Cine

'Misión Imposible': ¿Por qué sigue funcionando como un tiro este blockbuster de calidad?

Tom Cruise, como actor y productor, cogió las riendas de la franquicia desde el primer filme y la ha convertido en una mezcla perfecta entre acción e introspección.

Tom Cruise, en la ’premiere’ en Australia de ’Misión Imposible: sentencia mortal-parte uno’, el 3 de julio.

Tom Cruise, en la ’premiere’ en Australia de ’Misión Imposible: sentencia mortal-parte uno’, el 3 de julio. / EFE

Quim Casas

A falta de ver como terminará el duelo entre ‘Barbie’ y ‘Oppenheimer’, estrenadas el mismo día (el pasado jueves) y condenadas a dirimir el alto voltaje cinematográfico de este verano, y teniendo en cuenta que la quinta película de Indiana Jones ya tiene muy buenos dividendos, la última entrega de la saga cinematográfica de ‘Misión imposible’ se ha convertido en el plato fuerte de estos duros días de estío.

 Era de prever. La franquicia liderada como productor y actor por Tom Cruise ha sido fiel a sí misma desde que empezará a andar en 1996 con ‘Misión imposible’, dirigida por Brian De Palma en una arriesgada combinación de cine de acción de gran espectáculo –recuerden la pelea final en lo alto de un TGV– y relato escéptico sobre la fidelidad y la traición, cercano a ‘El espía que surgió del frío’ de John le Carré.

‘Misión imposible: Sentencia mortal-Parte 1’ se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la saga de Ethan Hunt, personaje inexistente en la serie televisiva creada por Bruce Geller en 1966. Pese a ese cambio, adecuado a las prestaciones de Cruise, las películas son muy fieles al espíritu de los episodios catódicos en cuanto a la idea de grupo, las representaciones y mascaradas, los mensajes que se autodestruyen en cinco segundos e incluso la tipología megalómana de algunos de los villanos, menos caricaturescos, en todo caso, que los dictadores bananeros y los conspiradores que poblaron la serie original.

Las cifras son incuestionables. En España se trata del mayor estreno de la franquicia en cuanto a número de cines donde se proyecta. En la taquilla ha superado ya a la anterior entrega, ‘Misión imposible: Fallout’, lanzada en 2018, y a otro de los indudables éxitos de Cruise, ‘Top Gun Maverick’, que recaló en las pantallas españolas en mayo del pasado año. Ahora mismo, ‘Misión imposible: Sentencia mortal-Parte 1’ está encaramada en la primera posición de la taquilla mundial. En nuestro país ha sido vista por 300.000 espectadores desde su estreno, el 12 de julio. Su coste estimado es de 260 millones de euros y lleva recaudados en todo el mundo 238 millones.

Queda mucho verano por delante y, pese a la sombra alargada y combinada de los filmes de Greta Gerwig y Christopher Nolan sobre 'Barbie' y 'Oppenheimer', es lícito pensar que la última aventura de Ethan Hunt y los suyos, con un par de secuencias de las más espectaculares de la saga –la de la moto saltando al vacío y la del mismísimo Orient Express precipitándose vagón a vagón–, superará con creces lo invertido y dentro de unos años será una de las producciones más rentables de la saga. Aunque, ojo, en el contexto de la credibilidad económica fuera de toda duda de Tom Cruise, las cifras de ‘Top Gun Maverick’ son difíciles de superar, con 1.344 millones de recaudación en todo el mundo.

Hay varios factores que ilustran el porqué de este éxito comercial y artístico. Cruise, los directores que ha contratado (De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird y Christopher McQuarrie) y el mismo Abrams en calidad de productor de las últimas cinco películas, han logrado el balance perfecto entre la introspección oscura de la condición del espía, la credibilidad física –Cruise renuncia a dobles en escenas arriesgadas, lo que le otorga ese plus de fisicidad al personaje– y la acción a destajo por medio mundo, desde lugares exóticos como Cachemira y Dubái hasta ciudades características del cine de espionaje como Berlín, Budapest, Praga y Moscú.

El héroe total

Cruise conduce coches, motos, helicópteros y lo que sea menester. Pelea en lo alto de un tren de alta velocidad, escala montañas o el edificio más alto del mundo en Dubái sin cuerdas de seguridad, corre por los tejados de Shanghái y Londres, se carga en sus persecuciones el mobiliario urbano de Roma y otras ciudades, utiliza máscaras de látex para engañar a sus rivales, pelea con los puños y domina las artes marciales, dispara mejor que nadie… Parece el héroe total como lo concibe Hollywood, aunque sea una curiosa mezcla entre James Bond y John Wick.

Porque, como este último, el lacónico asesino encarnado por Keanu Reeves, el Ethan Hunt al que da vida Cruise es también un personaje impenetrable, escéptico, cansado y taciturno, alguien que vive entre las sombras hasta que sale al exterior para aceptar una misión y que ha sido engañado por compañeros y superiores. Un fantasma, como se le define en una de las películas, que en ‘Misión imposible 3’ intentó de la mano de J. J. Abrams –en una línea similar a la de su serie ‘Alias’, otro drama de acción, espionaje y mascaradas– tener una vida normal con una pareja estable a la tuvo que renunciar un filme después para protegerla de todo peligro. La agente encarnada por Rebecca Ferguson en los últimos títulos ha dado otro giro a los conflictos emocionales del protagonista.

La franquicia de ‘Misión imposible’ es un blockbuster de calidad, no exactamente de autor, como el ‘Oppenheimer’ de Nolan. En todo caso, su autoría responde a la línea de trabajo propuesta por Cruise desde hace dos décadas con títulos como ‘Magnolia’ o ‘Eyes wide shut’: un tipo más oscuro de lo que parece –adhesión a la cienciología al margen– que continúa siendo, a los 61 años, un absoluto rompe-taquillas.

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