Era uno de los comentarios más recurrentes de los visitantes. "¿Has visto la gran cantidad de guardias civiles armados que hay?", preguntaba una chica a una amiga. No pasaban desaparcibidos y estaban repartidos por las calles más transitadas del Dijous Bo. Eran agentes de la Guardia Civil que participaban en el operativo de seguridad, compuesto por unos 300 efectivos entre cuerpos de seguridad y de emergencias.

En grupos de dos o tres, los agentes de la Benemérita iban armados con metralletas ("de verdad", según apuntó un niño a su madre) y no perdían detalle de todo lo que pasaba en la calle. Y es que cabe recordar que hace varios meses Inca estuvo en el foco del yihadismo y la Policía desbarató un posible atentado en la Plaza de España. En los tiempos que corren, cualquier medida de seguridad es bien recibida por los visitantes. Muchos de ellos comentaron que de esta forma se sentían más seguros, pero a otros no les hacía mucha gracia ver a tantos agentes armados hasta los dientes.

La vigilancia también se ejerció desde el aire. Un helicóptero de la Guardia Civil sobrevoló la ciudad a baja altura en diversas ocasiones.

Muchos políticos, pero seguro que en 2018 habrá más

Ya se sabe que el Dijous Bo es un reclamo para los políticos, que aprevechan para darse baños de multitudes y pasar una mañana de paseo con los colegas del partido. Ayer había una amplia representación política, aunque ninguna primera espada. La presidenta del Govern, Francina Armengol, se perdió la feria de su ciudad por enfermedad. Tampoco vino el president del Consell, Miquel Ensenyat.

Además de los miembros de la corporación municipal presidida por el alcalde Virgilio Moreno, por parte del Govern estuvieron presentes la portavoz del ejecutivo, Pilar Costa; el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal; y la consellera de Salud, Patricia Gómez. En representación del Consell visitaron Inca los vicepresidentes Francesc Miralles y Jesús Jurado, y los consellers insulares Mercedes Garrido y Cosme Bonet, entre otros cargos.

Tampoco faltó una amplia representación del PP, entre quienes figuraban el presidente del partido, Biel Company, y la portavoz parlamentaria Marga Prohens, además de los exalcaldes de Inca Pere Rotger y Rafel Torres.

Seguro que en el Dijous Bo de 2018 los políticos presentes se multiplican, teniendo en cuenta que será la última feria antes de las elecciones de 2019.

Duelo de lazos de colorines

Son tiempos de protestas y reivindicaciones, muchas veces canalizadas a través de símbolos en forma de lazo para lucir en las solapas. Durante la recepción de las autoridades pudo apreciarse un auténtico festival de lazos de colorines. Como mínimo, se vieron lazos amarillos que reclaman la liberación de los presos políticos catalanes (principalmente por parte de los representantes de Més), lazos verdes a favor de una educación pública de calidad y lazos rojos para sensibilizar contra la enfermedad de la leucemia.

El alcalde, "sorprendido" de la Revetlla "tranquila"

Muchos desastres debía haber en los últimos años en la ´revetlla´ del Dijous Bo, esa que coloquialmente se conoce como ´Dimecres Bo´ (una expresión repudiada por los más puristas) para que el alcalde Virgilio Moreno se mostrase ayer por la mañana "sorprendido" de la ausencia de "incidentes y agresiones" durante la marcha nocturnaausencia de "incidentesdurante la marcha nocturna. A su entender, se debe en parte a la política municipal de "quitar peso" a la noche para potenciar la mañana, lo que favorecería que determinados colectivos problemáticos no vengan a Inca.

Muchas paradas para financiar viajes de estudios

Cada vez son más frecuentes en la feria de Inca las paradas montadas por jóvenes estudiantes que venden productos gastronómicos caseros para financiar sus viajes de estudios.

Este fenómeno no agrada al colectivo de comerciantes por la competencia que supone para ellos (principalmente los que venden comida), ya que los jóvenes están exentos de pagar los impuestos y la materia prima y por esto pueden vender sus productos a un precio tan bajo que el resto no puede igualar.

Además, algunos jóvenes se dedican a perseguir a los visitantes con sus mercancías incluso mientras estos hacen cola para comprar alguna otra cosa. Algunas voces recomiendan al Ayuntamiento que organice una jornada para que todos ellos puedan vender lo que quieran sin interferir en los otros negocios.

Adornos feriales utilizados como papeleras

Una feria tan multitudinaria como el Dijous Bo, en la que se producen tantas operaciones comerciales, produce una gran cantidad de residuos difíciles de ocultar. La ciudad tiene numerosas papeleras por el centro, pero estas se llenan rápidamente. La solución para mucha gente que no destaca precisamente por su civismo es la de depositar los residuos en las jardineras decorativas que instala el Ayuntamiento a lo largo del recinto ferial. La imagen es bastante triste.