Reportaje

'El Papus', la revista de humor que no sobrevivió al tardofranquismo

Durante el tardofranquismo, este tipo de cabeceras fueron una útil herramienta para conquistar derechos civiles y una amenaza para aquellos que querían perpetuar las instituciones de la dictadura

Así quedó el edificio en el que estaba la redacción de 'El Papus' tras el atentado de la ultraderecha contra la revista satírica.

Así quedó el edificio en el que estaba la redacción de 'El Papus' tras el atentado de la ultraderecha contra la revista satírica. / EPE

Eduardo Bravo

"No creo que hoy fuera posible un semanario con tal mala baba como El Papus. Si bien revivimos un contexto de insatisfacción y desencanto con la clase política, no queda un ápice de la esperanza de cambio del tardofranquismo. La sociedad está extremadamente polarizada, vive en cámaras de eco y no es capaz de sumirse a la risa como catarsis social de las carencias de cada lado", reflexiona María Iranzo-Cabrera.

Profesora de periodismo en la Universidad de Valencia, Iranzo-Cabrera acaba de publicar El Papus (1973-1987). Contrapoder informativo en la Transición española, un ensayo en el que analiza el contexto político en el que surgió esa cabecera y cuál fue su trayectoria hasta su desaparición definitiva en 1987 por dificultades económicas. Un fin demasiado prosaico para una heroica revista que había superado multas, expedientes, secuestros y las amenazas de la ultraderecha, que la tarde del 20 de septiembre de 1977 acabaron por materializarse.

Ese día, un par de sujetos entregaron al portero del edificio un maletín para que lo hiciera llegar a Xavier de Echarri, director de la publicación. Antes de que que pudiera cumplir el encargo, el explosivo que había en el interior del maletín estalló, provocando la muerte del portero y heridas a otras dieciocho personas. Entre ellas, la telefonista del semanario, Rosa Lorés, que estaba embarazada.

"El atentado provocó el desmembramiento del mayor éxito de El Papus, su equipo. El momento en que Óscar Nebreda, Gin e Ivà abandonan la revista supuso el inicio de la decadencia de la publicación. Los tres se enfadaron con la gerencia del semanario porque, con motivo del número especial que se lanzó tras la bomba, se aumentó la tirada, cuando ellos habían exigido que no se generasen ganancias de aquella tragedia. Aunque Carlos Navarro, el gerente, niega que ese aumento de tirada se produjera, lo cierto es que la muerte de Juan Peñalver provocó un trauma en el equipo. Por una parte, los explosivos eran comparativamente mucho más dañinos que lo que pueda comunicar un lápiz; por otra, había muerto una persona que estimaban y que no era autor de aquellos chistes", explica María Iranzo-Cabrera.

Por todo lo alto

A principios de la década de 1970, las grandes editoriales estaban localizadas en Barcelona. Una de ellas era ELF Editores, propiedad del Grupo Godó que, en 1972, había auspiciado el lanzamiento de Barrabás, la revista satírica del deporte. Fue tal su éxito que la editorial propuso crear una publicación similar. Siguiendo ese encargo, en 1973, Ramón Tosas “Ivà” y Òscar Nebreda idearon una revista basada en la sátira política a la que pusieron el nombre de El Papus, en referencia al Papu, un monstruo que, en la mitología catalana, se dedica a atemorizar a los niños.

El nombre de 'El Papus' hace referencia al Papu, un monstruo que, en la mitología catalana, se dedica a atemorizar a los niños

El músculo económico del Grupo Godó permitió que el lanzamiento de la revista se hiciera por todo lo alto. Además de anuncios de televisión protagonizados por el cómico argentino Joe Rígoli, se insertaron anuncios en diferentes publicaciones que provocaron que, un mes antes de aparecer en los quioscos, la revista recibiera ya su primera sanción, a la que seguirían muchas otras, algunas de las cuales fueron tramitadas por la jurisdicción militar.

Una viñeta aparecida en 'El Papus'.

Una viñeta aparecida en 'El Papus'. / EPE

 "El Papus sufrió dos juicios militares precisamente por atreverse a criticar en sus portadas al estamento militar. La primera de ellas, la del número 32, apuntaba a la supuesta implicación de la jerarquía militar en la trama corrupta de la Lockheed. La segunda, la del número 33, parodiaba a los excombatientes mutilados en la Guerra Civil en la celebración del primer aniversario de la muerte de Franco. Estamos hablando del año 1976 y ello le supuso a los dibujantes que protagonizaron aquellas portadas y papunovelas —a ellos mismos les encantaba disfrazarse y teatralizar aquellas parodias— el arresto domiciliario y la comparecencia periódica ante los tribunales militares. Jordi Amorós, que firmaba como JA, fue llamado a un tercer juicio militar entre septiembre y octubre de 1977, pero parece que no llegó a celebrarse. Debía tener lugar justo días después de la explosión del maletín bomba en la redacción, un 'susto' que la extrema derecha planeó molesta, precisamente, por estas críticas a los militares".

