En contra

Karina Sainz Borgo: «Los forasteros nos volvemos locos en Mallorca, yo sería igual o peor con ellos»

Karina Sainz Borgo

Karina Sainz Borgo / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982) ha descrito en ‘La isla del doctor Schubert’ a «vuestra Mallorca, de la que nadie sale ileso». La autora del aclamado ‘La hija de la española’ presentará su novela de fascinación mallorquina el próximo 25 de mayo en La librera del Savoy. Trabaja en ‘ABC’

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Cómo se atreve?»

He de pedir perdón, mea culpa, pero Mallorca es un paraíso para quienes consigan soportarlo. Aquí he conocido la experiencia de la belleza trastornante.

¿Por qué Mallorca?

Porque en una isla puedes disfrutar de la condición de forastero. Llevo años huyendo, porque si me detengo se me secan las branquias, aquí me apeteció quedarme.

¿‘La isla del doctor Schubert’ o del doctor Moreau?

Uno pide prestado, antes de hacer incursiones de islómano, porque Mallorca es un hombre al que no puedes dejar de mirar, repleto de historias de marinos y piratas.

Menciona el ocho de los rosetones de la Catedral.

¿Sabes por qué? Porque pegaba el oído a la puerta de la Catedral y escuchaba el mar. Tan llena de luz, está viva, alegre, feliz. Contrasta con la oscuridad punitiva de otros templos.

¿Por qué le fascinó la Dragonera?

Nací en el Caribe, que es díscolo, seco, sucio y desordenado, con criaturas extrañas, iguanas de mucho peso. Debía cautivarme la Dragonera, isla dentro de una isla, con un azul inédito y desquiciante. Busqué una tinta de color parecido para escribir el libro.

Los ecologistas invadieron y preservaron la Dragonera, para goce de los alemanes de Andratx.

Con Miquel Barceló entre los invasores de esa isla, con acantilados que dan ganas de tirarse al mar. Tenéis que soportar que los forasteros nos volvamos locos con Mallorca, yo sería igual que vosotros o peor con ellos.

Por no mencionar su devoción hacia Javier Marías, premio Formentor.

Siento un respeto reverencial por Marías, por el reino de Redonda donde la fantasía puede ser un elemento fundamental. Y admiro sobre todo al gran traductor, con el que aprendí a leer a Shakespeare y Stevenson. Te transmite la sensación de no pertenecer a ningún sitio.

Posibles Schuberts: Branson, Douglas, Juan Carlos I, Boris Becker.

Jajaja. Schubert es el capitán Trotta de Joseph Roth, extraño y huidizo, entrando en combates que no son los suyos, un cobarde valiente.

Emplea el adjetivo ‘balear’, al que nunca recurren los mallorquines.

Lo sé, la audacia es hija de la ignorancia. También hablo de un mar que no existe, al que no llamo Mediterráneo. Es una operación lingüística, para recordar que cada isla es un mundo.

Esa «playa sembrada de grúas».

Vivía en el Paseo Marítimo y duermo mal. Tengo insomnio y cuando salía a leer a la terraza, veía una grúa iluminada que me servía de guía. No es una alusión inmobiliaria, no tengo nada contra las grúas, que son los faros modernos.

¿Qué son los islómanos?

Una isla no deja de ser un territorio del que no te puedes marchar. Veo Mallorca como una frontera, los islómanos se quedan y se quitan la ropa para bañarse, en La hija de la española los desnudaban para la autopsia. Vengo de un país donde a la gente la matan por nada.

‘La hija de la española’ fue lo primero que pensé al estallar Ucrania.

Podría ser, pero a ver cómo lo cuento. Vengo de un lugar tan telúrico que hasta las flores depredan si metes la mano, de ahí la sorpresa de aterrizar en una isla donde la exuberancia no te va a hacer daño. Y en La hija de la española escribí cosas que no debería haber escrito.

Un presidente balear, Francesc Antich, nació en Caracas como usted.

Algún aire de familia tenía que haber. Hubo una colonia pequeña de mallorquines, pero la gallega era mucho mayor y la engullía. Me tomó cuarenta años descubrir las islas, ahora me planteo un atlas.

Puede hablar libremente contra Maduro.

Y no me cansaré de decir que Maduro es un asesino y un delincuente, sin ningún problema.

Este Guaidó nos salió flojo de remos.

Hay un problema, cualquier rebelión contra un estado totalitario tenía que salir mal. Es una tragedia griega, donde la primera impresión es echarle la culpa a Guaidó, hasta que te das cuenta de que lucha contra un narcoestado y corriges hacia la empatía.

Mucha poética, pero seguro que ha pensado una inversión inmobiliaria en Mallorca.

Ojalá, podría vivir en una barca pescando, o soñar con pasarme un mes escribiendo en la Valldemossa de George Sand, aquella pobre desconocida allí.

¿Es feliz?

Muy feliz y afortunada, continuamente inaugurando cosas. Siempre tengo hambre, nada me ata.

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