El poemario sexual clandestino de Biel Mesquida se traduce al castellano 50 años después

‘El hermoso país donde los hombres desean a los hombres’ agota su primera edición y publica una segunda

«Es un libro necesario en lengua española porque muestra que las letras catalanas tienen capacidad de transgresión, de crear mundos inéditos nada comunes a partir del erotismo»

Biel Mesquida: "‘El hermoso país donde los hombres desean a los hombres’ es un libro necesario en la lengua española”

Guillem Bosch

Raquel Galán

Raquel Galán

Eligieron la palabra ‘hermoso’ en lugar de la traducción literal de bell porque «bello en castellano suena más cursi, como de postal»; debatieron sobre si descartar en el título el artículo definido; hubo discrepancias sobre el término ‘almácigas’, traducida del catalán planters. «Discutimos mucho con ese vocablo, debido a que cambia la musicalidad».

Son algunos de los ejemplos que Biel Mesquida pone de la traducción de su libro El bell país on els homes desitgen els homes, el poemario que en 1974 repartió clandestinamente y cuyo contenido explícitamente sexual revolucionó la literatura catalana. Se cumplen 50 años y puede leerse por primera vez en español después de un trabajo codo con codo entre el escritor mallorquín y el traductor, Sergio Fernández, «una maravilla», en palabras del autor de El hermoso país donde los hombres desean a los hombres.

Todas las ediciones del poemario

Todas las ediciones del poemario / Guillem Bosch

La primera edición, en versión bilingüe, se ha agotado, por lo que Letraversal, del editor Ángelo Néstore, ha publicado la segunda. «Es un libro que era necesario en la sociedad en lengua española porque llegará a muchos lectores y verán que las letras catalanas tienen capacidad de transgresión, de crear mundos inéditos nada comunes a partir del erotismo», afirma Mesquida.

Está «feliz», no solo por lograr finalmente que sus 33 composiciones poéticas hayan sido traducidas, sino también por el resultado. «Pasar del catalán al castellano es más difícil que al francés o el italiano, ya que tiene una musicalidad más cortante, más rígida. Aürtaren se convierte en ‘embistieron’, por ejemplo, y ahí surgían los problemas, pero hemos superado el reto», destaca quien recuerda que «la poesía es música y hay que conseguir los mismos sonidos y armonías que el original. No importa solo el qué, sino también el cómo».

Innovación

Respecto al qué, define su obra como «un ars amandi junto a un ars poetica, ya que se describen los deseos y el amor entendidos en un sentido muy amplio y al mismo tiempo se utiliza de forma inédita un lenguaje transgresor, que hasta entonces no se había leído en la literatura catalana». Rememora el poeta que en las postrimerías del franquismo el amor «era tratado simplemente como algo sentimental, con un realismo doméstico y rancio. La aparición de El bell país..., muy corporal, ligado a los deseos y con relaciones entre personas del mismo sexo, lo resignifica todo», explica Mesquida.

Ejemplifica que «aparecen partes del cuerpo que nunca salían, como el culo, que se convierte en una especie de verdad revolucionaria porque nos une a todos los humanos, pero loar el culo era ensalzar lo más secreto, escondido, horrible. Lo que no se debe tocar ni contar, tal como han han dicho algunos críticos», resalta.

Escándalo

En todo el poemario «el amor se transforma en una conjunción de cuerpos que se compenetran y penetran con placer», detalla el autor, «totalmente escandaloso en la sociedad bienpensante del franquismo». Por eso ni se le pasó por la cabeza tratar de publicarlo, debido a que el año anterior ya le habían censurado su primer libro, L’adolescent de sal.

Sin embargo, en la Barcelona de los años 70, donde él residía, los institutos francés y alemán se convirtieron en lugares de reunión y lecturas clandestinas, y fue en este último en el que recitó algunos de esos poemas por primera vez. «Hubo todo tipo de reacciones, lo que me demostró que el material tenía capacidad de provocar, de hacer que nadie quedase indiferente, y eso me encantó. A partir de ahí decidí crear una edición propia con fotocopias, grapas y la ayuda de un grupo de amigos». Tras los 500 ejemplares ilegales llegó la primera publicación, en 1985, otra en 2012 y, después de medio siglo, el libro ha sido finalmente traducido al castellano.

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