Entrevista | Entrevista

Santiago Auserón: «Estar al margen del sistema no me ha dado más que alegrías»

El cantante y compositor zaragozano afincado en Mallorca, exlíder de Radio Futura, se viste de nuevo de Juan Perro para recorrer y explorar el territorio primigenio de la música tradicional de Cuba en el documental recién estrenado ‘Semilla del son’

Santiago Auserón, fotografiado en la Barceloneta.

Santiago Auserón, fotografiado en la Barceloneta. / RICARD CUGAT

Nando Salvà

¿Cómo surgió su amor por la música cubana?

Invertí lo primero que gané con Radio Futura en viajar a Cuba, en 1984, y la música que encontré allí me volvió loco. Yo era hijo de la música anglosajona y en concreto de los músicos negros afroamericanos, que en parte había descubierto gracias a los discos que mi padre, que trabajaba en una base militar estadounidense, traía a casa. Pero descubrir el encuentro musical entre lo negro y lo español me cambió la vida, y desde entonces he seguido investigando. Cuando en 1991 publiqué el recopilatorio Semilla del Son, que era la primera antología internacional de esa música, lo hice a sabiendas de que apenas quedaba tiempo para evitar que ese legado cultural se perdiera, porque España había dado la espalda a su colonia más preciada en cuanto se le había acabado el negocio con el azúcar.

Y, en cuanto que operación de rescate, ¿cuánto tiene el proyecto Semilla del son de activismo político?

Tampoco quiero sonar quijotesco. Desde el principio estuve motivado principalmente por el egoísmo. Lo que yo buscaba eran argumentos con los que operar con eficacia en mi proceso de investigación y aprendizaje del canto en nuestra lengua, y en mi empeño por dejar de copiar los códigos del rocanrol. Ojo, yo sigo siendo un rockero, y no voy a dejar de serlo por mucho que me acerque a otras músicas. En realidad, me considero un oído abierto a todas las sonoridades. Me gusta hasta el ruido.

¿Es posible llevar a cabo un trabajo como este sin caer en la apropiación cultural?

No, siempre hay cierto nivel de apropiación, pero es importante que se trate de una apropiación no dominante, basada en dar voz y escuchar. Lo contrario es colonialismo y explotación capitalista; es llegar, plastificar y vender, en la línea de lo que hizo Ry Cooder con Buenavista Social Club aprovechándose de nuestras aportaciones y silenciándolas. Ojo, no me quejo. Buenavista lanzó el son a escala mundial, y eso fue bueno. Pero mi misión era que la gente de habla hispana comprendiera la importancia histórica de ese sonido, y quedó cumplida.

El son influyó en toda la música latina, y lo latino es esencial en la música urbana. ¿Qué opina de él?

Es música sin músicos, sin instrumentos y sin voces reales, basada en la forma sonora más básica y facilona. Creo que supone un ataque directo a las neuronas de los oyentes, y un retroceso cognitivo; los padres y las madres están preocupados por sus hijos. Yo pienso que hay que darles tiempo, enfrentarse a sus gustos solo va a exacerbar la reacción rebelde. Con el tiempo esos chavales van a dejarse contaminar por otras músicas, se irán formando y enriqueciendo.

¿El rock ha muerto?

Sí, y ya era hora; ahora al menos ya no puede seguir siendo degradado por la fuerza de la tecnología y el poder del mercado. Internet, las descargas gratuitas, el streaming... están destruyendo la cultura y facilitando la mercantilización del arte. El sistema se concentra en la música más comercial, manipulable y con menos contenido. Por eso yo me apeé del sistema, y no me arrepiento. Ser marginal no me ha dado más que alegrías.

Volviendo a Cuba, ¿cómo ve la situación incierta que se vive allí?

La herencia de la Revolución no debería perderse. Yo no soy marxista-leninista pero, hasta la Revolución, la independencia política de Cuba no estuvo asegurada; habían ganado la guerra contra España a costa de entregarse a los Estados Unidos. El problema es que la Revolución no ha resuelto la independencia económica, y el régimen no puede quedarse anquilosado administrando la pobreza creciente. Deben abrir la puerta a quienes fueron condenados a la diáspora cubana, que vuelvan y echen una mano.

En general, ¿sigue significando algo la palabra revolución?

Sí, pero no lo mismo. Ahora ya no se trata de luchar por el territorio ni por los medios de producción, porque los medios de producción ya nos han invadido el cerebro. El capullo de Elon Musk quiere insertarnos el chip, hay que poner freno a ese sujeto cuanto antes. ¿Cómo estamos consintiendo toda esta mierda? Podemos decía: «Vamos a asaltar los cielos». ¿Cómo vamos a asaltar los cielos si los cielos ya son de ellos? ¿Con un tirachinas? Lo que no debemos permitir es que acaben invadiendo nuestra psique, ahí es donde nos la jugamos. Y las artes, el cine y la música popular, son esenciales a la hora de librar esa pelea.

Lo tienen difícil. El mundo en bloque se está alejando hacia el extremismo reaccionario.

En las últimas décadas la derecha internacional ha estado muy activa en la creación de un discurso, y ha llegado a convencer a los medios internacionales; se han apropiado del término liberal para tergiversar su sentido y están intentando lo mismo con el término libertad. Y mientras todos los regímenes de Occidente se están yendo a la derecha, la izquierda se ha dormido. Necesita un lenguaje nuevo, al que tienen que contribuir las nuevas generaciones; necesita generar ilusiones compartibles. Y no puede tratarse de que los de abajo se coloquen arriba y se conviertan en élite, ni siquiera por el bien común.

¿Qué va a pasar en España?

Voy a decir algo que quizá no guste: para la izquierda sería preferible darse un tiempo para estructurar un discurso que dure 100 años, con todo lo que se nos viene encima, que luchar por el poder inmediato; la alternancia política, de todos modos, es inevitable. No hay que ponerse nervioso, yo ya he vivido en la dictadura y sé que lo que tengo que hacer para sobrevivir si no queda más remedio. Por supuesto, mejor si se renueva una legislatura progresista, pero no a cualquier precio. Entregarles la clave de la gobernabilidad a la burguesía catalana de derechas no me parece una solución muy de izquierdas.

Suscríbete para seguir leyendo