MÚSICA CRÍTICA

El infinito en un junco

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

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Teatre Principal de Palma

  • Companyia de dansa Mal Pelo.

Pep Ramis y María Muñoz (Mal Pelo), a pelo, sin otros bailarines acompañantes, se sumergen en la idea de infinito, dando una lección muy a lo Cantor sobre las diferentes maneras de entender el infinito. El sabio Georg Cantor revolucionó a finales del siglo XIX el cálculo infinitesimal con una idea: el infinito no es uno solo, sino que son muchos, de hecho, hay infinitos infinitos, los que caben en un junco (parafraseando a Irene Vallejo) y los que aparecen cuando establecemos relaciones entre las personas, pero también entre los humanos y la naturaleza.

Pues de eso va ese nuevo proyecto de Mal Pelo, pues habla de lo que significa estar solo, infinitamente solo, pero también de lo que es relacionarse con otro/a. De ahí que en las dos primeras partes de las tres en las que han dividido el espectáculo aparezca una sola persona sobre el escenario, primero ella, con un paisaje nevado y frío como fondo, y recitando los versos de Charles Bukowski «hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir», y luego él, cayendo y levantándose infinitas veces mientras se hace infinitas preguntas sobre la existencia.

El espectáculo le hubiera gustado a Richard Wagner. No por la ampulosidad (es estéticamente minimalista), sino porque cae de lleno dentro de los cánones del Arte total defendidos por el músico alemán. Para Wagner, la ópera es el compendio de todas las artes. Y ese espectáculo de Mal Pelo reúne en sí mismo voz, danza, música, teatro, literatura, escenografía… un Arte total, en definitiva.

Es obligado referirnos a los dos protagonistas únicos, ya los hemos citado, María Muñoz y Pep Ramis, que juegan con su cuerpo como pocos artistas pueden hacerlo, pero que cuando recitan y actúan, lo hacen con una dicción y formas perfectas, que ya quisieran para sí muchos actores profesionales. ¿Protagonistas únicos? Realmente no, pues los tres músicos, que no abandonan la escena, también juegan un papel muy pero que muy importante: Joel Bardolet al violín, Bruno Hurtado a la viola de gamba y Quiteira Muñoz poniendo una voz a veces ligera, otras operística, siempre elegante, aportan un valor añadido a la función. Los tres, al mismo nivel que los actores/bailarines/rapsodas.

Double infinite. The bluebird call nos cuestiona sobre muchas cosas, pero no sobre la importancia que tiene el arte en todas sus formas. Eso no es cuestionable, es una evidencia infinita.

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