Entrevista

Luis Tosar estrena película y avisa: “La construcción ficticia de nuestra vida con imágenes idílicas es opio”

El actor gallego critica que la sociedad está “construida sobre la exhibición impúdica”

“Todos los nombres de Dios” llega hoy a los cines

Luis Tosar, cargado de explosivos en el filme.

Luis Tosar, cargado de explosivos en el filme. / VACA FILMS

Mar Mato

Luis Tosar, en la ficción, vuelve a ser un padre en apuros y también una bomba vuelve a cruzarse en su camino. En esta ocasión, en la película “Todos los nombres de Dios”, que hoy llega a los cines españoles, el director Daniel Calparsoro –con el que ya había rodado en el filme del robo a un banco “Cien años de perdón”– lo ha colocado en una historia cruzada por el yihadismo. Tosar da vida a Santi, un taxista, en una trama que arranca con un atentado terrorista en el Aeropuerto de Barajas. De pronto, él se convertirá en un hombre cargado con explosivos que deambula por Madrid con el terror atado a su cuerpo. Se trata de la nueva apuesta del cine gallego con la productora Vaca Films.

He oído que “Todos los nombres de Dios” es un thriller en el que se da mucha importancia a la emoción.

Es un thriller de tensión. Aquí hay un componente de emoción más subido de tono porque mi personaje se tiene que enfrentar a un drama familiar subyacente que no se presenta de primeras en la película pero que vamos descubriendo a medida que conocemos los acontecimientos.

Tuve amigos próximos que murieron a temprana edad. Luis Tosar - Actor

Su personaje ha perdido un familiar muy querido y eso le quita las ganas de vivir. Para construirlo, ¿se fijó en su pasado o en el de alguien cercano con depresión?

Para la vivencia de la depresión como enfermedad, por desgracia, cuando vas cumpliendo unos años, siempre tienes algún referente más o menos cercano. De ahí, uno va cogiendo información. Alguna ya está archivada en el disco duro de la vida y otra la adquieres cuando construyes el personaje. En cuanto a las pérdidas familiares, yo he tenido varias incluso de amigos muy próximos que murieron a temprana edad. No obstante, yo intento alejarme de las experiencias personales. Estas están ahí como fundamento de tu personalidad pero intento que los personajes tengan identidad propia y procuro fabricarles sus propias experiencias. Intento que ese sistema funcione. Es inevitable que tires de la experiencia para esas vidas ficticas pero intento construir algo a parte para que no contamine mi vida personal.

Para “Maixabel”, habló con un terrorista arrepentido, Ibon Etxezarreta. En este filme, ¿trató con algún yihadista?

No, no tenía ni la oportunidad de hacerlo ni me interesaba porque yo me enfrento a esta película desde otro lugar. Yo, en este filme, soy una persona corriente que se tiene que enfrentar a una situación extraordinaria que se le va de las manos. Si tuviera la oportunidad de tener ese asesoramiento, esa experiencia sería bienvenida.

En una parte del metraje, pasea cargado de explosivos por la Gran Vía madrileña que está vacía [y con la que tenemos un flashback a la secuencia de “Abre los ojos “ de Amenábar con Noriega solo por dicho vial], seguido por dotaciones de agentes y militares.

Hicimos un gran circo. No rodamos en condiciones de intimidad. Éramos un espectáculo andante. El primer día cuando llegamos fue impresionante, con la Gran Vía vacía, cerrada para nosotros. Para rodar, teníamos un tiempo muy limitado por lo que teníamos que ser muy eficientes al trabajar. Por eso, ensayamos mucho las secuencias con esa comitiva en otro lugar. Grabamos en la Gran Vía dos mañanas de domingo cuatro horas cada día. Fue un privilegio. No sé si es un momento histórico pero me va a quedar grabado en mi memoria durante mucho tiempo. Es una imagen icónica de mi carrera.

Este filme también trata sobre las fake news y el poder la imagen. El dar tanta importancia a esta, ¿se puede volver contra esta sociedad?

Somos una sociedad de imágenes, casi exclusivamente, hoy en día. La gente no tiene paciencia para escuchar, para leer, contrastar o investigar. El poder de la imagen es brutal. La película habla un poco sobre esto aunque no puedo desvelar mucho. Trata del poder de convencimiento con solo ver una imagen. Somos una sociedad que está construida sobre la exhibición prácticamente impúdica. Mostramos lo que nos pasa durante el día, los platos que comemos, el gimnasio, las vistas que vemos... radiamos toda nuestra vida en las redes sociales como una constante. ¿Qué pasa? Seguramente todo lo que construimos forma parte de un castillo maravilloso que no se sostiene sobre pilares suficientemente sólidos. Este tipo de construcción ficticia que hacemos con imágenes idílicas permanentemente es una herramienta de opio que nos ayuda a seguir adelante aunque los problemas sigan ahí.

Como si fuese una cortina de humo de la problemática social.

Los problemas estructurales de nuestra sociedad siguen ahí como la diferencia de poder adquisitivo entre unos y otros. Los males fundamentales de nuestra sociedad siguen ahí y no se resuelven porque nosotros aparentemente seamos más felices. Podemos contar lo que queramos y convencer casi al resto de que es verdad. Lo complicado es restablecer la verdad de las cosas porque la gente prefiere creer una mentira buena si está bien contada. Eso parece un pacto tácito que hemos hecho entre todos nosotros y es increíble que hayamos llegado a este punto.

¿Y como padre –de dos vástagos– no le preocupa a la hora de educar a sus hijos?

Tengo todas las dudas que se pueden tener. Hablo con padres que estamos en la misma situación de crianza y edad y todos estamos en lo mismo. Cada vez es más fácil manipular la realidad y manipular un mundo que parece que se convierte en realidad pero no lo es debido a la fuerza que toma la inteligencia artificial. También está la relación de los pequeños con las pantallas y ese mundo exterior que en algunos casos cobra más importancia que tu mundo, el que puedes tocar. Ostrás, es una lucha y una conversación constante. Casi no hay un día en el que no acabe hablando de esto.

Respecto a la marcha del cine, cada vez cuesta más convencer a la gente para llenar salas...

Tengo la sensación de que se empezó a revertir un poco la situación. Evidentemente no llegará al nivel de antes. Hay una mínima recuperación de público, gente de cierta edad que estaba recelosa de entrar en el cine [por la pandemia]. También tengo la sensación de que el bum del consumo de plataformas ha empezado a tener una tendencia recesiva. Yo soy una persona que tiene fe.

Suscríbete para seguir leyendo