MÚSICA CRÍTICA

Sonó la flauta…

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Orquestra Simfònica de Balears

★★★★

  • Emanuel Pahud, flauta.
  • Pablo Mielgo, director.
  • Obras de Poulenc, Reinecke y Ravel.
  • Lugar: Auditòrium de Palma.

…Y no por casualidad.

Permítanme el juego fácil de palabras al utilizar la famosa expresión fabulística de Iriarte, para titular la referencia a un concierto en el que la primera parte estuvo monopolizada por el sonido, claro, amplio y exquisito de la flauta, la que tocó el solista de referencia internacional, Emmanuel Pahud.

Pahud ha vuelto a la isla, cuando todavía eran recordadas sus interpretaciones del Concierto para flauta número 2 de Mozart y la Fantasía brillante sobre Carmen de Bizet de François Borne. El flautista ha regresado después de siete años, invitado de nuevo por nuestra Simfònica y para interpretar dos obras: La Sonata de Poulenc, siempre interesante, y el Concierto de Reinecke. Excelente en ambas partituras y soberbio en la Sonata, pues es imposible entender mejor esa obra que el compositor dedicó a Jena Pierre Rampal y que años después, el también flautista James Galway estrenó substituyendo el piano por una formación sinfónica. Impecable ese segundo movimiento, Cantilena, impecable y delicioso. De diez. Pahud rozó la perfección. ¿Rozó? No, alcanzó.

Naturalmente, el público, entre el que felizmente pudimos ver a muchos jóvenes estudiantes de flauta, pidió más. Y con sus aplausos instó a una propina, una partitura para flauta sola de Edgar Varèse, Density 21.5.

Y ¿qué decir de la Orquesta y su director, Pablo Mielgo? Pues que supieron acompañar al genio en todo momento, como conjunto, pero también de forma individual, pues el propio Pahud se dirigió a la sección de violonchelos para felicitar al solista, otro Emmanuel, Bleuse.

Y en la segunda parte, la formación sola, aumentada con efectivos nuevos, ofreció dos historias musicales de Ravel, La Valse y la segunda Suite de Daphnis et Chloé, en este orden, ambas tocadas con maestría y buen gusto, como siempre pide el maestro del País Vasco francés. Buena sonoridad y, como sucedió en la primera parte del concierto, algo superior la versión de la primera obra, la del homenaje a la familia Strauss.

Una pregunta: ¿no hubiera sido mejor invertir el orden de las dos últimas piezas y terminar la sesión con esa explosión sonora de La Valse en la que Ravel retrata la decadencia y final de un Imperio aristocrático?

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