Entrevista

Quevedo, en el inicio de la gira que le traerá a Mallorca: "Echo de menos el anonimato"

A sus 21 años, el artista canario sigue digiriendo el ‘boom’ que supuso su sesión con Bizarrap: este sábado, inicia la gira de presentación de su primer álbum mientras ya prepara el segundo

Quevedo atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en Playa del Inglés, el lugar que inspiró una de sus canciones más queridas

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Pedro del Corral

2022. Año Quevedo. Los últimos 365 días de Pedro Luis Domínguez han sido asombrosos. No sólo por haberse posicionado como el único artista español capaz de mirar de frente a Rosalía, sino también por no haberse dejado avasallar por esa vorágine. Tiene 21 primaveras y lo lógico hubiese sido lo contrario. Pero no. Este joven de Las Palmas ha sabido enraizar sus pies en el suelo con tanto brío que las millonarias cifras que mueve a su alrededor no han logrado sacarle de su barrio. Si bien nació en Madrid, siente la isla como una extensión más de su cuerpo. Aquí vive, compone, desconecta… Es el chico de siempre. Aquel que llaman por su nombre antes que por su apellido. Eso le da la paz que perdió de golpe.

“Es el sitio donde vuelvo a coger aire”, dice. Al que, cada cierto tiempo, acude antes de encarar retos de talla mundial. Desde que publicó Cayó la noche, no ha parado de alumbrar himnos para una generación: Piel de corderoRespuesta ceroSi quieren frontearChamaquitaYatekomo… Y, por supuesto, la sesión 52 con Bizarrap: la popular Quédate atesora mil millones de reproducciones sólo en Spotify. De ahí que, en ocasiones, tenga que salir encapuchado a la calle para que no le reconozcan. Sin embargo, eso no le ha restado un ápice de autenticidad.

Quevedo inicia su gira 'Donde quiero estar' el próximo sábado en el Gran Canaria Arena.

Quevedo inicia su gira 'Donde quiero estar' el próximo sábado en el Gran Canaria Arena. / José Carlos Guerra

Dos jornadas antes de iniciar su primera gira, el intérprete abre su guarida a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica. Estamos en Playa del Inglés, el rincón que da nombre a una de sus canciones. La azotea donde tiene lugar esta conversación se asoma a las dunas de Maspalomas. Una postal que, de inmediato, siente como propia. A Pedro se le ilumina la cara cada vez que mira al horizonte. Hay algo en este paraje que le pone especialmente feliz. “Me siento orgulloso de ser de aquí. Me representa. Por eso me gusta llevar la bandera a cualquier lado. Cuando aún nadie me conocía, la gente de Gran Canaria fue la única que me dio una oportunidad. Me apoyó desde el minuto cero. Había incluso discotecas que ya ponían mis temas”, recuerda.

Con cierta nostalgia, el cantante recupera el episodio que lo cambió todo. Nada volvió a ser lo mismo desde entonces: “Ocurrió la madrugada en la que mis colegas y yo entramos en el club TAO. Tras poner un pie en él, empezaron a sonar Cayó la noche y Universitaria. Hasta ese momento nadie sabía quién era. Y me alegró bastante que no pidieran quitarlas. Entonces, me di cuenta del alcance que empezaban a tener las cosas”. Esa conexión tan profunda con su tierra ha hecho que, a pesar del gigantesco éxito, haya preferido mantenerse a pie del volcán.

P. ¿Por qué empezó a escribir?

R. Siempre me ha gustado improvisar. Lo hacía con mis amigos, con quienes me batía en distintas batallas. Con el tiempo, dejé de verle la gracia… Así que empecé a componer cosillas. Era una manera de contar lo que me pasaba. Además, coincidió con una época en la que me flipaba todo lo que tenía que ver con el hip hop. Ahí descubrí que esto era lo que me gustaba.