No quisieron leer que la sociedad española estaba cambiando, que ya no había tanto interés por la política

Gerardo Vilches

— Autor de 'La satírica transición. Revistas de humor político en España (1975-1982)'

Aunque se suele decir que con el atentado El Papus moderó su línea, Gerardo Vilches, autor de La satírica transición. Revistas de humor político en España (1975-1982), niega la mayor. "Las críticas a la extrema derecha y al gobierno ucedista siguieron. De hecho, se radicalizó mucho en cuanto a su visión del sistema político y el carácter de la transición, que ellos consideraban poco menos que un paripé. Aunque la competencia posterior con El Jueves le hizo mucho daño, lo que en realidad sucedió es que no quisieron leer que la sociedad española estaba cambiando, que ya no había tanto interés por la política y que el desencanto había hecho que mucha gente se acomodara y pasara de todo: el progre fue sustituido por el pasota como estereotipo social símbolo de la época".

De la esperanza al desencanto

Según explica María Iranzo-Cabrera en su ensayo, durante los primeros meses de El Papus, la redacción era un polvorín compuesto de gente joven llena de esperanza que exigía cambios políticos. El primero de todos, el fin del franquismo y, a continuación, la despenalización del adulterio, la amnistía, el reconocimiento de los partidos políticos, los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBI, y la aprobación del aborto y del divorcio.

Revista 'El Papus'.

Revista 'El Papus'. / EPE

 "Como señalan en alguna viñeta, incluso podrían tolerar una monarquía a cambio de conseguir todas esas libertades. Sin embargo, conforme avanzaba la Transición y se instauraba un pacto de silencio entre partidos políticos, no solo se ralentizó la consecución del prometido cambio, sino que incluso se llegó a amenazar a la revista con el cierre por su descaro erótico", comenta María Iranzo-Cabrera, que apunta también otras causas que dificultaron la viabilidad de El Papus. Por ejemplo, la incorporación de humoristas gráficos a los periódicos convencionales, la aparición de otras cabeceras satíricas y la irrupción en el quiosco de revistas de información general como Interviú.

El periodismo de investigación y el sensacionalismo de 'Interviú' se llevó a parte importante de la audiencia de 'El Papus'

María Iranzo-Cabrera

— Autora de 'El Papus (1973-1987). Contrapoder informativo en la Transición española'

"En su momento, El Papus permitió a la ciudadanía conocer de verdad quién formaba aquel incipiente parlamento, desveló la esencia franquista de quiénes se presentaban como nuevos diputados. Empleó para ello tanta creatividad, mala baba, lenguaje cotidiano y mensajes subliminales, que se hizo con la sociedad de entonces. Sin embargo, Interviú, que salió a la venta coincidiendo con el segundo cierre de cuatro meses de El Papus, ofrecía el mismo destape que ellos y, además, información en exclusiva. Al final, su periodismo de investigación y su sensacionalismo se llevó a parte importante de la audiencia del semanario satírico", explica Iranzo-Cabrera que, además de esa pérdida del favor del público y el consiguiente descenso de ventas, señala como motivo del cierre de El Papus el desgaste económico y emocional que supuso para la empresa y los humoristas la batalla legal iniciada para conseguir que los responsables del atentado fueran condenados. Una lucha en la que ni el gobierno del PSOE ni la policía ni los jueces estuvieron precisamente a favor de obra.

En una primera sentencia, los magistrados de la Audiencia Nacional Bienvenido Guevara, Luis Fernando Martínez y Juan García-Murga consideraron que no había pruebas para condenar a los acusados, de los que llegaron a decir que "lo único reprochable es haberse extralimitado en la defensa de su ideología, al llegar a confeccionar explosivos para utilizarlos contra personas de ideología marxista".

Aunque posteriormente se nombró un segundo juez instructor, Alfredo Vázquez Rivera, para solventar los errores del primer juicio, los acusados siguieron sin ser investigados, lo que provocó la suspensión de Vázquez Rivera a petición de los abogados de El Papus, aunque con pocas consecuencias. Según recordaba Carlos Navarro, el propio Vázquez Rivera "nos citó a Xavier de Echarri y a mí y nos aconsejó que nos olvidáramos de perseguir a los culpables de la bomba y que declaráramos al Estado responsable subsidiario. Ahora pienso que tendríamos que haber aceptado la oferta".