Sin que haya comenzado aún la temporada alta y en un periodo de poco más de dos semanas, Magaluf ya ha sido escenario de tres accidentes mortales de jóvenes turistas por caídas en los hoteles en que se alojaban. El triste récord hace que en la agenda informativa reaparezca entonces el siempre llamativo concepto periodístico de ´balconing´ y que el sector turístico empiece a preocuparse. Lógico. A nadie le interesa ser noticia por hechos tan trágicos. Y menos cuando se habla de turismo, donde son analizados con lupa todos los detalles que envuelven a la imagen del destino y donde cualquier resfriado amenaza enseguida con convertirse en pulmonía. Ante este panorama, la asociación hotelera de Palmanova-Magaluf ha querido hacer unas precisiones a través de una carta abierta a los medios. Tras lamentar estas muertes y asegurar que siente "como propio el dolor de los familiares de las víctimas", el presidente de la entidad, Sebastià Darder, puntualiza que estos casos no pueden ser calificados de ´balconing´. Un concepto que, según explica, sólo hay que aplicar a aquellos turistas que, en una "práctica de riesgo", se lanzan conscientemente desde los balcones de un edificio a la piscina del inmueble. Darder sostiene, en cambio, que las muertes que ha habido en Magaluf han sido consecuencia de "accidentes fortuitos".

La necesidad de un código de actuación

La matización del hotelero no oculta que los excesos –al menos en otras ocasiones– se producen y que hay algunos turistas que confunden su lugar de destino con un edén etílico libre de normas. El presidente de la asociación hotelera de Palmanova-Magaluf defiende en este sentido que los directores de los establecimientos están a favor de un "código" que les dé "bases para actuar, reglamentaria y justamente, contra los excesos y las gamberradas que cometen en ocasiones algunos clientes, perjudicando al resto de huéspedes y a la calidad del servicio del propio hotel".