Para dedicarse en cuerpo y alma a la música, tuvo que dejar la carrera de Administración y Dirección de Empresas que empezó entre dudas. No era mal estudiante, pero llegó un punto en el que tuvo que apostar por un camino u otro. La intuición no le falló. Y lo que en sus orígenes parecía un sueño inalcanzable, a los meses, se convirtió en una realidad abrumadora. “No recuerdo qué hice con mi primer sueldo. Quizá, fueron 90 euros. Y, seguramente, lo invertí en un videoclip. Al principio, lo que ingresaba lo destinaba a mi trabajo. En la actualidad, no tengo ningún capricho a la vista. Aún no. Tal vez, dentro de poco caiga un coche… Bueno, cuando me saque el carnet”, asegura entre risas.

Quevedo no suele conceder entrevistas. Al menos, para los medios tradicionales. No obstante, lejos de sentirse desubicado, lleva la charla con gracia y naturalidad. Habla a pecho descubierto, algo que no suele ser habitual entre nombres tan estratosféricos. Se muestra cercano y, a pesar del intenso sol que cae al mediodía, le quita hierro al asunto. “No os preocupéis. Está genial”, apunta. Aunque, con cierto pudor, achine los ojos por culpa del reflejo.

P. ¿Cuál es la intrahistoria de la sesión con Bizarrap?

R. Habíamos hablado por Instagram alguna vez, pero nunca cuadramos nada. Así que, cuando fui a Argentina para grabar un videoclip con Duki, me escribió. Es un recuerdo único. Fue la primera vez que viajaba al extranjero por mi música. Pese a ello, empecé a rayarme. Y me pregunté qué hacía allí. No lo entendía… Ahora, lo considero una vivencia bonita. Sobre la letra, tengo que decir que llevo con mi novia dos años. Por lo que no he tenido todavía el placer de conocer a una chica que me enseñe Buenos Aires. Describe una situación con la que cualquiera puede sentirse identificado. Lo importante es lo que transmite. La vibra. El aura.

P. Revalidar algo así es complicado. ¿Le preocupan los números?

R. No me obsesionan las cifras, pero cada día miro qué tal me va en Spotify. No hay ninguna presión por mejorar estos datos porque tampoco tengo ninguna necesidad.

Como en cualquier oficio, el suyo no ha estado desprovisto de decepciones: en pleno terremoto, ha habido sacudidas que le han llevado a replantearse el presente. “Esto es un negocio… Y el modo de vivir la música tan puramente como cuando no ganaba ni un euro se ha perdido. Antes, iba al estudio, grababa una idea, le ponía una portada y la publicaba. Sin preguntarle a nadie. Es verdad que hoy no tengo que pedir permiso, pero debo buscar más equilibrios. Añoro hacer canciones sin pensar en lo que va a suceder después. Ahora bien, es parte del juego”, reflexiona.

Este mejunje de ilusiones, expectativas, frustraciones y ansiedades ha transitado por él con más o menos suerte. Ha tenido etapas peores que la actual. En parte, por la experiencia de la que carecía: “Lo he gestionado mal. Es como tirar a la basura una vida entera y, de repente, tener nuevas responsabilidades y compromisos a la espalda. Todo el mundo tiene miedo al cambio. Y más cuando es de golpe. De ahí que haya sido fundamental el círculo que me rodea. Y, en especial, no dejar de sentirme nunca como Pedro”.

P. ¿Echa de menos el anonimato?

R. Sí. Hace un ratito decía que me encanta el sur de la isla porque aquí no me conoce ni Dios. Y, de casualidad, ha salido una viejita para decirme que ella sí. De locos. Por lo que lo echo de menos. Pero es lo que hay. Me renta si, con ello, puedo dedicarme a lo que me gusta. La fama es difícil. Hace tiempo que no tengo intimidad, lo que me obliga a salir tapadito. Si pudiera estar una semana sin que nadie me reconociera, lo firmaría.

P. Ya ha lanzado su primer elepé, Donde quiero estar. ¿Con qué fantasea ahora?

R. Pienso cada día qué quiero hacer. Estoy empezando a componer otro disco que, probablemente, lanzaré el año que viene. Me quiero tomar todo con calma. Dejarme fluir. Hacer lo que me apetezca y punto. Estoy pendiente de disfrutar. Y con el ojo puesto en los conciertos.

