Opinión | Tierra de nadie
Salarios alemanes
Escucho de nuevo por la radio que el lujo vende, llevan meses diciendo que el lujo está de moda, que Prada, por ejemplo, no ha dejado de crecer en la Bolsa a lo largo del último año. Lo dicen a la misma hora de la mañana en la que el metro y los autobuses van a rebosar de trabajadores y trabajadoras que se dirigen a hacer camas en los hoteles o números en las oficinas de las multinacionales o a poner asfalto en el suelo de una calle rota por el uso. La noticia del lujo convive, en fin, con la de la menesterosidad creciente de la mayoría de la población, que ha prescindido ya del aceite de oliva porque te llevas una botella y al pasar por caja parece que has adquirido un bolso de Loewe. La realidad parece un reloj de cuerda que funciona cuando le da gana. Cuando le da la gana al mercado, queríamos decir, porque parece que estos desajustes los produce el mercado.
-Es el mercado, amigo -sentenció el profeta.
Al mercado, por lo que sea, le viene bien que el lujo vaya como una moto, mientras que el acceso a la vivienda se convierta en un sueño, y el lujo le obedece porque al mercado no le planta cara ni el reloj de la Puerta del Sol. No hace mucho, tuvimos un debate entretenidísimo acerca de si los restaurantes deberían cerrar pronto para que nos metiéramos antes en la cama. Pero la gente no quiere irse antes a la cama, sino que le liquiden las horas extras como lo que son, porque en España hay miles y miles de horas extras nocturnas y diurnas que se hacen gratis total para conservar el puesto de trabajo. Las cifras oficiales, que ponen los pelos de punta, están al alcance de cualquiera, a un clic, como el que dice, de la pantalla del ordenador. Tal vez parte de ese dinero que algunos empresarios se ahorran sea el que va luego al mercado del lujo. No pasaría nada si se entregara a sus legítimos acreedores, aun a costa de algún pequeño sacrificio por parte de Vuitton. Veo en el súper a consumidores que hacen cuentas con los dedos frente a la carnicería. Y no les salen porque el solomillo se ha puesto por las nubes también.
Un poco de equilibrio, en fin, un poco de sensatez. A mí me parecería muy bien que redujeran la jornada laboral a cuatro días, de lunes a jueves, pero me parecería mejor seguir con la actual a cambio de salarios más alemanes, por poner un ejemplo.
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