Obituario

Pere Ginard Ferrer (Artà, 1930-2023): Cabal heredero de la sabiduría popular

Pere Ginard.

Pere Ginard.

Basilio Baltasar

Basilio Baltasar

Guardo un recuerdo nítido y transparente de los que han sido mis maestros. Y no pierdo nunca de vista la sensación de estar en deuda con ellos, por sus lecciones, su ejemplar estilo, por su generosa disposición a compartir los frutos del conocimiento. 

El pasado sábado falleció en Artà a los 93 años Pere Ginard, 'Violí', hijo de Tomeu y Joana-Aina, hermano de Joan 'Sarasate', Catalina y Joana-Aina, esposo de Catalina Palou Amorós, padre de Tomeu y Jaume. Se fue después de una fértil biografía, vivaz, plena y perspicaz, y tras haber dado forma a una admirable inteligencia y un singular talento.

Trabajador, hombre de campo, jardinero, músico y padre de familia. Cronista de la vida visible e invisible, observador de penetrante espíritu crítico, narrador y glosador. Heredero de la escuela irónica mallorquina y depositario de la memoria popular. Autodidacta y lector insaciable. 

Pere Ginard ha sido uno de los raros contemporáneos capaz de integrar en su intimidad la reflexión de los grandes pensadores. Su elocuencia no era un impostado ejercicio de erudición ni una petulante apropiación mundana. Oír a Pere Ginard citar con veneración a Pitágoras, Spinoza o Dostoievski, verlo recitar de memoria largos fragmentos de las grandes obras maestras de la literatura universal, revelaba su insólita capacidad de compresión y confirmaba la misión del legado cultural: afianzar en cada hombre su razón de ser. Algo que Pere Ginard supo realizar con su inconfundible arte de vivir.

Pasear con Pere Ginard por los senderos de Bellpuig, recorrer los caminos de Cap Ferrutx, seguir el curso de los manantiales y descender a las cuevas encubiertas por los arbustos de murta, ha sido para mí un privilegio y un motivo de inolvidable gratitud. Su conocimiento de la Naturaleza, que incluía el nombre en latín de las plantas, su fisonomía y sus aplicaciones medicinales, era contagioso y alentador. En cierta ocasión, durante sus madrugadoras caminatas entre las rotes de Artà, percibió un extraño susurro vegetal y transcribió en armónicas composiciones poéticas los versos de una lengua desconocida. Como apasionado lector de Corominas, Pere Ginard recogía la historia de cada topónimo, la leyenda que albergaban las piedras y las ruinas, el recuerdo de los personajes que por el mismo lugar anduvieron, vivieron y murieron. 

Era precisamente el manejo de la lengua catalana que se habla en Mallorca la expresión de un profundo dominio psicológico y musical. La belleza de las palabras, las inflexiones, las metáforas y las figuras de la sabiduría popular, el doble significado de las parábolas, la elíptica envoltura de las alegorías y el soterrado sentido del humor encriptado en su riquísimo léxico hacían de Pere Ginard uno de los grandes orfebres de la lengua culta y popular y un elocuente y deslumbrante narrador.

De Pere Ginard sorprendía la familiaridad con que recordaba la trayectoria, carrera y obra de los escritores de la isla y de la península, los articulistas de la prensa que devoraba con fruición y la posición que ocupaban en su informada cartografía cultural. Podía hablar durante horas de lo que habían dicho en cierta ocasión o de cuál era su más reciente aportación.

Pere 'Violí' ha sido uno de los más ilustres herederos de la tradición irónica mallorquina y el forjador de un repertorio de recursos expresivos que no dejaban títere con cabeza. Manejaba con destreza los registros que llevan de la sátira al sarcasmo y de la mordaz alusión a la más sospechosa benevolencia. Las disquisiciones de Pere Ginard en la mesa camilla de su hogar eran un alarde de cáustica ironía y ardiente buen humor. 

Desde joven practicó Pere Ginard la costumbre de hablar con los viejos de Artà y eso le permitió anotar y recoger en su memoria personal los recuerdos de varias generaciones, el origen de las familias, la procedencia de los apellidos, las aventuras de sus ancestros, la leyenda negra, blanca y rosa de sus hazañas y la destilada fama de sus notables personajes. Su memoria abarcaba así el recuerdo vivo del siglo anterior.

Recuerdo con agradecimiento el momento crucial de la suerte que nos presentó. Los cuarenta años de conversación cultivada y celebrada me llevan a recordar con una sonrisa nostálgica las escenas de esa complicidad que sella la verdadera alianza de la amistad. Fue Pere Ginard, 'Violí', quien me contó la rondaia en donde suena con atronadora voz la más extraña de las palabras recogidas en el memorial mallorquín: Bitzoc. La palabra con que los dos bautizamos la revista literaria que empecé a editar en 1986.

Imaginaré a Pere Ginard caminando por los senderos del otro lado y desplegando los sentidos de su infatigable curiosidad. Será en verdad algo fabuloso escucharle contar algún día el relato de su nueva andanza vital.