Arne y Gita Timm y Gordian Gasch son tres alemanes afincados en Mallorca que trabajan con la intención de provocar "un cambio de mentalidad radical" ante el cambio climático y de construir "un mundo un poco mejor". Lo suyo son los inventos, artefactos futuristas que, como el coche ecológico o el velomar marítimo-terrestre, proponen un equilibrio ecológico y aportan soluciones a sus usuarios.

"Nuestra Tierra no podrá soportar que cada uno de nosotros conduzcamos un coche de dos mil kilos. Da igual que se trate de un mecanismo eléctrico o de gasolina. Si no bajamos drásticamente la utilización de materiales y energía y encontramos productos simplificados y duraderos no habrá en el siglo XXII ningún lugar digno para vivir", sostiene este equipo volcado en proyectos de innovación como el nomo, un coche que no depende de ningún tipo de suministro de combustible o electricidad y está ideado para combatir la contaminación.

El nomo es el primer coche con una exigencia profundamente ecológica. Funciona con placas solares que aseguran un trayecto mínimo de 90 kilómetros y "no causa ningún daño al clima", subrayan sus creadores. Todas las partes de la carrocería se fabrican con fibra natural, el 80 por ciento de fibra de cáñamo y el 20 por ciento de carbono; y puede alcanzar los 110 kilómetros por hora, con una aceleración de 0 a 100 en ocho segundos.

"Solo el prototipo tiene un coste de medio millón de euros. Todo el proyecto se ha desarrollado en Mallorca y en estos momentos estamos buscando financiación para ponerlo en el mercado", explican. Países como Alemania o Australia, cuyo gobierno cuenta con un fondo de ayuda a empresas que comercializan coches ecológicos, han apostado por este proyecto. "En España estamos encontrando más dificultades", añaden.

El nomo no es el primer invento de Arne Timm, un modelo de ciudadano que cree en modelos alternativos de transporte, como puede comprobrarse en la imagen de la derecha, sosteniendo su bicicleta. "Siempre voy en bici, moto o autobús, aunque reconozco que Palma no es una ciudad preparada para pedalear. No entiendo que en la mayoría de coches solo vaya una persona", espeta.

Antes que el nomo, Arne y sus socios diseñaron una especie de velomar marítimo-terrestre, un artilugio que se recoge como una maleta, que sirve de tumbona en la arena y de medio de transporte en el mar, donde funciona con pedales. "Te lo puedes traer de casa y no tienes que pagar ni un euro por tener un poco de sombra en la playa", comenta Gita Timm. Su precio es de mil euros por unidad y está dirigido a tiendas de alquiler.

Para el verano también crearon el ray-board, uno de los inventos que más aceptación ha tenido. Este aparato necesita de una embarcación, a la que va unido mediante una cuerda. Inclinando un poco el ray-board el usuario se sumerge y "pronto, con un poco de práctica", aprende a volar y trazar divertidas curvas, giros y maniobras bajo el agua. "En cuanto lo pruebas, es un deporte que te deja enganchado", aseguran los responsables de un invento que, a diferencia del nomo, ya ha encontrado socios para su producción.