Para dedicarse en cuerpo y alma a la música, Quevedo tuvo que dejar la carrera de Administración y Dirección de Empresas.

Para dedicarse en cuerpo y alma a la música, Quevedo tuvo que dejar la carrera de Administración y Dirección de Empresas. / José Carlos Guerra

P. La semana pasada, en el podcast Nude Project, desveló que el contacto más potente que tiene en su teléfono es Shakira. ¿Habrá colaboración?

R. No lo sé, la verdad. En este mundo, los artistas nos conocemos, nos apoyamos, nos respetamos… Una cosa es tener el contacto y otra es que vayamos a hacer un tema juntos. Ojalá. Al igual que el de ella, tengo el número de muchos con los que no he trabajado aún. Y me fascinaría. Entre ellos, Bad Bunny o Anuel.

P. Hay un verso de Y ahora qué que ha generado expectación: “2021 sembrar, 2022 recoger, 2023 coronar, 2024 desaparecer”. ¿Qué quiere decir con esto último?

R. Esa palabra ha sido tantas cosas... En su momento, dije que desaparecía de la música, pero no la dejo ni de coña. Tan sólo quiero estar a mi bola. Y hacer canciones cuando de verdad tenga el cuerpo para trotes. No voy a desaparecer del mapa, sino buscar más mi tranquilidad. No quiero que me lleve la corriente de aquí para allá como me ha ocurrido otras veces.

Bad Bunny, Anuel y Shakira son algunos de los nombres con los que a Quevedo le gustaría colaborar.

Bad Bunny, Anuel y Shakira son algunos de los nombres con los que a Quevedo le gustaría colaborar. / José Carlos Guerra

Este sábado, arranca la gira en el Gran Canaria Arena. En casa. Como él siempre quiso. Será la puesta de largo de su álbum debut y, por tanto, la primera vez que desarrollará un espectáculo al completo. “Será muy familiar. Nos lo hemos currado y, a nivel visual, va a ser muy guapo. Quiero montar una fiesta y sentirme apoyado. No tengo otras expectativas. Estoy un poco nervioso”, reconoce. De hecho, que sea en su tierra le ha añadido un extra de presión. “Nada puede fallar. En otros sitios me lo puedo permitir… Si canto en Pontevedra, nadie se va a cagar en mí. Aquí, no lo sé”, lanza a carcajadas.

Antes de regresar a Fábrica La Isleta, donde está ensayando, dedica unos minutos al equipo. La cercanía de la que hablaba líneas arriba es una de sus señas de identidad. Le gusta hacer sentir bien a la gente con la que trabaja. Tiene prisa, pero no le importa retrasarse. Ya ha corrido demasiado en los últimos meses. Ahora, toca paladear cada instante. A este lado de las dunas, Pedro sonríe. Quizá, sea la brisa del Atlántico. O, tal vez, la fuerza del Bandama. Esa energía tan particular es la que le ha impulsado hasta la cumbre.

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En la última temporada, una nueva generación de cantantes ha afianzado Canarias como catalizador de talentos. No sólo para España, sino también para Europa. Junto a Quevedo se hallan PtazetaCruz CafunéMaikel Delacalle… Nombres que están haciendo del rap, el trap o el reguetón un emblema. “Falta mucho para crear una industria aquí. Si quieres calidad, hay que invertir dinero. No obstante, cada nueva generación irá abriendo más y más puertas hasta que ya no quede ninguna más. Estamos en el camino”, asegura Pedro, que destaca el papel que están desarrollando hoy Lucho, Mínguez y Ventura. Hay quienes incluso consideran el archipiélago como la capital de la música urbana patria. El clima y el sosiego son dos de sus principales bazas: “Los peninsulares suelen decir que estamos aplatanados, pero eso nos da una ventaja artística. Se nota la influencia de Latinoamérica en las melodías, las letras, los ritmos… Aunque el resto del país ya está notando este influjo, aquí lo llevamos sintiendo desde hace 20 años”.