Fatiga de guitarra

El autor retoma la nostalgia para recorrer el mundo que él ha vivido, siempre abrazado a una guitarra

Juan Pablo Caja

Juan Pablo Caja / Linkedin

Aránzazu Miró

Aránzazu Miró

“Cuerdas al aire” es un texto que transita de Mallorca a Barcelona a través del mundo mucho más universal de la música en concierto, en elepés y en la intimidad del guitarrista que, en casa o entre amigos, toca, estudia, siente y vive. ¿La vida a través de sus guitarras?, podríamos quizá resumir. Me he pasado la lectura pensando cómo clasificar este texto: ¿es un libro de memorias, un dietario, una ficción musical?

La editorial Minúscula lo incluye en la colección Micra que propone una biblioteca portátil elaborada con textos breves y singulares. Singular es la presentación biográfica del autor, nacido en Mallorca en 1963, que reside en Barcelona desde los años noventa. «Se dedica a la publicidad. Ha tenido varias guitarras». Es todo lo que se dice de Juan Pablo Caja. Ha publicado varios libros de relatos y una amena novela, “Cerveza caliente” (2010), subtitulada “Memoria vaga de un verano perezoso”, en la que rememora un estío palmesano de los años ochenta.

En “Cuerdas al aire” retoma la nostalgia para recorrer el mundo que él ha vivido, siempre abrazado a una guitarra, a la que hacer sonar las cuerdas al aire, sin presionar ningún traste, lo que permite una vibración más larga y rica en armónicos. Así define el autor la pretensión de su libro: dejar oír esas notas en una jam session de la memoria. «Es difícil saber si las guitarras pasan por nuestras vidas o somos nosotros quienes pasamos por las suyas».

Lo que es cierto es que la vida de Juan Pablo Caja se explica en esas guitarras que le han acompañado, las que ha comprado o recibido, las que ha vendido o de las que se ha deshecho, las destruidas, las que ha probado: «guitarra refugio, guitarra vínculo, guitarra tribu».

El libro está lleno de músicas que suenan o se tocan, como de músicos que buscan las mejores compañías. La primera ruptura seria de Caja es, a sus veintiún años, el abandono de la banda de rock que integraba. Fidelidad a los amigos, Carlos, Mar, Emilio, de los que solo sabremos los nombres, con quienes transita esa vida que se mide por el tiempo de la música, ese que «crean, sostienen y moldean» los grandes directores de orquesta, ese tiempo organizado (Stravinsky), ese tiempo que fluye (Benet Casablancas), ese que, si conjuga la división correcta con el adecuado sentido musical de la frase, constituye el ritmo verdadero (Aaron Copland).

Ha pasado el tiempo y diversas guitarras por la vida de Juan Pablo Caja, y los ciclos se cierran: «La guitarra vuelve a ser lo que fue en las ya lejanas tardes de verano de mi adolescencia»; aquello en Palma, ahora en Barcelona, y entre mientras, con la música y unas guitarras, nos ha hecho recorrer el mundo.

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