La IA en el cine

Muchas luces y alguna sombra: el acuerdo sobre Inteligencia Artificial de los guionistas con los estudios de Hollywood

Según el convenio, que de ser ratificado por los miembros del sindicato WGA en la votación entre el 2 y el 9 de octubre regirá su trabajo y su compensación los tres próximos años, se prohíbe dar crédito como guionista a una herramienta de IA

Pancartas de apoyo a la huelga de guionistas.

Pancartas de apoyo a la huelga de guionistas. / CHRIS DELMAS

Idoya Noain

“Las protecciones contra el uso de Inteligencia Artificial en la escritura de guiones son las primeras de su tipo en una gran industria. Son un paso significativo para asegurar que los escritores pueden beneficiarse del uso de la Inteligencia Artificial a la vez que protegen sus derechos creativos”.

Esa es parte de la respuesta que este jueves daba Bard, la herramienta gratuita de Inteligencia Artificial de Google, cuando se le preguntaba por el acuerdo logrado entre el sindicato de guionistas WGA y los estudios, plataformas y cadenas agrupados en la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP) que este miércoles permitió poner fin a la huelga que 11.500 guionistas de Estados Unidos han mantenido durante 148 días.

Bard no yerra al destacar la novedad del pacto, y sus logros, que son varios y significativos, especialmente porque las negociaciones sobre Inteligencia Artificial (IA) en Hollywood se habían convertido en uno de los principales escollos para alcanzar el acuerdo final sobre el convenio colectivo de los guionistas, y están también lastrando las conversaciones de los actores, en huelga desde mediados de julio.

Las luces

Según el convenio, que de ser ratificado por los miembros del sindicato WGA en la votación entre el 2 y el 9 de octubre regirá su trabajo y su compensación los tres próximos años, se prohíbe dar crédito como guionista a una herramienta de IA y, por lo tanto, se considera que lo que produzca esa herramienta no puede ser considerado material literario.

Los estudios, además, deberán informar a los guionistas si algo del material que se les da para trabajar sobre él ha sido generado total o parcialmente por IA, y en ese caso son los escritores quienes reciben crédito y compensación por el desarrollo de los guiones, aunque en su composición haya participado una máquina.

Los guionistas, además, pueden optar por usar la tecnología, pero no están obligados a hacerlo. Y se mantendrán encuentros con una periodicidad mínima de dos veces al año donde los estudios deberán facilitar información sobre su uso o intención de uso de herramientas de Inteligencia Artificial generativa en el desarrollo y producción de películas.

Son todo avances que han extendido un respiro de alivio en un momento en que no solo Hollywood contiene el aliento ante el impacto de la IA. Pero como también advierte el propio Bard, “es aún demasiado pronto para decir cómo se interpretarán y aplicarán las provisiones sobre Inteligencia Artificial del nuevo contrato”. Y el convenio, además, llega con un asterisco.

La sombra

Lo guionistas aspiraban a asegurar el control de cómo, cuándo o de qué forma su material se usa para entrenar a herramientas de IA, o incluso si puede hacerse, algo que otros escritores consideran una violación de sus derechos de autor, como ha recordado la reciente demanda presentada en un tribunal de Manhattan por Jonathan Franzen, George Saunders, George R. R. Martin y otros escritores contra OpenAI por entrenar a ChatGPT con sus textos. Los estudios se negaban a aceptar una restricción a la que ninguna otra industria ha accedido y cuando la ley de propiedad intelectual todavía no es clara. Y el duelo ha quedado en un aparente impasse.

Guionistas y el sindicato se reservan el derecho de reclamar como no autorizada o posiblemente ilegal la explotación de su material literario para entrenar, informar o desarrollar de cualquier otra forma ese software generativo, pero ni WGA ni la AMPTP han explicado con detalle en qué se traducirá esa cláusula, una incertidumbre que se acrecienta por el vacío legal actual. Porque aunque en al menos 25 estados de EEUU, Puerto Rico y el Distrito de Columbia se han presentado este año proyectos de ley para regular la nueva tecnología, ninguna norma ha sido todavía aprobada.

Queda así una sombra sobre la nueva relación. Y al preguntarle a Bard concretamente sobre ese entrenamiento se constata que es ya es una realidad. “He sido formado con un enorme set de datos de texto y código que incluye un gran número de guiones. Eso significa que puedo entender y generar guiones, y puedo identificar y responder preguntas sobre ellos”, decía. “Por ejemplo, si me pides que genere un guión para un nuevo programa de televisión, puedo hacerlo (...). Estoy aún en desarrollo pero aprendo cosas nuevas cada día”, decía, declarándose “entusiasmado” por ver cómo puede usarse para lo que define como “ayudar a escritores y otros profesionales creativos en el futuro”.

Un momento de inflexión en la industria

No es solo la Inteligencia Artificial, en cualquier caso, la que plantea múltiples interrogantes sobre el futuro de Hollywood, sus grandes negocios y sus trabajadores. Y la huelga ha servido para volver los focos de nuevo a una industria que desde la irrupción de las plataformas de streaming, el declive de la televisión tradicional y por cable y ante los cambios en los hábitos de consumo de los espectadores se ve sumida en un terremoto de transformaciones y en un punto de inflexión.

 La apuesta inicial en ese nuevo escenario fue producir más y más. De 408 series con guion en EEUU en 2015 se pasó a 532 en 2019 599 este año. Era lo que algunos han visto como un punto de saturación. Y ya incluso antes del paro los grandes estudios, de Netflix a Disney, Warner Bros. Discovery o Paramount llevaban más de un año haciendo recortes, incluyendo en inversión en nuevos programas y películas, presionados por inversores que exigen beneficios antes que crecimiento en el mundo de suscriptores.

 La huelga, en ese contexto de más austeridad, incluso se vio como una oportunidad para alegar razones de “fuerza mayor” y suspender o incluso cancelar proyectos de alto coste. Y se lo contaba antes de que empezara el paro desde el anonimato productor y antiguo directivo en una cadena al ‘Los Angeles Times’: “Nadie lo dirá, pero creo que en privado están felices porque les permite salirse de algunos acuerdos”.

Ahora que los guionistas han conseguido más protección económica y elevar sus ganancias con el nuevo convenio, los estudios, advierten los analistas, tendrán que sacar ese dinero de otro sitio. Y algunos observadores de la industria advierten que quizá sea más difícil que se elijan proyectos, o se renueven, y alertan de que las compensaciones más generosas pueden ir solo a unos pocos. El guion del nuevo Hollywood, incluso con un nuevo convenio, está aún sin acabar.

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