Gran maestro, sin duda, que supo acompañar de forma sobresaliente primero a los demás intérpretes para lucir todavía más en solitario en ese Preludio de Parsifal, la obertura más conmovedora de todas las escritas y llena de caracteres e insinuaciones en forma de leitmotiv, un elemento al que Wagner dotó de esencia propia.

Enhorabuena a los participantes, pero también a los organizadores, pues han hecho posible que los wagnerianos no nos sintamos olvidados por los programadores de los diversos ciclos musicales que hay en Mallorca.

P.S. Cierto es que la Simfònica programó la temporada pasada algunos fragmentos de La Walkiria con mucho acierto, todo sea dicho. Y que se repita.

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