Sesenta años y setecientos siete números es el legado momentáneo que la revista Bona Pau, de la mano de su fundador y director Onofre Arbona y un elevado número de colaboradores, ha celebrado este fin de semana con el pueblo de Montuïri y su historia.

Unos actos que empezaron ya el viernes con una mesa redonda, en un salón de actos lleno a rebosar. Intervinieron el presidente de Premsa Forana Gabriel Mercé, el historiador Arnau Company, el antiguo rector de Montuïri Miquel Mascaró, el colaborador Joan Socies y el director de la publicación, quien recordó los problemas habidos en 1981 cuando se implantó el idioma propio de Mallorca en la publicación, una lengua cuya denominación es el catalán y que solamente la falta de cultura hace que no se el llame así. Arbona indicó que lo mismo sucede con el andaluz, que es modalidad de "una lengua única", en este caso, el castellano.

La banda de música ofreció un concierto en el templo parroquial el sábado. "La banda –señaló su presidente Llorenç Munar– otra veterana de la cultura local, se suma así al homenaje a Bona Pau".

Pero el acto central se desarrolló en la mañana de ayer domingo, comenzando en la misma iglesia parroquial con una misa concelebrada por sus rectores. El ecónomo Artur Boardman, en su homilía, se refirió a la importancia de las "pequeñas noticias de cada día" presentes en Bona Pau y redactadas por personas sencillas, frente a la espectacularidad que dan los grandes medios a determinados acontecimientos. Se hizo eco de la actual situación política y social actual y rogó a Dios "que nos envíe gente honrada".

Las plegarias de la función litúrgica pidieron que "se transmita la experiencia y el testimonio de trabajo abnegado de la gente de la publicación a otras generaciones". El himno de la Mare de Déu de la Bona Pau, patrona de Montuïri, entonada por la coral Mont-lliri y por el público asistente, dio paso al acto popular de homenaje a quienes han hecho posible la existencia durante estos 60 años.

Guillem Mas, en nombre de los dieciocho miembros del equipo de redacción y de las dieciocho repartidoras, alabó la perseverancia de su director de 87 años "que no ha desfallecido en los altibajos y que ha sido el auténtico patrón del navío". "No sé si decir Onofre y Bona Pau o Bona Pau y Onofre, dado que es lo mismo". Valoró como muy positivo el lazo posibilitado entre "lengua escrita y hablada" y previno de la posibilidad actual en Baleares de que "el catalán sea postergado y reducido al ámbito familiar como en tiempos pasados".

Arbona ­­–para quien fueron los mayores aplausos– recordó que "hace sesenta años que, precisamente en este misma iglesia, unos monaguillos repartieron unas octavillas con el nombre de Bona Pau y que, entonces, nadie hubiera creído que llegara a las seis décadas". Tras agradecer las colaboraciones personales y de entidades, mostró su satisfacción por la continuidad de la revista (de la que todavía piensa formar parte) que, encabezada por Jaume Martorell Fullana, "estará dirigida ahora por una mezcla de gente joven y no tan joven".

La representante del Govern, Núria Riera, directora general de Función Pública, destacó la fuente documental y el "archivo de peso" que ha supuesto la revista, mientras que el vicepresidente del Consell, Joan Rotger, alabó el maestrazgo de su director y destacó que Bona Pau haya puesto el catalán a disposición de los lectores. El alcalde Jaume Bauçà habló de su elevado grado de integración social, del testimonio generacional, del espejo del quehacer diario y de la contribución a la normalización lingüística.

El punto más emotivo de la efemérides fue la entrega de una acuarela personalizada del pintor Mateu Rigo a todos los colaboradores, redactores, administradores y repartidoras de la revista a lo largo de los sesenta años.