Emilie Pine, en el Festival de Literatura Expandida de Magaluf: "La idea de que el trauma no se puede traducir en palabras ha silenciado a muchas personas"

La autora de ‘Todo lo que no puedo decir, un libro de ensayos autobiográficos que trata sobre alcoholismo, abortos, violaciones y depresión, se estrena en la novela con ‘Ruth y Pen’, centrada en los límites del dolor y del amor

La escritora irlandesa Emilie Pine, en el Festival de Literatura Expandida de Magaluf, el FLEM

La escritora irlandesa Emilie Pine, en el Festival de Literatura Expandida de Magaluf, el FLEM / Guillem Bosch

Emilie Pine (Dublín, 1977) desafió con Todo lo que no puedo decir, seis relatos autobiográficos sobre episodios de su vida que durante 40 años no había admitido ni siquiera ante sí misma -el alcoholismo de su padre, su imposibilidad de quedarse embarazada, acosos y adicciones- esa especie de norma social que les impone a las mujeres no poder hablar de sus cuerpos. Ahora, con su debut novelístico, Ruth y Pen (Random House), una obra luminosa e inteligente situada en los límites del dolor y del amor, la también profesora (de Dramaturgia, en el University College de su ciudad natal) y editora (de la Irish University Review) se ha convertido en una de las voces más importantes de la nueva literatura irlandesa.

Una historia de amor y soledad

Dos mujeres, Ruth y Pen, que no se conocen pero que se hacen las mismas preguntas, cómo encajar y hacernos un hueco cuando el destino pretende excluirnos, son las protagonistas de su primera novela, un libro que subraya el valor que exige encontrar la fuerza para seguir adelante. “Es una historia de amor y de soledad, apoyada en la idea de que en un solo día puedes cambiar el curso de tu vida; pero también es una historia de vulnerabilidad, de cómo Pen, autista, valiente, intentará conectar con el mundo, sin rendirse, y de cómo Ruth, que está a punto de romper su matrimonio, se siente sola”, apunta la autora, galardonada con el Kate O’Brien Award por este trabajo.

Portada de 'Ruth y Pen', la primera novela de Emilie Pine

Portada de 'Ruth y Pen', la primera novela de Emilie Pine / DM

A diferencia de Todo lo que no puedo contar, “en el que está escrita la historia de mi vida”, en Ruth y Pen Emilie Pine ha podido ficcionar y no ha tenido que ceñirse a unos hechos vividos. Eso no significa que escribir la novela haya sido un ejercicio más sencillo aunque para sus seres queridos sí ha sido más placentera su lectura. “A mi familia le ha encantado que el segundo libro sea una novela, mi madre se ha sentido muy aliviada”, confiesa con una sonrisa. “Pero en cierto modo fue más duro, porque tenía que inventar la historia, y me daba la sensación de que la estaba inventando a partir de mí mientras que en Todo lo que no puedo decir yo era como un canal y si a la gente no le gustaba pues no era mi culpa, porque eso es lo que ha pasado en mi vida. En cierto modo la ficción es la máscara que dice la verdad, la ficción revela más que la no ficción”, añade.

Libro del Año en Irlanda

Las conexiones entre Todo lo que no puedo decir, elegido libro del año 2018 en Irlanda, un libro que podrían firmar muchísimas mujeres, y Ruth y Pen “son emocionales”, señala Pine, quien subraya cómo “las vidas de las mujeres están dirigidas por reglas sociales y políticas, y hasta qué punto es difícil, ya seas adolescente o una mujer profesional, encontrar tu propia voz para decir las cosas que son importantes para ti y también lograr que alguien más te escuche”.

Emilie Pine, el pasado sábado en el festival literario de Magaluf

Emilie Pine, el pasado sábado en el festival literario de Magaluf / Guillem Bosch

“Cuando te aceptas a ti mismo y encuentras tu voz, y hablas desde tu voz, rompes la ficción y creas algo nuevo. Eso puede ser duro pero es mejor. Lo digo por cómo yo he expuesto a mi familia con Todo lo que no puedo decir. Mi relación con mi familia es distinta pero quiero pensar que es mejor”, reflexiona. ¿Resulta fácil encontrar nuestra propia voz?, ¿por qué la silenciamos? “Yo pensaba que tenía realmente que buscar mi voz, pero siempre había estado ahí, simplemente tenía que escucharla. Todos tenemos una voz interior, creo que todos sabemos cuál es nuestra voz, no la mala, la que te dice esto estás haciéndolo mal, la que te riñe, sino la auténtica, la verdadera, y creo que muchas veces la silenciamos porque no es conveniente, porque no encaja con las ideas de otras personas o las ideas que otra gente pueda tener de nosotros, o porque queremos proteger a alguien más o porque queremos protegernos de querer aceptar la verdad. No se trata de encontrar tu voz, eso es una expresión errónea, tienes que darte permiso para que esa voz se oiga”.

Escribir mirando a los ojos del lector

Pine escribe desde la honestidad, como si mirara a los ojos de lector, del que recibe respuesta. Son muchas las personas que, desde la publicación de Todo lo que no puedo decir, se han puesto en contacto con ella, gente que lee ha escrito por carta, por mail, y que siempre le dice: “Esto a mí me ha pasado, en referencia a los problemas de fertilidad, de violencia sexual, de alcoholismo y de workaholic, cuando el trabajo se convierte en el centro de tu existencia, cuando el trabajo es excesivo. Me cuentan su historia, a veces personalmente pero casi siempre por escrito. Su historia no es la mía, es diferente. Me llevó un tiempo entender que tenía que ver con la conexión emocional de todo esto. Con el tiempo vi que la mayoría no estaba esperando ninguna respuesta de mi parte, lo importante es que ellos podían hacer oír su voz. En una ocasión, una persona se me acercó y me dijo: lo que te pasó a ti me sucedió a mí, y luego salió corriendo de la sala. Ahí me di cuenta que simplemente necesitaba decirlo, compartirlo, e irse. Cada persona tiene su historia y todas son héroes, porque el solo hecho de levantarte por la mañana es un hecho heroico muchas veces. Como escritora intento estar tan cerca de la experiencia como sea posible. La idea de que el trauma no se puede traducir en palabras ha silenciado a muchas personas. Yo creía que si la gente descubría todas estas cosas que cuento sobre mí, que no sabían, yo no les gustaría y me juzgarían y sentiría vergüenza al ir a mi puesto de trabajo. Así que Todo lo que no puedo decir se publicó en verano, para no tener que ir yo al día siguiente a dar clases y no tener que pensar que habría gente en la clase mirándome de un modo distinto. En cambio ha sucedido todo lo contrario. Ver que tú puedes poner sobre la mesa cosas tuyas que pueden parecer feas y descubrir que no son tan feas es algo muy sanador”, afirma.

Portada de 'Todo lo que no puedo decir'

Portada de 'Todo lo que no puedo decir' / DM

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